«Torniquete», fic independiente SaxtonxBlaylock, y avance de «Amantes liberados»

A ver cómo lo explico. Esto es un one-shot, una historia independiente de mis otros fics basados en la saga de La Hermandad de la Daga Negra, en este caso, sobre la primera vez de Blaylock con Saxton. Es, ante todo y en primer lugar, un regalo con mucho cariño para Saxton Daganegralatina y Blaylock Daganegralatina, los dos personajes de una de las versiones del juego de rol de la Hermandad en Facebook, concretamente los de la Hermandad Latina Daga Negra, por los buenos ratos que me hacen pasar leyéndolos *les da un achuchón* Muchas gracias también por su amable permiso para utilizar sus fotos, son adorables^^ ¡Espero que os guste, chicos!

Dicho esto, la idea de escribir esta escena surgió en un momento en que, durante la escritura del primer capítulo de “Amantes Liberados”, mi próximo fic QhuinnxBlay, me estaba peleando para meterme en la mente de Blay sin acabar de conseguirlo. No acababa de ver el punto mental y emocional en el que estaba Blay, justamente porque no sabía lo que había representado para él lo de Saxton, sus comparaciones con Qhuinn… Y escribir “Torniquete” me ha ayudado tanto a meterme en la piel de Blay como en la de Saxton^^

“Torniquete” NO es el primer capítulo de “Amantes liberados”, es una historia independiente. Pero, cronológicamente y desde el punto de vista de las emociones de los personajes, se puede considerar un preludio. Respecto a lo poco que apunto de la historia de Saxton aquí, lo acabaré de desarrollar en “AL”. Al respecto, tengo escrita la mitad de ese primer capítulo de “AL”. Espero poder colgar el primer capi a principios de la semana que viene.

Ya me callo. Un último aviso: esto es una historia “M”, con sexo explícito de la primera a la última línea (aunque para mí la parte emocional es la más importante aquí). Algún día escribiré cuentos infantiles de princesitas pero parece que, de momento, no hay manera 😛 ¡¡Agradezco comentarios!!

(Al final de este fic, tenéis los avances del primer capi de «AL»)

Para leer «Torniquete» en Fanfiction.net, aquí

Para leerlo en el blog:

TORNIQUETE

Blay no era consciente de haber tomado una decisión, pero era obvio que sus pies tenían un objetivo. Caminó por el pasillo hasta dos puertas más allá de la de Qhuinn y su mano se alzó y picó por voluntad propia. Cuando obtuvo una respuesta apagada desde dentro, abrió. Al otro lado, la habitación estaba casi en penumbra y olía divinamente… y, mientras permanecía a la luz del pasillo, su sombra alcanzó los pies de la cama.

-Muy oportuno, acaban de irse.- la voz ronca de Saxton era una promesa de cosas que Blay quería- ¿Has venido a ver cómo estoy?

-Sí.

Hubo un largo silencio.

-Entonces cierra la puerta y te lo enseñaré.

La mano de Blay apretó el pomo hasta que los nudillos crujieron. Luego entró y cerró la puerta detrás de él. Mientras se quitaba los zapatos, echó el pestillo.

Para tener intimidad.

La habitación, uno más de los pequeños cuartos de invitados de la mansión, estaba totalmente a oscuras excepto por una lamparita encima de una cómoda. La luz cálida que derramaba alcanzaba lo justo para iluminar a Saxton, de pie al lado de la cama. Se había quitado la americana, la corbata y tenía las mangas de la camisa remangadas hasta los codos. El chaleco realzaba su figura espigada y elegante. La habitación olía a él, un perfume peligroso, masculino, a madera y colonia.

El corazón de Blay, aquella estúpida cosa en su pecho que últimamente sólo le dolía, empezó a arrojarse contra sus costillas hasta que oyó los latidos rebotándole en las sienes. Había esperado demasiado tiempo, perdido en el “a lo mejor mañana” y en el “¿y si?” hasta que se había dado de bruces con la maldita verdad en forma del prendedor de Layla entre las sábanas revueltas de la cama de Qhuinn.

Aquella era la realidad, no las estúpidas fantasías de sus sueños.

Qhuinn nunca estaría allí para él, pero Saxton sí. Quizás no le diera lo que su corazón le pedía, pero sí lo que su cuerpo necesitaba, y aquello, teniendo en cuenta que hasta ahora no había tenido nada, era una bendición.

Tomó aire y dio dos zancadas hacia Saxton. Decididas.

El empuje se le acabó cuando estuvo a un palmo del otro macho.

Los ojos grises estaban siguiendo cada uno de sus movimientos, como un depredador. No quedaba ni rastro de morados ni de cortes en su rostro, sólo aquella piel fina, algo tostada, los rasgos delgados, aristocráticos y una pequeña sonrisa en los labios.

Tragó saliva. Dos veces.

Saxton era como un arco de triunfo hacia lo que él quería cuando toda la vida se había encontrado una puerta blindada. Y, a pesar de su decisión, no tenía ni idea de cómo cruzarlo.

-Ven, Blaylock.- extendió una mano hacia él, de dedos largos.

No hacía falta decir más. Los dos sabían a qué punto les iba a conducir aquello.

Blay alzó la mano, cogiendo la que Saxton le tendía. Su piel era cálida, suave y contuvo un escalofrío al pensar en cómo se sentiría sobre la suya. Desnuda. El paso que le acabó de acercar a Saxton se le antojó el de cruzar un abismo.

El macho le atrajo contra él hasta que sus pechos se rozaron y guió sus manos para que Blay rodeara su cintura, apoyándolas sobre la baja espalda del rubio. Las manos de Saxton treparon por sus brazos. Lentamente, los ojos grises fijos en los suyos. Acarició sus hombros, subió por su cuello hasta cogerle la cara y acortar el espacio entre ambos. Los labios de Saxton rozaron los suyos y Blay cerró los ojos.

-¿Estás asustado?- incluso la voz del macho era suave, sedosa contra su boca.

-No.

Sólo condenadamente nervioso.

-Entonces bésame…

Cristo… Las manos de Blay se tensaron convulsivamente sobre el chaleco de Saxton. Entreabrió los labios, acoplándolos con suavidad contra los del otro macho, moviéndolos despacio hasta hacerse con su textura, ganando confianza. Las lenguas entraron en escena con la misma lentitud, saludándose, mojándose, creando aquel espejismo de cercanía que da el sexo. Blay soltó el aire poco a poco cuando la lengua de Saxton exploró su boca, rozando sus colmillos, saboreándole como si fuera un dulce exquisito. Aquellos dedos largos acariciaron su pelo mientras la otra mano de Saxton bajaba por su espalda, sobre la camiseta, poniéndole la piel de gallina.

Sus cabezas giraron siguiendo el compás de sus bocas, robándose el aire en el silencio del cuarto en penumbra. Lento y lánguido. Como si Saxton realmente disfrutara con él, sin “peros”, sin contradicciones internas. Como si de verdad le sintiera a él. La sensación fue tan fuerte que Blay se aferró a su espalda con fuerza, pegando sus cuerpos desde el pecho a las rodillas.

Saxton dejó ir un pequeño jadeo cuando sus ingles se rozaron. Se separó de la boca de Blay, bajando con los labios por su cuello, aspirando.

-Me encanta tu olor, Blaylock…

El pelirrojo echó la cabeza hacia atrás con un gemido cuando la punta mojada de la lengua de Saxton recorrió su vena, salpicándola de besos y roces con los colmillos. Tembló con tanta fuerza que los brazos del rubio rodearon su espalda, manteniéndole estable.

-¿Te gusta?- dios, aquel tono ronco.

¿Gustarle? Mierda, Saxton le hacía sentir deseado. Contemplado. Incómodo ante la propia excitación que eso le provocaba.

-Sí…-jadeó.

El macho rió con suavidad contra su piel, un sonido que reverberó por el cuerpo de Blay, erizándole el vello. Fue a por él en serio, con una intensidad que Blay no había experimentado nunca. Labios, lengua y colmillos, resiguiendo su mandíbula, su cuello, el principio de su hombro. Las manos delgadas se metieron bajo su camiseta y, cuando treparon por sus abdominales, a Blay le temblaron las rodillas. Se sacudió, pegándose a Saxton.

Clavándole su erección en el muslo.

Le dio tanta vergüenza ver lo rápido que le afectaba, lo poco acostumbrado que estaba a que alguien le tocara de aquella manera, que dejó caer la cabeza en el hombro del rubio, con la cara contra el cuello de Saxton, respirando por la boca.

-¿Algo va mal?- las manos largas subieron por su espalda, tranquilizadoras.

Blay meneó la cabeza, sintiéndose una especie de nenaza con estrés post traumático de rechazo de años.

-Es sólo que… no… -soltó una breve risa, incómoda-. No estoy acostumbrado a… no creí que reaccionara tan… rápido.

Saxton se separó un poco, obligándole a levantar la cabeza y a mirarle.

-¿Me permites hacerte notar algo?

Blay asintió. El macho apoyó las manos en sus caderas, atrayéndole hasta pegarlo a las suyas. Algo duro y largo se apretó contra su propia erección. La respiración de Blay acabó por perder el ritmo. Saxton movió las caderas poco a poco, pendiente de su expresión. Su pene movió el suyo a través de los pantalones y el aire escapó por completo de los pulmones de Blay.

-No sólo tú reaccionas rápido… -los labios de Saxton volvieron a los suyos, besándole con calma, incitante, mientras movía las caderas en círculos, acariciando su polla, midiendo sus tamaños. Luego habló contra su oído- ¿Alguna vez has estado con otro macho?

-Dios, no… -Blay rió cuando la réplica sincera salió rodando de sus labios. Como si no se notara bastante que era virgen-. Sólo… con hembras.

Saxton le miró un momento con una ceja enarcada.

-Santo cielo.-sus manos volvieron a trepar por sus abdominales, poniéndoselos duros-. ¿Quieres estar conmigo, Blaylock? ¿Quieres saber lo que es tener a un macho?

-Sí…

A la mierda la ansiedad, a la mierda los nervios y el acción-reacción. En aquel momento Blay supo que quería aquello por él mismo. Por su propia sexualidad, por su propio deseo. No como vendaje de ninguna herida. Las manos de Saxton quemaban en su piel y se quitó la camiseta con un movimiento fluido, tirándola sobre una silla.

-Por la Virgen, eres hermoso…

Los ojos grises recorrieron su torso desnudo como si repasaran un catálogo de arte y luego le siguieron las manos de Saxton, suaves sobre su piel desnuda. Treparon por sus costados, pasando como un fantasma por sus abdominales, haciéndole abrir los labios para respirar cuando apenas insinuaron un roce en sus pezones.

-Nadie me lo ha dicho nunca.- mierda si no era para darle el premio al patético del siglo.

-Tendré que demostrártelo, entonces.-le cogió de las manos, guiándoselas hasta los botones de su chaleco-. Quítamelo.

Tragar saliva parecía la segunda actividad de la noche. Los dedos de Blay pelearon con los botones de plata mientras sus ojos se enredaban con los de Saxton. Él le dejó hacer, sin prisas ni huidas por alguna culpabilidad imaginaria. Blay le quitó el chaleco y lo envió junto a su camiseta. Saxton bajó la vista hacia su impoluta camisa blanca y enarcó una ceja. Aquella vez, las manos de Blay temblaron menos mientras la desabrochaba. Para compensar, su corazón inició una arritmia cada vez más aguda a medida que más piel tostada quedaba al descubierto.

Cuando hubo desabrochado el último botón, Saxton le cogió las manos y se las apoyó sobre su estómago liso, subiéndoselas por su abdomen y su pecho hasta hacerle empujar la camisa por los hombros. Blay no pudo evitar quedarse mirando. Saxton no era un guerrero, no tenía músculos abultados por todas partes. Más bien era un felino, de huesos largos, elegante y sensual. Atrayente pero con un punto peligroso oculto.

-¿Te gusta lo que ves?

Mierda, le había pillado mirando.

-Lo siento.- murmuró, sintiéndose como un gilipollas total.

-¿Por qué? Me gusta que me mires.-Saxton le cogió de las manos, tirando de él mientras caminaba de espaldas. Hacia la cama-. Quiero que me toques.

Ya, joder… O sea, una cama. No un lavabo estrecho lleno de los gemidos de las prostitutas del IM, ni un callejón oscuro, ni un golpe seco contra una cómoda, violento y apresurado. Una cama. Rió, con un punto de amargura.

-¿Qué es tan divertido?- Saxton le contempló con las cejas rubias algo fruncidas, perdiendo un poco de aquella aplastante seguridad en sí mismo.

-Nada.- Blay mantuvo la sonrisa mientras empujaba al otro macho hasta que Saxton se sentó en el colchón-. Es sólo que me gusta esto. Mucho.

Algo se iluminó en los ojos claros, un resplandor que no tenía nada que ver con la lamparita encendida y todo con la lujuria. El rubio alargó un brazo y tiró de él hasta hacerle perder el equilibrio, echándoselo encima. Aunque Blay le aventajaba en más de diez kilos de músculo, se dejó hacer y, cuando acabó tumbado de espaldas, con Saxton encima de él, le pareció lo más natural, lo más adecuado del mundo. Abrió las piernas para que el otro pudiera acomodarse, justo contra su ingle, y levantó las manos para atraer su cara.

Iba a disfrutar aquello. Aunque fuera un maldito gay novato traumatizado, iba a disfrutarlo.

Su lengua entró en la boca de Saxton sin dudas, mandando las inseguridades al maldito infierno, y movió las caderas hacia arriba por instinto cuando el macho empezó a frotarse contra él, jadeando al sentir la dureza de sus pollas. Rodaron por las sábanas, las piernas enredadas igual que las bocas, con las manos conociendo los músculos duros y las pieles suaves.

Cuando se separaron para respirar, Blay cerró los ojos y conjuró todo el valor que tenía para susurrar en el oído de Saxton, contra su pelo suave.

-No quiero seguir siendo virgen….

OOO

Saxton abrió los ojos de par en par al oír aquel murmullo. Ignición. Pura lava inyectada de golpe bajo sus pantalones. Dios, había valido la pena ser paciente todos aquellos días. Blaylock lo merecía. No sabía qué habría vivido aquel guerrero para avergonzarse de las reacciones de su propio cuerpo o para pedir perdón simplemente por quedarse mirando a alguien con quien estaba a punto de acostarse. Parecía imposible que alguien con aquel cuerpo, aquel rostro y aquella dulzura siguiera estando intocado.

Honestamente, Saxton no solía tener paciencia con los machos vírgenes. Algo en el cazador sutil que llevaba dentro le pedía amantes que pudieran darle la réplica, machos que no se avergonzaran de su cuerpo, que quisieran probar cosas nuevas.

Machos sin complicaciones.

La mayoría de los amantes que encajaban con ese estilo eran profesionales de la seducción, como él. Sabían cómo mirar para atraer a alguien desde el otro lado de un club, sabían cómo pretender que disfrutaban de una cena elegante cuando en realidad no era más que los preliminares de un juego pautado para acabar entre las sábanas. Todos, sus amantes y él, eran piezas en un baile de máscaras.

Blaylock no tenía nada que ver.

Era completamente inocente, puro, y no sólo porque no hubiera estado con ningún macho. No fanfarroneaba, no coqueteaba. Sólo se mostraba tal como era, si tenía que confesar que no tenía experiencia, lo hacía en vez de disimular. Y, al parecer, cuando tomaba una decisión, se entregaba a ella. Puede que fuera inexperto, pero tenía la iniciativa de un guerrero, y eso era algo que Saxton nunca había probado.

Como el buen vino, Blaylock tenía todas las cualidades para que su sabor perviviera en el paladar mucho tiempo después de haberlo degustado.

Mientras ondulaba el cuerpo encima del pelirrojo, arrancándole un jadeo, Saxton se preguntó si aquella podía ser la botella que faltaba en su bodega.

-No voy a dejar que salgas virgen de aquí…

Mordió el lóbulo de su oreja para bajar por su cuello, arañándole con la punta de los colmillos, la justa dosis de dolor placentero. Blaylock se arqueó como una cuerda de violín bien tensada, clavándole los dedos en la espalda, sin ocultar sus reacciones.

Saxton estaba deseando ver cómo sería cuando estuviera dentro de su cuerpo.

Cuando su lengua trazó un círculo sobre el pezón rosado de Blay para luego chupar a suaves tirones, las manos del pelirrojo bajaron a sus nalgas, apretándoselas mientras separaba las caderas del colchón. Saxton sonrió contra la piel blanca, provocándole con roces rápidos de la lengua, ligeros, mientras jugaba con el otro pezón con su pulgar.

-Dios…- Blaylock onduló bajo él, removiéndose, echando la cabeza hacia atrás, sin disimular para nada lo que le provocaban sus caricias.

Mmm… un vino joven, pero con notas profundas, sin duda.

Los labios de Saxton iniciaron un recorrido sensual hacia abajo, lamiendo y besando los gruesos músculos y la piel pálida. El contraste entre la fuerza y el encanto pecoso era adictivo, intoxicante. La punta de su lengua llegó a la sensible piel bajo el ombligo de Blay y mordió con suavidad, con los dientes delanteros.

El efecto fue instantáneo. Las manos de Blaylock se hundieron en su pelo con fuerza y alzó las caderas, clavándole la erección en el cuello. Saxton se apoyó sobre las manos, levantándose para sonreírle. Antes de conseguirlo, Blay empujó, haciéndole rodar y cambiando las posiciones.

Saxton se encontró de golpe tumbado de espaldas con Blaylock encima, besándole con fuerza, apretándose contra su ingle. Jadeó, llevado por la sorpresa, y Blay rompió el beso, mirándole con los labios entreabiertos.

-Lo siento, yo…

Las manos de Saxton bajaron por los sedosos músculos de aquella espalda pecosa, sonriendo con los colmillos alargados. Así que había una reserva de ímpetu bajo aquella timidez.

-Creo que va a gustarme tener a un guerrero en mi cama.- murmuró mientras frotaba su erección con la de Blay a través de los pantalones. El pelirrojo gimió, bajando la cabeza para mirar entre sus cuerpos, y tensó todos los músculos de los brazos, como si estuviera reprimiéndose- ¿Quieres verme?

Los ojos azules volaron a los suyos ¿Había sorpresa en aquella mirada? ¿Como si ninguna de las parejas que hubiera tenido Blaylock se hubiera dejado tocar y contemplar? Blay asintió, frunciendo el ceño como si aquello fuera una especie de desafío para él. Saxton se apoyó sobre los codos. Definitivamente, aquella noche las cosas iban a ser distintas a lo habitual.

-Desnúdame…- murmuró, la voz ronca-. Tócame.

El color subió a las mejillas pecosas y Blay tragó saliva. Sentado a horcajadas sobre él, pasó la manos por su cuerpo, suavemente, explorando con las yemas de los dedos su estómago, sus costados. Con una mirada dudosa, pidiendo permiso, se inclinó sobre él. Los labios de Blaylock eran suaves sobre la piel de su hombro, de su pecho, salpicándole con besos tentativos, indecisos. Jadeó y eso animó a Blay. La punta de su lengua se unió a la exploración, probando la piel de su cuello en un roce dulce.

Los ojos de Saxton se abrieron con fuerza, mirando el techo, y sus manos se aferraron a los hombros enormes cuando el calor se desparramó por su sangre a partir del punto donde Blay le besaba.

¿Exactamente, quién estaba teniendo su primera vez allí? Porque aquello, aquel mimo, era lo que Saxton habría querido para la suya.

Sorprendido de su propia reacción, gimió cuando la boca de Blay besó sus pezones, imitando lo que él había hecho antes. El pelirrojo levantó la cabeza al instante.

-¿He hecho algo mal?

-¿Mal?- Saxton enarcó las dos cejas y cogió la cara de Blay entre sus manos, forzando los abdominales para poder incorporarse y besarle. Después se dejó caer sobre la almohada y levantó las caderas, haciéndole notar su excitación- ¿Tú crees que esto es hacerlo mal, Blaylock?

El muchacho parpadeó y el rojo de sus mejillas subió un grado más.

-¿Eso… es por mí?

Saxton se quedó sin habla un par de segundos cuando le recorrió una emoción que hacía mucho que no sentía: ternura. Cogió la mano derecha de Blay y la apoyó sobre su propia erección, suavemente, sin abrumar, y sonrió contra sus labios cuando el guerrero dejó ir el aire en una exclamación.

-¿Por qué no lo compruebas?

-Creí que tú… -a Blay casi no le salían las palabras-… me enseñarías a mí.

-Algo me dice que necesitas… -la mano de Blaylock seguía sobre él, caliente-… hacer esto en tus términos.

Brillaron. Aquellos ojos azules brillaron al mirarle con una expresión de sorpresa agradecida que iba a permanecer grabada en sus retinas durante mucho, mucho tiempo. Un momento después, los dedos de Blay se cerraron sobre su pene y Saxton se removió entre las sábanas, jurando entre dientes. Blaylock movió la mano un par de veces, inseguro, y él exhaló para luego apretar los dientes, conjurando fuerza de voluntad. Abrió los ojos, que no sabía que había cerrado, cuando Blay le soltó para pelearse con su cinturón.

El sonido de la cremallera al bajar acabó de ponerle duro.

Saxton se incorporó sobre los codos, con la boca entreabierta, y levantó las caderas para que Blay pudiera bajarle los pantalones. Se quedó con los bóxers, bien ocupados con una erección que cada vez tenía menos de sexo coleccionable y más de auténtica emoción. Blay enganchó los dedos en la cinturilla elástica y volvió a mirarle un segundo antes de bajárselos, despacio, liberándole. El pelirrojo se tomó su tiempo apartando la ropa, con la mirada baja, antes de atreverse a mirarle.

Silencio.

-¿No te gusta lo que ves?- Saxton tragó saliva, sin poder recordar cuándo se había sentido tan expuesto y cuándo le había importado la opinión de su amante.

-Demasiado… -los ojos de Blay estaban muy abiertos, sus pectorales moviéndose convulsivamente.

-Entonces demuéstramelo.- alargó una mano para cogerle del brazo y tumbarle sobre él.

Blaylock se echó a su lado, escondiendo la cara contra su cuello, comido por la vergüenza, mientras subía por su muslo con la mano, poco a poco. Saxton abrió las piernas. Los dos jadearon cuando la mano de Blay llegó a sus testículos, explorándolos, para luego subir por su pene, moviendo suavemente su piel para luego hacerla retroceder. Saxton echó la cabeza hacia atrás, rodeando los hombros de Blaylock, sin saber quién de los dos gimió más al contacto. Aquella mano ancha, de guerrero, subió y bajó, encontrando un buen ritmo, y los gemidos de Saxton se hicieron más pronunciados cuando el pulgar rozó su punta, arrancándole humedad.

El pelirrojo debió notarlo porque separó la cabeza de su hombro, mirando lo que tenía entre las manos. Pasó el pulgar por su hendidura un par de veces más y Saxton se separó de la cama. Cuando la mano de Blay volvió a bajar por su polla, el contacto se volvió resbaladizo, sensual.

-¿Está… bien?- las mejillas de Blaylock estaban tan rojas como su pelo.

Por toda respuesta, Saxton le enlazó la nuca con la mano y lo atrajo hacia su boca. Aquella vez no fue gentil ni delicado. Los colmillos alargados arañaron la lengua de Blay, sus labios, y la sangre se mezcló con la saliva.

-Llévame al orgasmo. Puedes hacerlo, Blaylock….

Rodeó la mano de Blay con la suya, marcándole un ritmo rápido hasta que el pelirrojo aprendió. Luego le guió la otra mano más abajo, a sus testículos, enseñándole a acariciarlos.

Buen alumno. Blaylock era un buen alumno.

La boca del guerrero bajó por su cuello, besando y lamiendo, cada vez con más confianza, mientras su mano se hacía por completo con su forma, con su tamaño, aprendiendo dónde presionar según sus gemidos. Alternando su polla con sus orbes, mordiéndole en el hombro.

Blaylock apretó su base con fuerza, arrancándole un gemido agudo, para luego subir lento hasta la punta y bajar con rapidez, iniciando una serie de caricias largas con el pulgar repasando su vena.

-Oh…. Dios…

Saxton alzó las caderas hacia arriba, encajándose en la palma de Blay y derramándose con fuerza, abriendo los ojos para poder ver la expresión de su amante, su sorpresa al ver a un macho corriéndose en su mano por primera vez.

-Eso ha estado… muy bien…- se desplomó en la cama, boqueando, el pelo rubio desordenado sobre la frente, mientras Blay le acompañaba con sus dedos un instante más, hasta que las pulsaciones disminuyeron.

El pelirrojo jadeaba, con la misma expresión de maravilla en los ojos que tenía desde que habían empezado aquello. Le soltó y recorrió su cuerpo con la mano, curioso, con el anhelo de más en la mirada.

-¿Quieres saber lo que siente?- Saxton sabía que su sonrisa tenía un punto de avidez.

-Sí.- ni sombra de duda.

-Entonces desnúdate para mí.

Las cejas pelirrojas se fruncieron, decididas, mientras Blay se ponía de pie al lado de la cama, desabrochándose el cinturón. Saxton apoyó la cabeza sobre una mano, observándole. Aquello era lo que quería conseguir: que Blay tuviera la confianza suficiente como para ofrecerse.

Observó el ondular de los músculos, la forma en que la única luz de la habitación lamía su silueta, y el corazón le retumbó en el pecho como hacía tiempo que no sentía.

Los pantalones de cuero cayeron al suelo con un roce sordo acompañado del “clinc” metálico de la hebilla del cinturón. Blaylock tragó saliva, con los ojos fijos en los suyos, y se empujó los bóxers hacia abajo. Cayeron al suelo con un susurro y el pelirrojo dio un paso para salir del círculo de ropa, quedándose totalmente desnudo al lado de la cama.

A Saxton la respiración se le cortó en la garganta. Si Blay resultaba deslumbrante sin camisa, así quitaba el aliento. Pecho enorme, músculos marcados bajo una fina transpiración, aquellos abdominales que bajaban hasta la uve de sus caderas, piernas largas de gruesos muslos. Y, entre ellas…

Santa Virgen en el Fade.

Blaylock apretó los puños y bajó la mirada, su confianza recién adquirida tambaleándose ante su silencio. Saxton se sentó en la cama, parpadeando.

-Sabía que no…- empezó a murmurar el pelirrojo.

-Eres lo más hermoso que he visto en mi vida.- ni siquiera fue consciente de sus palabras, se limitó a dejar que su cerebro hablara sin filtros-. Que nadie te haya tocado hasta ahora es un pecado inconcebible y me siento honrado de que me hayas escogido a mí.

Blay levantó la cabeza de golpe.

-Te… gusto.- por el tono, no quedaba claro si era una afirmación o una pregunta.

Saxton rió. De corazón, nada de sonrisas afectadas, y extendió la mano hacia él.

-¿Me permitirás que te muestre cuánto?

Blay soltó el aire poco a poco y se acercó a la cama, su masiva erección más allá del ombligo, señalándole, escogiéndole.

En ese momento, Saxton supo que aceptaría la invitación más allá de una noche.

OOO

Blay pensó que moriría de vergüenza tal como estaba, desnudo y duro e inseguro de si había algo deseable en él. Hasta que vio cómo le miraba Saxton y escuchó su risa. Maldita sea, a Saxton le gustaba. Mucho, a juzgar por cómo vio que pulsaba su polla a pesar de haber acabado de correrse.

Le habría dado las gracias de no ser porque había perdido el uso de las cuerdas vocales.

Cristo, sólo el haber podido tocarle ya hacía que aquello valiera la pena. Por usar sus propias palabras, Saxton era hermoso, lo sabía y estaba a gusto con su propio cuerpo. Poder estar con alguien así, que no se arrepentía de las reacciones que Blay le provocaba, que no le hiciera sentir culpable por tambalear alguna maldita decisión interna, era un jodido bálsamo.

Gateó sobre la cama hasta abrazarse a él y se le escapó una exclamación ahogada en cuanto su polla rozó la suave piel del abdomen del macho. Saxton le besó hasta que acabó de colocarse encima de él, entre sus piernas, deslizándose hacia abajo, y Blay cerró los ojos, rogando a los dioses que su cuerpo colaborara un poco y no se corriera en cuanto Saxton le pusiera la mano encima porque todo aquello ya le había puesto al límite y…

Algo caliente y húmedo rozó su punta, la envolvió en calor y chupó.

-¡Oh… joder!

Abrió los ojos de golpe mientras sus caderas saltaban solas, hundiéndose momentáneamente en aquel calor, para ver a Saxton con la cabeza justo sobre su polla, las manos a ambos lados de su entrepierna, con una sonrisa torcida. Le acarició el muslo con una mano, subiendo poco a poco.

-Mmm… Creo que voy a tener que inmovilizarte, Blaylock. Teniendo en cuenta tu tamaño, puedes ahogarme si vuelves a hacer eso.

Su polla empezó a supurar sólo con oírle. No es que nadie se la hubiera chupado antes; es que no lo había hecho ningún macho y, hasta ahora, nunca lo había sentido como… correcto.

-Perdona, yo….

-Quédate apoyado sobre las manos, quiero que veas lo que te hago.

Blay tuvo el tiempo justo de ver el brillo en los ojos grises un momento antes de que Saxton bajara la cabeza otra vez.

-Cristo…

Todo su cuerpo quedó rígido cuando aquella boca caliente bajó con lentitud asesina por su polla, replegando su piel, para volver a subir, jugueteando con el anillo bajo la punta, chupando con fuerza para volver a bajar despacio.

Blay echó la cabeza hacia atrás, con las palmas sobre el colchón, los brazos estirados, las caderas levantadas, las piernas abiertas y rígidas, gimiendo como si el alma se le estuviera yendo por la polla.

Más bien, era como si Saxton estuviera parando la hemorragia que sufría de sí mismo, de autoestima y de confianza, desde hacía años.

Dos bajadas más de su boca. Fue lo máximo que aguantó.

En cuanto notó el suave roce de los colmillos de Saxton sobre la piel de su polla, un gemido ronco y continuo empezó a trepar por su garganta y sus testículos se encogieron junto con sus abdominales y…

-¡Mierda!

Saxton le sacó de la boca, frotándole con la mano mientras besaba su vientre convulso, arrancándole el semen tibio que mojó su abdomen como si hubiera mantenido celibato durante años y ahora tuviera el depósito a punto de estallar y no pudiera parar de correrse.

Blay se dejó caer en la cama con los ojos cerrados, respirando como un fuelle, mientras la mano de Saxton, pringada, recorría su ingle, apreciativa, adorando sus formas, extendiendo lo que había salido de él. Notó moverse al macho hasta que se tumbó a su lado, enredando las piernas entre las suyas.

Saxton volvía a estar duro.

-Lo siento… -joder, tenía la sensación de que llevaba todo el rato disculpándose. Por su inexperiencia, por lo que le hacían sentir, por irse como una nenaza en cuanto alguien le tocaba.

-¿Por qué? Es un halago.- los dedos de Saxton le cosquillearon la piel del pecho-. Significa que quieres esto.- la boca del macho salpicó de besos sus pectorales y sus hombros-. Quiero hacerte el amor… si tú me dejas.

Blaylock cerró los ojos con fuerza cuando su polla dio un salto y un nido de serpientes pareció correr por sus tripas. Un olor a cuero, un cuerpo musculoso y unos ojos dispares tuvieron el valor de aparecerse en su mente y el corazón le dio una punzada de agonía monstruosa.

No está aquí. Nunca lo estará. Y ya has esperado bastante.

Saxton era un cuerpo cálido sobre el suyo, sus manos y su boca estaban despertando de nuevo su deseo. Saxton le veía, le deseaba y disfrutaba de él. Era sensual, atento y entendía más de lo que Blay habría esperado que pudiera entender. Buscó su boca, atrayendo su lengua, y acarició sus colmillos hasta que el macho ronroneó. Sus cuerpos se deslizaban, resbalosos por lo que mojaba sus vientres, y el contacto de sus erecciones bastaba para darle escalofríos.

Era lo correcto.

-Házmelo.- murmuró contra los labios suaves, las manos hundidas en el pelo rubio.

Saxton se movió entre sus piernas, balanceándose, imitando lo que ocurriría después, mientras mordisqueaba su cuello. Blay notó cómo los colmillos del macho se alargaban al escuchar su respuesta y el cuerpo esbelto reprimía un temblor.

-Dolerá… un poco. No tenemos lubricante aquí.- Saxton lo miró, las mejillas arreboladas, los labios hinchados. Podía no ser un guerrero pero era una jodida belleza.

-No me importa.- Dios sabía que ya había tenido bastante dolor por otras cosas que no daban placer.

Saxton metió la mano entre ellos, mojándose con el semen de ambos.

-Déjame hacer… déjame cuidar de ti.

Empezó a bajar hacia abajo por su cuerpo.

-Ya lo haces…- Blay no supo si el macho oyó su murmullo, pero esperaba que lo hiciera.

Mantuvo las manos en el pelo rubio, dándose valor con el contacto cuando Saxton le separó los muslos, empujándole para que doblara las rodillas, las piernas abiertas. Dejó escapar una suave exhalación cuando la lengua del macho volvió a recorrerle, endureciéndole, jugueteando, calmando su aprensión con placer. Apretó la cabeza contra las almohadas cuando Saxton tomó sus orbes en la boca, alternando con su polla mientras sus dedos esparcían humedad resbalosa más abajo, dejando que se acostumbrara a la sensación.

Al poco, algo entró en él.

Blay separó las nalgas de la cama, tenso como una piedra, con la sensación de que en vez de sangre tenía fuego en las venas.

-Dulce Virgen…

-No tienes ni idea…- aquel dedo se movió muy despacio mientras la boca de Saxton volvía a estar en él, besando y chupando su polla-… de lo especial que eres.

Sus músculos se relajaron por ensalmo. Tomó aire, forzándose a no apretar el cuerpo. La quietud de la habitación amplificaba los sonidos del sexo, envolviéndole en un momento íntimo, sólo para él. Blay se curvó hacia atrás al notar una nueva invasión, ensanchándole, pero abrió más las piernas en vez de tensarse.

Aquello era lo correcto para él. Aquello era lo que había estado esperando, el tipo de sexo que le daba placer. Se abandonó a las caricias, a los dedos largos en él, con los ojos cerrados. Gimiendo cuando la preparación se volvió un poco más invasiva, hasta que sus estrechos músculos se acostumbraron.

Maldita sea, lo estaba disfrutando.

Abrió los ojos, sorprendido por la interrupción y sin saber cuánto rato llevaba retorciéndose y jaedando, cuando Saxton subió hacia arriba, besándole un instante.

-Este es tu momento, Blaylock.- murmuró. Había una expresión peculiar en los ojos claros. No tenía nada que ver con la seducción que había visto hasta entonces, ni con la simple lujuria. Parecía ternura mezclada con nostalgia-. Quiero que escojas. Puedo darte lo que quieres… o puedes cogerlo tú de mí, con tus condiciones, a tu ritmo.

La garganta se le hizo un nudo y los ojos le ardieron ¿Cómo lo sabía Saxton? ¿Cómo sabía que siempre se sentía la sombra silenciosa, la mascota arrastrada por el huracán de personalidad de…? Se mordió la lengua ¿Cómo podía Saxton entender su frustración si apenas se conocían?

¿Cómo mierda iba a poder agradecerle aquello?

-En mis… condiciones.- casi no le salió la voz.

Saxton no dijo nada, sólo lo abrazó para hacerles rodar y cambiar sus posiciones, con el rubio tumbado boca arriba y él sentado a horcajadas encima. Saxton dobló las rodillas y su erección se frotó entre las nalgas de Blay, insinuante. Intentó respirar sin boquear. Una cosa era decirlo y otra hacerlo. Las manos del macho acariciaron sus muslos; seguía con aquella expresión cálida.

-Deja que te ayude. Tú diriges, sólo deja que te ayude.

Asintió ¿Qué mierda se suponía que podía contestar si no?

Blay se levantó un poco para que Saxton pudiera llevar una mano entre sus cuerpos y cogerse, manteniéndose recto y quieto, listo para que él pudiera aceptarlo dentro.

-Baja… poco a poco.- el pecho delgado oscilaba, con una respiración errática.

Sus jodidos pulmones directamente habían dejado de funcionar.

Blay apoyó las manos en el vientre de Saxton y empezó a bajar hasta que la punta húmeda se apoyó directamente en su entrada. Tembló. Cerró los ojos. Bajó un poco más, apretándose contra él. Se aferró a los costados de Saxton con ambas manos, fuerte. Empezó a dilatarse. Jadeó.

-Bien… lo estás… haciendo… bien.

Las piernas y los brazos le temblaron. La mano libre de Saxton acarició su cadera, tranquilizadora, esperando, dejándole hacer. Gracias. Gracias, maldita sea, gracias. Se encajó un poco más con un gesto brusco, traspasándose con la punta del macho. Gimió con los ojos cerrados.

– Duele…

-Respira. Poco a poco. Respira… -la mano de Saxton apretó su cadera y el macho tembló, reprimiéndose de moverse-. Deja que pase el dolor, respira…

Blay no supo cuánto tardó en acostumbrarse a las punzadas de su cuerpo, quizás segundos, quizás un minuto, hasta que volvió a empujar. Unos centímetros más abajo. La polla de Saxton unos centímetros más dentro de él. El macho gimió casi tanto como él.

-Así… así, Dios, Blaylock. Eres tan estrecho.

Las caderas de Saxton se movieron un poco, sin que pudiera evitarlo, y Blay abrió los ojos de golpe al notar el vaivén de su polla dentro él. La sensación le impactó tanto como la visión del macho bajo él: la piel tostada estaba recubierta de sudor, el pelo rubio desparramado sobre la almohada, los labios rosados, y su pene largo y suave enterrado hasta la mitad en su cuerpo.

Blay perdió por completo el control de lo que hacía. Se dejó caer sobre Saxton de forma tan inesperada que el macho se arqueó de puro placer, dejando ir un gemido estrangulado. Se encajó de golpe.

–¡OH, JODER!

La descarga de dolor sacudió todo su cuerpo, trepando por su columna vertebral, mezclándose con la sensación de sus testículos chocando con los de Saxton, enterrado en él por completo. Le clavó las manos en los costados con todas las fuerzas, el cuerpo rígido, la cabeza gacha, las nalgas apretadas, gimiendo entre los dientes apretados.

-¡Respira! ¡Blaylock, respira! No aprietes.- Saxton se lo echó encima del cuerpo, abrazándolo sin salir de él, besando su pelo mientras él gemía, intentando adaptarse.- Eso es… así… suelta poco a poco…

Blay abrió los ojos, con la cara enterrada en el pecho de Saxton, cuando el dolor disminuyó a un nivel tolerable, respirando al ritmo de sus murmullos.

Oh, mierda.

Joder.

Virgen.

Tenía a Saxton dentro de él. Latiendo. Llenándole.

Blay se incorporó poco a poco, a horcajadas sobre él. El movimiento hizo que aquella barra dura se deslizara en su interior. Jadeó con los ojos muy abiertos. Saxton sonrió, puro sexo, al ver su expresión.

-Intenta… moverte… Arriba y abajo.- le cogió las caderas con ambas manos.

Lo hizo. Despacio. Flexionando los muslos para incorporarse y volver a descender. Su cuerpo se dilató y se contrajo, la polla de Saxton acariciándole por dentro. Muy, muy despacio.

Como él quería hacerlo. Como él decidía.

-Es… esto es…-no podía. No podía decirlo.

Volvió a apoyar las manos en el vientre del macho, encontrando un ritmo sensual, deslizándose sobre su polla. Saxton levantó las caderas para salir a su encuentro. Al ritmo que él marcaba, sin tomar la delantera, sin quitarle la iniciativa, rebullendo entre las sábanas. Algo empezó a encenderse en el vientre de Blay, un calor lento y profundo que le hizo jadear en busca de aire.

-Ojalá… pudieras… verte así.- murmuró Saxton con un sonrisa de medio lado, deslizando las manos por sus muslos mientras Blaylock le montaba-. Deja… que te dé placer.

No entendió lo que Saxton quería decir. Hasta que las manos del macho le empujaron un poco hacia atrás, enderezándole en vez de estar inclinado hacia el pecho del rubio. Cuando las caderas de Saxton se alzaron aquella vez, su polla tocó algo sensible y eléctrico en el interior de Blay.

Algo que estuvo a punto de enviarle de cabeza al orgasmo.

-¿Qué has…? Oh, mierda…- otra vez aquel escalofrío al moverse, aquel punto de calor que subía desde donde Saxton le ensanchaba hasta su vientre, su polla y sus pelotas.

-Muévete… sólo… muévete.

A fe que Blay lo hizo.

Inclinó el cuerpo hacia atrás, forzando a los músculos de sus muslos a impulsarle arriba y abajo, a buscar aquella fricción dentro de su cuerpo, y gritó cuando la encontró. El mundo, la inseguridad, el miedo por su sexualidad, todo se fue a la mierda de cabeza cuando Saxton y él empezaron a moverse a la vez, sincronizados, jadeando, el sonido resbaloso del sexo mezclándose con el golpeteo de sus testículos uno contra el otro y el rítmico crujir de los muelles de la cama.

La mano de Saxton se cerró alrededor de su polla que chorreaba y Blay perdió el ritmo con un gruñido para retomarlo al momento mientras su amante le acariciaba.

Aquello era más de lo que podía soportar.

Los ojos grises de Saxton estaban clavados en los suyos, brillando con alguna emoción más allá de un orgasmo que, cuando llegara, iba a dejarles exhaustos. Sus caderas se golpeaban, Blay sudaba, su cuerpo dolía y pulsaba y aquella polla larga le abría y cerraba y veía a Saxton masturbándole delante de sus narices mientras los dos gemían y aquella era la primera vez en años que se sentía de carne y hueso en vez de una sombra y…

Saxton se separó de la cama con un gemido, enterrándose hasta la empuñadura en su interior.

Blay notó su semen caliente brotando dentro de él, llenándole a borbotones, y gimió, se retorció y se corrió en la mano de Saxton como si fuera lo más jodidamente natural y mejor del mundo y tenía que darle más a aquel macho que le había hecho sentir hombre y no sabía cómo mierda…

Se derrumbó encima de Saxton cuando los dos aún se estaban corriendo, inclinando la cabeza a un lado, ofreciendo su cuello.

Gritó cuando los colmillos afilados penetraron la piel de su garganta, desvirgando su vena igual que su cuerpo. Saxton bebió a tirones mientras clavaba los dedos en su culo, manteniéndole encajado contra su polla, dilatado al máximo.

Blay ni siquiera notó cuándo el macho dejó de beber de él y cerró sus heridas. Permaneció desplomado encima de él, con la cabeza contra su cuello, aspirando el olor profundo de Saxton, hasta que el macho se movió un poco, deslizándose fuera de él. Blay gimió. Los quedaron tumbados de lado, abrazados.

-¿Estás… bien?

Blay abrió un ojo, solo uno.

-Sí…- se movió un poco, extrañado por la sensación pringosa entre sus piernas, e hizo una mueca al notar las punzadas en su parte sur. Mínimos daños colaterales-. Más o menos.- Saxton seguía con aquella expresión peculiar. Vulnerable. Al menos, Blay no era el único que se sentía así- ¿Te ha… gustado?

Se encogió por dentro. Algún resorte cerebral extraño le alertó de la posibilidad de que Saxton dijera que no, que se había dado cuenta de que no era lo que quería, que…

El macho rubio le pasó los dedos por la cara, resiguiendo su mandíbula, serio.

-No voy a olvidarlo.- murmuró, y Blay no supo si hablaba en voz alta o para él mismo-. Me gustas, Blaylock. No te pareces a nada de lo que he conocido. Eres único.

Las manos de Saxton se pasearon por su cuerpo, adorándolo, marcando el recorrido con su boca. Aquello no había acabado, lo cual estaba bien. Blay iba a necesitar varias dosis más de aquello para reconciliarse consigo mismo. Se dejó hacer con la sensación de que estaba en sueño lánguido y sensual. Ni siquiera le extrañó cuando Saxton se acostó sobre su espalda, besando su columna mientras volvía a presionar contra él, buscando entrar.

Blay llevó la mano hacia atrás, empujando las nalgas del macho contra él.

-Demuéstramelo. Por favor…

OOO

Horas más tarde, mientras Blaylock cerraba la puerta del baño para asearse, Saxton acarició con un dedo las sábanas arrugadas, impregnadas del olor de ambos. El guerrero no se había quedado dormido junto a él, acurrucado, como los amantes de las películas, y lo agradeció. Él no solía hacerlo tampoco y en aquel momento necesitaba poner distancia con Blaylock.

Necesitaba pensar por qué había hecho añicos todas sus reglas sagradas de comportamiento en la cama aquellas últimas horas. Él nunca se dejaba hacer con sus amantes, nunca les dejaba marcar el ritmo.

Nunca dejaba que se acercaran tanto a él.

Era algo que había aprendido hacía muchos años, cuando tenía la edad de Blaylock y acababa de lanzarse a la piscina de la vida con mucha ingenuidad y la convicción de que el mundo en el que vivía, la glymera, podía cambiar. Que su orientación sexual podía ser aceptada fuera de los confines de su familia más cercana.

Que podría estar con el macho que amaba.

Se tapó con las sábanas, mirando el techo. Había sido un crío idiota que había aprendido la lección de manos del supuesto amor de su vida: sácale todo lo que puedas al mundo, conoce sus reglas, juega con ellas, porque el mundo intentará sacar todo lo que pueda de ti y luego te tirará a la papelera del olvido.

Blaylock se parecía mucho a cómo había sido él antes de aquella ducha fría de realismo.

Tenía la misma inocencia, la misma confianza en el amor y, al igual que a él, le habían cerrado la puerta en las narices. Saxton no era estúpido: Blaylock amaba a Qhuinn. Con todas sus fuerzas. Y el idiota de su primo, en vez de dar gracias a la Virgen por el tesoro que tenía al lado, le había rechazado. A pesar de considerar al pelirrojo algo así como suyo. Así que Blaylock había acudido a él cuando, por algún motivo, Qhuinn le había partido el corazón y había entendido que su primo nunca sería para él.

En circunstancias normales, a Saxton le habría dado igual ser el plan B. Habría cogido el sexo, lo habría disfrutado, quizás habría hecho un hermoso dibujo de su amante y lo habría colgado en la pared, en su particular galería de recordatorio de cómo tenía que ser el mundo para que no te jodieran.

Pero no había podido ser así con Blaylock. Habría sido como volver a reabrir sus propias heridas.

Suspiró, pasándose la mano por el cuerpo.

Por primera vez en más años de los que recordaba, deseó que aquella no fuera la última noche con Blaylock, poder convertirse en algo más que el plan B.

Porque estar con él, de alguna manera, le hacía volver a sentirse un poco más cerca del Saxton que había sido.

OOO

En el baño, Blay agachó la cabeza, dejando que el agua caliente resbalara por su cuerpo, contemplando cómo el jabón se escurría por el desagüe ¿Cuánto rato llevaba en la ducha? No lo sabía. Sólo que no había podido permanecer más tiempo tumbado con Saxton en la cama cuando la garganta se le había cerrado y el pecho había vuelto a dolerle como si tuviera una pitón constriñéndoselo.

Había sido bueno. Mierda, no, había sido genial. La primera vez que cualquier tío querría tener con otro tío. Su amante había sido considerado, sensual, atento. Nada de un polvo guarro y rápido en un baño.

Saxton le había hecho sentir contemplado. Deseable. Había suturado sus heridas, le había reconciliado con su sexualidad.

Le había dado más en unas horas de lo que Qhuinn le había dado en toda la vida.

Los ojos le dieron una nueva punzada y se mordió el labio para reprimir las lágrimas al pensar en el nombre que se había prohibido a sí mismo aquellas horas.

Había sido la elección correcta. No podía obligar a Qhuinn a amarle, no podía hacerle ver que no necesitaba a una hembra noble a su lado para ser un macho de valía, no podía conseguir que Qhuinn entendiera que tenía un maldito corazón tan grande que no le cabía en el pecho porque su amigo estaba lleno de unos complejos que no conseguía superar y que hacía que jodiera a todos los que le querían.

Había aceptado que Qhuinn nunca vendría a él, que no tenía sentido esperar lo que nunca pasaría. En aquel instante, bajo la ducha, Blay tomó conciencia de que su camino y el de quien había sido el amor de su vida acababan de bifurcarse. Irremediablemente.

Saxton le había ayudado a mirar hacia delante y, sólo por eso, le debía más gratitud de la que jamás podría expresar. El macho le gustaba y, si por él fuera, seguirían viéndose más allá de aquella noche.

Pero, a pesar de todas sus reflexiones de lógica aplastante, un pensamiento seguía clavado en su pecho como una aguja al rojo mientras se tapaba la cara con una mano, la cabeza gacha.

Tendría que haber sido Qhuinn.

AVANCES DEL PRIMER CAPI DE «AL»:

Avance nº 1:

«Por mucho que te hundan un cuchillo en el corazón, no pueden matarte si nadie quiere acogerte en el Más Allá. Uno se sentía como una especie de boomerang.

¡Pam! Viaje de ida al Infierno.

¡Paf! Rebotando de vuelta a la Tierra fragmentado en mil pedazos.

Casi tres putos y jodidos meses para volver a regenerarse a sí mismo.»

Avance nº 2 (desde el punto de vista de Qhuinn):

«-IronMask. Quiero hablar con las Sombras.- Xhex desapareció en el aire y justo después lo hizo John.

Nadie le preguntó a él ¿Para qué? Estaba pegado por el culo a John, así que iría donde fuera su protegido. La capacidad de decidir hacia dónde dirigir sus moléculas la había perdido hacía meses, en el momento en que le rajó la garganta a Lash.

Y nadie le preguntaba a Blay si también se sumaba porque todo el mundo daba por hecho que iría a dónde fuera él. Pero, cuando Qhuinn se giró hacia el pelirrojo, su amigo estaba plantado en el callejón, indeciso.

-Eh, Blay, ¿no vienes?

¿Vas a esquivarme otra jodida noche?

Blaylock frunció el ceño, con la cara girada hacia los humanos que trotaban hacia el callejón, y luego asintió. A desgana, le pareció a Qhuinn.

-Vamos.

Cuando Blay se desmaterializó en el aire, Qhuinn no pudo dejar de preguntarse si, además de su libertad, habría perdido definitivamente otra cosa.

Algo que dolía mucho más.»

Avance nº 3 (la primera frase la dice Qhuinn y lo demás es punto de vista de Blay):

«-Blay…

Oh-oh. Tono de “voy a decir algo que va a romper el status quo”.

La pantalla del bendito móvil cobró vida y el teléfono zumbó sobre la mesa al recibir un mensaje.

-Perdona.- Blaylock casi se lanzó encima de la cosa-. Son mis padres, ya han llegado. Despídeme de John y Xhex, ¿vale? Nos vemos en la mansión.

-Oye…

No se quedó a oír lo que Qhuinn tenía que decirle. Ni se acabó la cerveza. Sólo se metió el móvil en la gabardina y se levantó de la mesa en silencio, apretando el paso para sortear a los humanos en dirección a la puerta, con la sensación de que alguien le había puesto una bolsa en la cabeza y le faltaba el aire.

Nueva decisión, que se añadía a las que había ido tomando aquellas semanas: no volver a quedarse a solas con Qhuinn.

¿Por qué entonces se sentía como si cada uno de los pasos que había ido dando para alejarse de él fuera como ajustarse un trocito nuevo de una máscara que llevara puesta?»