«Ya no pueden hacerte daño», primer bonus chapter de «Amantes redimidos»

Como diría Butch: “jodida santa mierda”. Lo que me ha costado escribir esto es difícil de imaginar. Éste es el primero de los dos “bonus chapter” prometidos de “Amantes redimidos”, es decir, está al margen de la trama del fic. Responde a las ideas que propusisteis, en el blog o en la página del Facebook. Concretamente, este primer bonus aglutina vuestras siguientes demandas: una sesión BDSM en el ático del Commodore; Vishous celoso por Butch ante alguien a quien ve como competidor, y V diciendo a su poli esas dos palabritas que tanto le cuestan^^ Cronológicamente, se sitúa a mitad de “Lover Mine”, concretamente después de que V y Xhex casi llegaran a las manos antes del asalto a la granja de los restrictores, aunque en el universo de “AR” en que V y Butch son pareja.

Dicho eso, ahí van las advertencias: esto es un fic “MA” (adulto maduro) como MÍNIMO. Con escenas sexuales explícitas entre dos machos. Y es una sesión BDSM, con todo lo que eso comporta. En  concreto, aparecen prácticas de dominación, sumisión, bondage, velas, negación de sentidos, spanking y alguna más de la que no sé el nombre. Todo es consentido, pero sigue siendo… bueno, lo que es. SI ERES MENOR DE EDAD, SI ÉSTE NO ERA EL BONUS QUE HABÍAS VOTADO O SI HAY LA MÍNIMA POSIBILIDAD DE QUE ALGO DE ESTO TE OFENDA, NO LO LEAS, POR LO QUE MÁS QUIERAS.

Respecto al fic en sí, me llevó cierto trabajo de investigación. Más que exhibir todo un muestrario de artilugios BDSM, me interesaba el aspecto psicológico. Es decir, los resortes mentales por los que una persona acepta ser sumisa o dominante, aplicado en este caso a los dos personajes. Tampoco podía liarme con nudos complicados de bondage japonés, aparatos suspensorios, barras separadoras, jaulas o demás, porque Butch no tiene ni zorra idea. Así que prima la dominación/sumisión más que los cacharros varios.

Hablando de Butch *grandísimo suspiro*. Menudo lío tuvimos. En las sesiones BDSM normales, el Amo suele tener una actitud agresivamente distante, fría. Interpreta una escena previamente acordada. No es algo bonito, ni siquiera sensual; es violento y puede ser desagradable (para el común de la gente). El problema es que Butch no es así y se negó a colaborar si las cosas no se hacían en sus términos. Así que no toméis este fic como muestra de una sesión BDSM ordinaria, porque es “Butch styled”. Hay cierta “belleza” oscura en ello y cierta “ternura” cruda. =.= Por otra parte, los bonus son un regalo para vosotr@s, para echarnos unas risas y como agradecimiento por que me leáis y por los buenos ratos que me hacéis pasar con vuestros comentarios. Es contenido 100% fangirl. He intentado que los personajes sigan siendo ellos mismos en la medida de lo posible pero, dado que (sobre todo el siguiente bonus) son “nuestros” oscuros deseos, puede que resulten forzados en algún momento ¡Mil perdones por eso!

Las deliciosas imágenes de nuestros chicos aparecen por cortesía de Vishous Hermandad-Hispana y Butch Hermandad-Hispana, de la correspondiente versión del juego de rol en Facebook (los nombres son los links a sus perfiles). Aunque siguen el canon de los libros, han sido tan generosos como para dejarme usarlas en esta grandísima… er, en este bonus ^^; El título de éste (“They can’t hurt you know”), y del siguiente bonus (“Desire and hunger is the fire I breath”), son versos de la canción de Bruce Springsteen “Because the night” (el título es el link a la canción). El siguiente bonus me pondré a escribirlo después de Navidad, cuando tenga algún día libre. ¡¡¡Muchas gracias a todas las que enviasteis propuestas para los bonus chapters!!! El siguiente capi de “AL”, a principios de la semana próxima.

Para leer el bonus en Fanfiction: aquí

Para leerlo aquí:

PRIMER BONUS CHAPTER DE “AR”: YA NO PUEDEN HACERTE DAÑO

Había noches en las que Butch O’Neal casi lamentaba haber dejado de fumar y ésa era una de ellas. Al menos, tendría una forma de ocupar las manos y fingir que le tranquilizaba.

-¿Dónde coño se ha metido Vishous?- Rhage se inclinó hacia Butch, hablándole al oído para hacerse escuchar por encima de The Cure. Probablemente, el rubio era el único cliente en todo el maldito IronMask capaz de pedirse un zumo de piña y que nadie se le jodiera de risa en la cara.

Butch enlazó el vaso largo de Lagavulin con ambas manos para evitar que sus dedos tamborilearan como estaba haciendo su jodido pie derecho debajo de la mesa oficiosa de la Hermandad en el pub. Las cejas castañas estaban bajas sobre sus ojos, pero se encogió de hombros, fingiendo despreocupación.

-Debe estar ocupándose de John. El chico tenía un buen agujero de bala en la pierna.

-Ya… -Hollywood se llevó la pajita a la boca, sorbiendo el zumo, sin creerle una mierda. El rubio le miró un momento de reojo, sonrió torcido y luego disimuló, dándole al estúpido zumo como si fuera el elixir de la vida eterna.

Butch casi se hizo un nudo con las cejas mientras contemplaba las ondulaciones del whisky en el fondo del vaso. Sabía de puta madre de qué mierda intentaba no reírse Rhage. Sólo que no tenía puñetera gracia. Si tenía que puntuar la noche, le daría un 6. Habían hecho una considerable limpieza en la granja en una pelea masiva, todos contra todos los nuevos restrictores inducidos y no se había escapado ni uno solo de aquellos perros. Eso sí, Qhuinn se había llevado a John Matthew cagando hostias con un balazo en la pierna, acompañado de Xhex.

Xhex.

El irlandés se removió en el asiento y acabó por beberse lo que le quedaba de Lag de un solo trago. Lo suyo con aquella hembra había sido cosa de una noche, duro y, si tenía que rebozarse en mierda y pensar en ello, triste. Por su parte al menos. Había sido en los lavabos del ZeroSum cuando aún suspiraba por Marissa. Antes de que él estuviera con Vishous y Xhex –más o menos- con John. Sólo una noche de mutua compañía, nada más.

Claro que… V quizás no lo veía de la misma manera.

Desde que la hembra había llegado a la mansión, Vishous había estado de un humor de todos los jodidos demonios del mundo y eso, considerando que hablaba de V, que ya en estado normal no era una rosa, era difícil de imaginar. Su macho se pasaba el día entero sin abrir boca, con los labios apretados, fumando como una maldita chimenea y manteniendo a todo el mundo –él incluido- a distancia. Y esa noche las cosas habían estado a punto de salirse de madre por una tontería. Un comentario inoportuno. Una chispa. Xhex que no se mordía la lengua y ambos habían estado a punto de agarrarse del cuello justo a las afueras de la granja de restrictores que se suponía que tenían que asaltar con discreción.

Luego él había chupado a más restrictores de los que podía recordar. V le había limpiado allí mismo, en un sofá de mierda en la granja. Habían estado un largo rato abrazados de pies a cabeza, como siempre, pero aquella vez había algo distinto: Vishous había estado rígido, contenido como si estuviera a punto de detonar a pesar de que Butch había oído su corazón a tres mil revoluciones. El poli había conseguido abrir un ojo y, a través del resplandor que emanaba V, había visto a Xhex mirándoles con cara de “ahora lo entiendo todo”. Y Vishous le había abrazado con más fuerza sin decir ni pío.

Más tarde habían vuelto a la mansión, él se había metido en la ducha para sacarse la mierda metafórica del cuerpo y, al salir del baño, V no estaba en la Guarida. Había pirado sin decirle a dónde. Rhage había venido a buscarle para ir a tomar unos tragos y allí estaban ahora, con Hollywood tarareando canciones por lo bajo como una urraca y él de los putos nervios.

Porque en el fondo sabía exactamente qué le pasaba a Vishous, sólo que el cabrón ni le dejaba acercarse ni se explicaba. Típico en V. En cuanto algo le afectaba, se alejaba. Y sólo se le podía traer de vuelta a las malas.

Butch consultó el reloj. Las jodidas tres de la madrugada y el cabronazo sin dar señales de vida. Dejó el vaso sobre la mesa con un golpe que hizo sobresaltar a Rhage. Hasta ahí habían llegado.

-Hey, Hollywood, ¿te importa si nos largamos? Voy a buscar a V.

-¿Sabes dónde está?- Rhage chupó la pajita y la dejó en el vaso antes de levantarse.

-Puedes apostarlo.

Vale, Butch no podía rastrear a V por su sangre porque no era un vampiro 100%, pero no le hacía puñetera falta. Sólo había un sitio al que podía ir Vishous cuando quería alejarse del mundo.

-Te llevo.- Rhage sacó las llaves del GTO y las volteó en las manos.

Butch salió del IronMask con las mandíbulas apretadas. En las demás parejas del mundo mundial, cuando uno de los dos estaba celoso del otro lo hablaban, había cena romántica con flores y un polvo sublime con muchos besitos para calmar los miedos.

Pero con Vishous no.

Había que joderse, le había tocado el rarito.

OOO

Uno a veces se cansaba de ser el raro. En serio.

Porque ser el único gilipollas del mundo incapaz de decirle a tu pareja lo que te estaba poniendo tan de los nervios como a un hombre lobo en luna llena, cansaba. Pero, ahí estaba la cosa, Vishous era incapaz de abrir la boca y desnudarse ante Butch. La presión en la olla exprés de su cabeza había llegado al punto culminante aquella noche y había tenido que poner tierra de por medio. Después de zurcirle las costuras a John, simplemente se había largado al único sitio que era sólo suyo. Solitariamente suyo.

Contempló el cielo estrellado a través de las puertas de cristal de su ático en el Commodore con la espalda apoyada contra la barra del bar, llevándose el vaso de Goose a los labios, despacio, para luego darle vueltas en la mano.

Jodido carácter suyo. Jodido núcleo duro y frío que le había permitido seguir adelante durante más de tres siglos y que ahora le estaba amargando la vida. Porque, en el mundo que V había conocido, reconocer que amabas a tu pareja tanto como para que la vista se te pusiera en negro sólo porque había aparecido un ex polvo de una noche, era un puto suicidio.

Se acabó el vodka de un trago.

Estaba celoso. Enloquecida, homicida e idiotamente celoso de lo que Xhex había tenido con Butch. Sí, vale, claro. Sólo había sido un polvo y cuando su poli aún estaba colado por Marissa, ni siquiera por él. Nada más.

Pero estaba celoso.

Denunciadme por eso.

Y, eso ya era la puntilla, tenía miedo. Oh, sí, el gran Vishous tenía miedo. Porque Butch siempre había sido un heterosexual genético hasta que se había obrado el milagro y se había enamorado de él ¿Y si…? ¿Y si ahora que Xhex había aparecido en la mansión recordaba los encantos de un coño y unas tetas en vez de los suyos, si es que él tenía algo semejante? No temía que Butch se colgara por Xhex, eso no. Pero sí que aquella hembra le hiciera anhelar volver a las mujeres, eliminar la única excepción en su tendencia natural que era él. Que le hiciera recordar también la suavidad de Marissa y….

-Mierda para mí.

V se giró, cogió la botella y se sirvió otro trago largo. A aquel paso, acabaría metiendo una pajita y sorbiendo la botella entera.

¿Y por qué estaba tan asquerosa e irracionalmente celoso de Xhex, de las hembras en general y muerto de miedo como un gatito en una tormenta ante la idea de que Butch pudiera replantearse sus gustos?

Porque le amaba.

Plas. Otro medio vaso de golpe.

Porque Butch era la única persona del mundo a quien quería, por quien daría su vida, en quien confiaba hasta la médula de su ser y por quien se dejaría hacer absolutamente de todo y a quien no soportaría, no soportaría, perder.

Era una mierda descubrir lo vulnerable que te habías vuelto ante un mero “y si”.

Y era una mierda todavía más grande ser un tarado incapaz de decirle a tu pareja “te quiero, no puedo soportar la idea de perderte y necesito que me demuestres que quieres que siga siendo tuyo”. Menudo dramón lacrimógeno.

Suspiró y se pasó la mano por la cara, cabreado como la mierda y cansado de estar en su propia piel al mismo tiempo. Quería decírselo, de verdad, es sólo… que no era capaz. Paseó la vista por su ático, repasando las máscaras, las fustas, las esposas, el potro y las velas. Mucha decoración hardcore, mucho soy el Amo.

¿En el fondo? Sólo un idiota que no sabía recompensar la confianza que Butch había depositado en él diciéndole la verdad. Jesús, merecía que le ataran a la mesa y le obligaran a someterse hasta arrancarle la verdad.

Un escalofrío silencioso trepó por su espalda, aumentando el calor de principios de verano, y Vishous sintió ganas de darse un par de puñetazos por aquel giro de sus pensamientos. Butch no estaba en ese rollo, nunca lo estaría. Habían tenido un par de ocasiones juguetonas con esposas y no podía negar que sus momentos íntimos solían tener un punto de agresividad, de lucha por el dominio. Pero ahí acababa todo.

Desde que estaban juntos, y de eso hacía medio año, su ático simplemente criaba polvo. Y no es que V echara de menos las sesiones anónimas con sus sumisas. Ni siquiera pensaba en ellas. Pero había algo no resuelto en el poso de su relación con Butch. Una necesidad a la que no sabía dar nombre pero que estaba ahí, otro tronquito en la hoguera de su mal humor.

Menuda nochecita de mierda.

Estaba a punto de ir hacia el baño a darse una ducha cuando oyó pasos en el rellano. Pasos fuertes, de botas, que se detuvieron ante su puerta. Luego, una llave en la cerradura.

Butch.

Jodido poli que siempre sabía dónde encontrarle justo cuando no quería que le encontrara. Culpa suya por haberle hecho una llave del ático. Recompuso la expresión en su habitual “no-confesaré-ni-bajo-tortura” antes de girarse.

Butch estaba plantado en el umbral de la puerta, las cejas fruncidas. Todavía vestía de cuero de pies a cabeza pero V supo que se había duchado; siempre lo hacía después de inspirar restrictores. El poli cerró la puerta y se guardó la llave en un bolsillo de la chaqueta.

-¿Escondiéndote en tu madriguera, V?

-No me escondo.- mentiiiiiiiiraaaaaaa…– Demasiados cerebros pensantes alrededor.-se dio un par de golpecitos en la sien con un dedo-. Necesito silencio, ya lo sabes.

Por la expresión que le dirigió Butch, sospechó que el poli sabía de verdad lo que pasaba por su mente y eso le cabreó aún más. Contempló un momento la barra del bar y luego la puerta del baño, sopesando por dónde se podía escapar, cuando Butch se acercó a él, plantó las dos manos sobre la barra negra y lo miró desde debajo de las cejas.

-Suéltalo.- le ladró.

-¿El qué?

¿Por qué tenía esa sensación de déjà-vu?

-La mierda que te estás guardando desde hace días. La razón por la que has saltado como un puto muelle esta noche.- su poli estrechó los ojos- ¿Qué pasa, V?

-No pasa nada. Estoy de mal humor. Soy un cabronazo. Te lo dije.- Vishous dio por finalizado el parte telegráfico y empezó a caminar hacia el baño-. Me voy a duchar.

-No pienso moverme de aquí hasta que hables conmigo.

¡Muuuuuuuuuuuuuuuuuuuu! Aquella era la banda sonora de Butch cuando se ponía cabezota. Los mugidos de un buey.

-Pues ponte cómodo.- V abarcó con los brazos todo el decorado de Dungeons&Dragons antes de meterse en el baño y cerrar de un portazo.

No. Iba. A. Hablar.

OOO

Butch sintió deseos de estrellar la cabeza de Vishous contra la puta puerta del lavabo ¿Era posible amar a alguien y querer estrangularlo al mismo tiempo? Según su experiencia, sí.

-Hijoputa…

Oyó el agua empezar a correr en el baño y se sirvió un vaso de Goose. Iba a hacer una bonita combinación en su estómago con el whisky que había tomado antes pero allí no había Lagavulin. El ático era el coto de caza particular de V y las únicas huellas de Butch era la copia de la llave con la que había entrado. Lo demás, desde las paredes, suelo y techo negros, a los cientos de velas negras que daban a la mazmorra un falso aire romántico, pasando por el potro y el atrezzo colgado de las paredes eran los muebles de la habitación mental más sombría de Vishous.

Una en la que, hasta ahora, él no había entrado.

Sorbió un traguito de vodka, intentando acostumbrarse al sabor frío y seco, mientras paseaba por el ático. Recordó la primera vez que había entrado allí, cuando Rhage y V le habían traído para descansar después de que hubiera averiguado su nuevo don como aspiradora. Mierda de susto que se había dado. Ya sabía que su amigo tenía… un lado oscuro, por así decirlo, pero encontrarse de golpe con aquella habitación de tortura llena de máscaras, correas y látigos era totalmente distinto.

Luego, porque una imagen vale más que mil palabras, había sorprendido a Vishous alimentándose de una de sus sumisas. Jodido Cristo Todopoderoso… Aún recordaba a la hembra, atada a esa especie de mesa en forma de aspa, con una máscara que le tapaba todo el rostro, ojos y boca incluidos, con sólo una rendija para respirar, vestida con un body de cuero con una única raja entre las piernas. Y Vishous con la polla saliendo de los pantalones de cuero, los colmillos largos, los ojos brillantes, follándola como si fuera a matarla…

A pesar de la distancia de los meses, le recorrió un escalofrío. Distinto al que había sentido entonces. Ahora conocía a V, sus necesidades y sus expresiones, y la que había lucido entonces era la de alguien intentando amansar a su bestia interior.

También sabía por qué a su macho le gustaba todo aquello. No era un sádico de mierda que disfrutaba causando dolor a mujeres indefensas; eso era un tópico demasiado simple. Era alguien que, durante mucho tiempo, había sobrevivido con el pánico a que le hicieran todo aquello a él, a que le forzaran, le humillaran, dominaran su vida y usaran su cuerpo. El puto campamento de su padre había construido la mente de Vishous tal como era.

Las sesiones de V tenían que ver con la necesidad de reafirmar que él dominaba. Que él controlaba su vida, su entorno, a las demás personas. Tenía que ver con el ansia de calmar el miedo cuando los recuerdos se hacían demasiado vívidos.

Butch pasó las manos por “la mesa”, como V la llamaba. En realidad no tenía esa forma. Era una gran aspa, una cruz de San Andrés, que se podía usar horizontal, como una mesa, o vertical, como un poste al que atar a la sumisa de muñecas y tobillos. Dejaba a la persona completamente expuesta, indefensa, y, en posición horizontal, ofrecía espacio al Amo para colocarse entre las piernas abiertas y poder follarla. O follarle. Porque no sólo se podía atar a una hembra ahí.

El poli escuchó un momento, asegurándose de que V seguía en su ducha, y luego pasó los dedos con cuidado sobre los utensilios ordenadamente dispuestos en un carrito de metal al lado de la mesa, mientras daba un par de tragos al Goose. No tenía ni zorra idea de qué eran la mayoría de las cosas, mucho menos de cómo se usaban, pero reconoció algunas. Una ligera vara de mimbre, una fusta estrecha de cuero negro, varias pinzas, lo que parecía un mechero largo… lo probó y lo volvió a dejar al ver que producía chispazos eléctricos.

-Cristo…- rió por lo bajo, imaginándose a V con el pelo encrespado de electricidad.

Había varios pequeños cuchillos, algunos con la hoja tan fina como un cutter, y, sin pararse a pensar demasiado, se metió uno en el bolsillo del pantalón.

-Hay que joderse.

Butch se agachó cuando algo levemente brillante en el segundo estante del carrito le llamó la atención. Había varios juegos de gruesas anillas de metal. Un extremo encajaba dentro del otro para ajustar el diámetro y el poli sonrió. Cualquier imbécil sabía lo que eran: anillos para la polla. Los regalaban con los condones, aunque esos eran de plástico de colores y estos metálicos, pesados. Colocados en la base de la polla, bien apretados, concentraban la sangre en el pene, haciéndolo más grueso, más sensible y retrasando el orgasmo.

Sintiéndose como un crío cotilleando los vídeos porno de su padre, cogió una anilla de cuero negro con dos leones en acero en los extremos. En la cara interior distinguió la marca de herrero de Vishous. El cabrón se forjaba sus propios juguetes, probablemente en la fragua de la mansión.

No fue consciente de que había tomado una decisión hasta el momento en que se guardó el anillo en el otro bolsillo del pantalón. La ducha había dejado de correr, así que V debía estar a punto de salir del baño.

Butch se había estado informando a escondidas de aquel mundo oscuro del BDSM desde que estaba con Vishous. Internet hacía maravillas en esos casos. Uno no puede tener como pareja a alguien que ha sido un Amo durante décadas sin tener ni puta idea de qué va el rollo. No es que se hubiera convertido en un experto del BDSM, pero había entendido algunas cosas.

La primera es que todo era una enorme obra de teatro donde cada parte interpretaba su papel. Amos y sumisos acordaban la escena que iban a interpretar, establecían los límites, pactaban una palabra o un gesto de seguridad que interrumpiría al instante lo que estuvieran haciendo si el sumiso se sentía demasiado presionado. Todas las prácticas se guiaban por tres principios: seguro, sano y consentido. Las mordazas estaban hechas a prueba de ahogo; las ligaduras, pensadas para evitar lesiones; existían manuales enteros sobre cómo azotar a tu sumiso para causarle sólo placer y no fracturas, y las velas estaban hechas con una cera especial que no llegaba a hervir.

El Amo no era un animal que pagaba su odio con el mundo torturando a otros. Era alguien que estaba muy pendiente de las reacciones de su sumiso, guiándole para que entrara mentalmente en la escena que representaban, empujando sus límites con cuidado, frenando para dejarle tiempo a ajustarse antes de seguir. Y el sumiso no era un gilipollas enfermo sin personalidad. Era alguien que ofrecía a otra persona el mayor don que podía darse: confianza absoluta hasta el punto de ceder el control de su propio cuerpo y de su mente. Una confianza que el Amo tenía que esforzarse por no traicionar.

Tal como V había dicho alguna vez, las palabras clave eran “consentimiento adulto” y “confianza”.

Puede que los amantes del BDSM fueran una panda minoritaria de freaks en comparación con la gran masa de la humanidad -o del vampirismo- que prefería el sexo normal, pero no estaban locos. Sólo habían inventado una manera, más o menos segura y controlada, de hacer realidad sus necesidades más oscuras.

Sonrió mientras oía a V vestirse en el baño.

Él no era un Amo, por supuesto. Había millones de prácticas del BDSM -algunas demasiado pasadas de rosca para su estómago- que ignoraba. Pero era quien más conocía a Vishous sobre la faz de la tierra. Y justo se le acababa de ocurrir lo que su macho estaba pidiendo a gritos silenciosos.

Butch se tomó un momento para volver a componer la expresión de cabreo supino con que había llegado al Commodore antes de girarse hacia Vishous cuando salió del baño, dejando el vaso encima de la barra. En parte, porque sabía que, si no lo hacía, se le vería la lujuria en los ojos.

Permaneció como estaba, cuidadosamente apoyado contra la barra de bar, mirando por los paneles de cristal el cielo nocturno, hasta que Vishous estuvo cerca de él. Sólo entonces, le dedicó una mala mirada de reojo.

Jodida. Mierda.

V estaba asquerosamente follable así, descalzo, sólo con los pantalones de cuero, el pecho desnudo lamido por la luz de las velas. El pelo de tinta aún goteando agua sobre los hombros, aquellos ojos cristalinos en contraste con el negro total del apartamento… Y cabreado como la puta mierda.

Bueno… era hora de que Butch fuera un buen samaritano, ¿no?

-¿Qué puñetas haces aquí aún?- V intentó pasar por su lado, fijo que a por un Goose.

No llegó a la barra.

Butch se movió rápido, situándose a la espalda de Vishous, forzándole los brazos hacia atrás para inmovilizarle las muñecas y empujándolo contra el cristal, con un muslo entre los de su macho. V juró por lo bajo y él le apretó la cara contra la puerta corrediza, siseándole al oído.

-Me tienes hasta las pelotas de todo este numerito, estúpido idiota.- otra sacudida contra el cristal, tensando los músculos para que V no pudiera zafarse de su presa-. Te doy una última oportunidad para largar toda la mierda que estás pensando. Suéltalo.

Vishous tensó toda la jodida espalda y su nombre, tatuado en la piel tostada, onduló. Tal como decían aquellas letras, V era suyo. Y a fe que iba a demostrárselo. Butch empezó a ponerse cachondo bajo los pantalones de cuero. Mmm… aún iba a disfrutar con aquello. El Hermano soltó el aire contra el cristal, tiñéndolo de vaho blanco, antes de forzar la cabeza tal como la tenía, de perfil, y enseñarle un colmillo.

-¿Vas a hacerme hablar, poli? ¿Crees que puedes jugar conmigo?

Butch empujó hacia arriba con el muslo que tenía entre las piernas de Vishous, aplastándole las pelotas. Sonrió como un cabrón cuando su chico jadeó, emitiendo calor. Era cierto, gente como V tenía un interruptor secundario que convertía el dolor en placer en la situación adecuada. Mierda si no iba a ser interesante.

-No pienso jugar contigo. No estoy de humor. Voy a sacarte las palabras aunque sea a la fuerza.- apoyó los labios contra su oído para hablarle-. Eres mío, maldito gilipollas, lo llevas escrito en la espalda. Y, si no te da la gana explicarme qué cojones te pasa, entonces me estás faltando al respeto. Así que tendré que castigarte por eso.- empujó a Vishous contra el cristal arremetiendo con sus caderas, pegándole la polla medio dura al culo.

Tuvo la jodida satisfacción de oler la excitación de V. Y de sentir su sorpresa. Su macho se quedó rígido de pies a cabeza.

-¿Butch…?

-No me hablas hasta que yo no te digo que hables.- apretó con más fuerza las muñecas de Vishous-. Y sólo para decirme lo que mierda quiero oír ¿Lo has entendido?

-Vete a la p…

Butch soltó una mano de la presa en las muñecas de V y la llevó delante de su cuerpo. Le apretó la polla con todas las jodidas fuerzas y tuvo que sostener a su macho cuando casi se fue al suelo, gimiendo como un alma torturada. Volvió a levantarle a pulso, manteniéndole con la cara contra el cristal.

-Espero que nos vayamos entendiendo. Ahora… -sacó del bolsillo el pequeño cuchillito que había cogido del carrito del instrumental y pasó la punta suavemente por toda la columna vertebral de V. El macho tembló como si estuviera a punto de correrse-… te vas a bajar los pantalones. Sin moverte nada más que para eso, ¿lo has entendido?

Vishous se giró a mirarle por encima del hombro con los ojos desorbitados, mezcla de miedo, incomprensión y la lujuria más animal que Butch le había visto jamás, como si sus jodidos sueños se hubieran hecho realidad y tuviera pánico de vivirlos. Iba a quedar servido.

-No.- tuvo los huevos de decir.

Butch presionó la punta del cuchillo contra su piel, justo bajo la “B” del inicio de su nombre tatuado. Sólo un poco. Lo justo para hacer brotar una mínima gota de sangre. V jadeó. Luego el poli siguió arañándole, recorriendo la parte baja de todo su nombre. Subrayándolo en sangre. Por el olor que empezó a exudar Vishous, supo que se había puesto cachondo. La sangre, roja y brillante, se concentró en una fila de puntitos un momento para luego empezar a resbalar perezosamente por la piel dorada, a la que las velas y la humedad de la ducha arrancaban destellos.

-¿Te ha quedado claro quién es propiedad de quién?- Butch bajó la mano con la pequeña hoja hasta presionar con la parte plana contra la entrepierna de V-. Quítate… -lamió un hilillo de sangre de su espalda-… los jodidos…-apretó un poco más con el cuchillo-… pantalones. Ahora.

Empujó a V una vez más, como advertencia, y luego se separó un paso. Su macho se giró hacia él con los ojos en llamas, los mechones negros cayendo sobre la frente, el pecho enorme cubierto de un sudor que el reflejo de los cientos de velas convertía en aceite brillante. Y su polla tirando de los pantalones.

Butch no alteró su expresión a pesar de que estaba a punto de sonreír de oreja a oreja. Dio dos pasos hacia atrás y se apoyó contra el potro metálico, jugueteando con la cuchilla entre los dedos. Vishous inspiró y espiró, su nariz dilatándose, mientras el resplandor blanco huía de debajo de su guante para empezar a trepar por su brazo. En silencio, sin dejar de mirarle, buscando  un punto débil en su interpretación, se llevó las manos a los botones del pantalón. Desabrochó uno rápidamente.

-Despacio.- el poli alargó la mano hacia el carrito con el material, acariciándolo descuidadamente con los dedos mientras dominaba a V con la mirada.

Vishous gruñó desde el fondo de su pecho. Otro botón. Pausa. Botón. Pausa. La punta rosada de su polla asomó de entre la bragueta. Otro botón. Sin desviar los ojos de los suyos, se metió los pulgares en la cintura del cuero y empujó hacia abajo, dejando caer los pantalones hasta el suelo. Luego pateó para deshacerse de ellos, retándole con la mirada, desafiándole a ver hasta dónde se atrevía a llegar.

Butch tuvo que hacer un muy serio esfuerzo para no sonreír como un imbécil. Ni jadear. Por Cristo, V desnudo quitaba la respiración. Hacía tiempo que habían superado las reticencias del Hermano a dejarse ver tal como era entre las piernas, tal como le habían hecho ser, pero ahora Butch pudo ver algo de aquel antiguo miedo en sus ojos.

No es que eso le impidiera ponerse duro. Con Vishous, la combinación de miedo y sexo funcionaba como el cóctel perfecto.

El irlandés guardó silencio deliberadamente, prolongando el momento del juicio. Y admirando en silencio a su pareja desnuda e inmóvil a la luz dorada de las velas, rodeado de oscuridad. V apretó los puños a los lados y Butch oyó crujir su piel. El poli jugueteó un rato más con el pequeño cuchillo, evaluando a V en silencio. Una gota de sudor bajó por el pecho dorado.

La sumisión era un regalo, no una obligación. Y Vishous ya había probado que pensaba darle aquel regalo a Butch dejándose examinar completamente expuesto.

El poli alargó un brazo e hizo señas con el dedo índice a su macho para que se acercara.

Vishous dio dos zancadas impulsivas hacia él y Butch enarcó una ceja. A aquel cabrón había que contenerle a cada paso. Le recibió con el cuchillo por delante, deteniendo a V a menos de un palmo de él con la punta apoyada en los tatuajes de su bajo vientre. El macho siseó. Butch bajó la hoja, despacio, acariciando la polla de V con la punta afilada, sin arañar, y dejó una estela de venas hinchadas. Los ojos blancos, muy abiertos, no se movían de los suyos, buscando la confirmación de aquel era Butch, no sus pesadillas. El poli tensó un poco más el límite de V, bajando la hoja hasta su testículo. Los labios de Vishous se abrieron y exhaló bajo y suave. La punta de su polla se hinchó más.

Sí, aquel era el camino… Con V, aquel era el camino. Sólo porque Vishous confiaba en él con su vida.

-¿Vas a hablar?

Vishous apretó los labios. Una gota resbaló por su sien tatuada. Los músculos se marcaron en piedra, allí de pie frente a él.

Así que podía aguantar mucho más que aquella asociación con el pasado…

Butch subió el cuchillo por la curva inferior de la polla de V sin desviar los ojos de los blancos, dominándole y tranquilizándole al mismo tiempo. Presionó con la punta de la pequeña hoja contra la gruesa vena.

-Ah…- su macho jadeó, sin desviar la mirada de él.

Una sola gota de sangre manchó la hoja. Butch se llevó el cuchillo a la boca y sacó la lengua, lamiéndola. Vishous tembló de pies a cabeza y brotó humedad de su punta.

-Vamos a tener que hacer algo con tu polla.- habló en tono peligroso-. Te pones cachondo demasiado rápido. Es fácil…

Los ojos blancos se entrecerraron y V abrió la boca, dispuesto a protestar o a mandar, como siempre, inseguro aún del juego en que estaban. Que le jodieran. Butch le rodeó la nuca con la mano libre, tirándole del pelo, y la cintura con la otra, hundiendo la cabeza en el cuello tostado de Vishous. Mordisqueó y arañó la vena de su macho mientras le empujaba, obligándole a caminar a la fuerza con el cuchillo por delante… hasta estar entre las aspas de la mesa. Vishous gruñó cuando su culo chocó con el potro, su polla supurando, apretada contra su camiseta.

-No quieres hacer esto, B… ¡Joder!

El poli le apretó el testículo y V se retorció, boqueando con los ojos cerrados. Al momento siguiente, Butch le soltó para subir la mano por aquella polla enorme, esparciendo sangre y líquido transparente. Vishous estaba a un tris de estar duro por completo.

-Lo ves… eres demasiado fácil de excitar. Voy a tener que controlarte. Las manos en el potro.

V abrió los ojos y, por su mirada, Butch supo que por fin había entendido que aquello iba en serio. Echó las manos hacia atrás, cogiéndose a las dos aspas del potro, exponiendo su ingle mientras el poli se llevaba la mano al bolsillo y sacaba el aro de cuero y acero. Cuando Vishous lo vio, el brillo blanco se extendió en un ramalazo.

-Cristo…

Butch le miró de reojo, volteando el cuchillo entre los dedos, recordándole cuándo tenía permitido hablar y cuándo no. Vishous apretó los labios, estrechando los ojos y endureciendo los músculos, dejándose hacer.

Vaya si Butch lo iba a disfrutar.

El poli se acercó a V despacio, haciendo que su polla se doblara hacia arriba, contra su vientre. Mantuvo los labios cerca de los de Vishous, sin besarle pero dándole fuerzas al mismo tiempo. Por lo que sabía, V jamás había sido sumiso.

Colocó el aro alrededor de la gruesa base de la polla de Vishous, contra su pelvis, y apretó. Un poco. V soltó el aire contra su boca. Apretó otro poco más. El moreno gimió. Butch tentó la suerte y cerró el broche del anillo, ajustándolo por completo. Vishous intentó reprimir un gemido ronco y tembló con fuerza.

Justo a la medida.

Butch bajó la mirada. Dios misericordioso… Si Vishous era enorme cuando se ponía cachondo al natural, así daba miedo. Su polla empezó a acumular sangre, marcando venas gruesas como cuerdas, hinchando la punta hasta que la piel brilló rojiza, su testículo grande y marcado.

Escena, escena, escena…

El poli tuvo que recordarse qué mierda estaba haciendo para no acabar chupándosela ahí mismo, sólo por probar el efecto. Aunque… A título de experimentación, ciñó la mano alrededor de V, subiendo por su polla despacio.

-¡MIERDA!- a Vishous prácticamente se le doblaron las rodillas, echó la cabeza hacia atrás y sus manos se aferraron al potro por su vida.

Lo que pensaba. Hipersensible.

Butch se mordió la lengua para no sonreír como un cabronazo. Al contrario, fulminó a V con una mirada asesina.

-Dije que sólo hablarías para decir lo que quiero escuchar. Te has ganado un castigo. Suelta el potro.

Vishous abrió los ojos, mirándole como si tuviera tres ojos, y se quedó de pie entre las aspas, al borde de la arritmia. Butch dejó el cuchillito en el carro y rodeó el potro con aire casual. Fijo que aquella mierda debía tener un mecanismo para… ah, ahí estaba. Se agachó, cogió una gruesa palanca y la movió en sentido contrario. Toda la puta mesa crujió y se movió sobre sus goznes. Un ligero empujón y, en vez de un aspa horizontal, tenía una vertical.

Cuando miró a V, su macho estaba ya al borde del orgasmo. Bendito fuera aquel anillo.

Butch se colocó delante de él y le empujó con una mano en el pecho, obligándole a dar un paso hacia atrás hasta que Vishous chocó con el aspa vertical. El poli oyó el corazón de V martilleando contra el pecho, bajo su palma. Acercó la boca a la suya, besándole un momento, calmándole, para luego morderle el labio inferior.

-Brazos en cruz. Abre las piernas.- ordenó, lamiendo la sangre que brotó de las pequeñas heridas con la punta de la lengua.

-No…

-No mereces otra cosa, por desobediente.- Butch apretó la punta hinchada de su polla con los dedos y Vishous aulló. Para luego jadear-. Obedece.

Por la Virgen que V era hermoso así, los brazos y las piernas abiertos mientras Butch ajustaba las anchas correas, el pecho sudoroso lamido por el resplandor de las velas y su polla un mástil enorme sobresaliendo de perfil. Mierda, Vishous era hermoso. Punto.

El pecho enorme del Hermano subió y bajó cuando estuvo atado, los ojos despidiendo tanto fuego blanco como su cuerpo. Un jodido dios encadenado. Por él. Butch lo contempló respirando por la boca, con la polla apretando sus propios pantalones. Vishous parecía igual de perdido en su contemplación, como si fuera la primera vez que veía a Butch.

-¿Te gusta mirarme?- el poli torció la cabeza a un lado.

-Sí…- los colmillos de V eran dos dagas níveas enmarcadas por su perilla.

Butch cogió el dobladillo de su camiseta y se la sacó por la cabeza, sacudiéndose el pelo. Dios, él también estaba sudando. Los ojos de Vishous se quedaron pegados a su torso y su polla se movió, latiendo. Desnudo de cintura para arriba, Butch caminó hasta los ganchos de la pared, donde estaban colgadas las máscaras. Cogió un antifaz de cuero negro.

Los ojos de V eran como dos lásers. Imposible concentrarse así.

Butch rozó la punta hipersensibilizada de su polla al acercarse al moreno, dejando que resbalara contra la piel de propio su abdomen. La respiración de V perdió el ritmo. Con la máscara en la mano, Butch alargó la mano hacia el carrito del instrumental. Cogió una larga fusta de cuero negro. Los ojos de V se desorbitaron y un líquido tibio brotó de su polla, mojándole el vientre. Butch murmuró contra la boca de V.

-¿Cómo has de llamarme?

-Hijode…

Butch colocó el pomo de la fusta bajo la barbilla de Vishous, obligándole a levantar la cabeza. Rozó su cuello con los colmillos.

-¿Cómo has de llamarme?

-No vas a… -empujó un poco más brusco con la fusta, forzando la postura de la cabeza de V hasta el dolor.

-¿Cómo?

-Mi lheage… -murmuró.

-Eso está mejor.

Butch apartó la fusta pero cuando Vishous vio el antifaz en su otra mano, intentó desviar la cabeza. Butch le cogió del pelo y le obligó a estarse quieto mientras se la ajustaba, robándole la visión.

-El único que puede ver al otro desnudo soy yo.- susurró contra su oído-. Por si no lo has entendido, eres de mi propiedad. El único que puede tocarte, follarte y azotarte si me sale de los huevos soy yo. Vamos a jugar a verdad o prenda. Última oportunidad: ¿por qué mierda estabas tan cabreado?

Vishous expulsó el aire de golpe en una exhalación de alivio, de deseo y de pánico al mismo tiempo. Aquello era lo que su macho había estado necesitando. Y Butch estaba más que dispuesto a dárselo.

Se separó de V, privándole del consuelo de su contacto.

-Veamos cuánto aguantas sin abrir boca…

OOO

Vishous abrió los ojos bajo la máscara, sin ver nada más que oscuridad, sus pestañas rozando contra el cuero bien apretado. Tironeó de los brazos y las piernas, sólo para magullarse la piel contra las correas tensas. Su polla latía constantemente, un bum-bum-bum doloroso al ritmo frenético con que su corazón bombeaba la sangre por sus venas. El pánico a estar atado e indefenso, desnudo y expuesto galopaba libre por su sistema nervioso y, de no ser por el jodido anillo de los cojones ya se habría corrido.

Qué mierda había pasado en el cerebro de Butch para que quisiera hacerle aquello no lo sabía. Pero daría gracias a los dioses si creyera en alguno.

Era justo, justo, lo que había estado necesitando.

Que Butch le demostrara que él era suyo, que estaba bien seguro como propiedad de su corazón, que disfrutaba haciéndole cosas que no haría con ninguna hembra. Joder, que le obligara a confesar todo lo que pasaba por su mente.

Mierda, Butch era la única pareja que podría haber tenido.

Jadeó, expectante. Percibía al poli moviéndose alrededor del potro vertical, y eso le calmaba tanto como le ponía un nudo en las tripas no sentir su cuerpo. Le había visto coger una fusta antes de que le vendara los ojos, así que se preparó para sentir el mordisco del azote. Butch no era un Amo, no sabía cómo fustigar suavemente, en qué partes, para luego ir aumentado la sensación, así que aquello iba a doler como el demonio pero podía soportarlo sin abrir la puta boca y…

El cuerpo de Vishous se tensó de repente ante una sensación imprevista. No era el golpe esperado. Era tan extraña que no la identificó. Fría. Muy fría. Líquida. Algo helado, duro y mojado bajando por su costado derecho. Tembló. Notó a Butch de pie a su lado, oyó su respiración… tan tranquila. Aquella cosa fría subió hasta su pecho… rozó sus pezones, poniéndolos erectos. Resbaló por su vientre, dejando un rastro de piel de gallina.

-Así es como me has hecho sentir estos días, estúpido tarado.- la voz de Butch susurró de golpe en su oído, ofreciéndole una referencia, y entonces entendió.

Hielo.

Lo que notaba era un puto cubito de hielo. Butch había jugado con su percepción. Le había enseñado la fusta para engañarle y había cogido un estúp…

Las gotas heladas cayeron sobre la punta hirviendo de su pene constreñido.

-Cristo… -dejó caer la cabeza hacia atrás, colgando entre las aspas, cuando su carne caliente e hinchada empezó a pitar “dolor”.

Más gotas cayeron sobre vientre y Vishous empezó a retorcerse en sus ataduras. El contraste dolía como una puta perra pero no pensaba abrir la jodida boca y…

Calor. Calor húmedo y viscoso. Pequeños mordiscos de calor esparcidos sobre su pecho. Jadeó, rompiendo a sudar con el jodido contraste ¿Qué…? Butch respiraba cerca de él, muy cerca. Otra vez aquella cosa caliente, en gotitas, cayó justo sobre su pezón helado, confundiendo la percepción de sus sentidos.

-Jod…

Cera. Butch estaba usando sus velas.

-Cierra la boca.- más de aquellas gotitas en su pecho, justo donde había pasado antes el hielo. Contraste. Dolor excitante-. Aún no te he preguntado lo que quiero saber. Muérdete la maldita lengua.

Lo hizo. Vishous encajó las mandíbulas, intentando adivinar qué vendría a continuación, intentando prepararse para anticipar la sensación. Butch no le dejó. Pasó el hielo por la cara interior de sus muslos tatuados, haciendo que V encogiera los dedos de los pies mientras salpicaba gotitas de cera en su pecho, en sus costados. El hielo y la cera crearon sus propios caminos en su piel, cruzándose, anulando su percepción, bloqueando su sistema nervioso excepto para que le transmitiera un “duele”.

Totalmente a expensas de lo que Butch quisiera hacerle.

Tiró de las ataduras. Boqueó por aire. Sudó. Pero no separó las mandíbulas. Bum-bum-bum. Más del latido de la sangre concentrada en su entrepierna.

No abrió boca hasta que las gotas heladas comenzaron a puntear toda su longitud. Desde la base –plic-plic-plic-, subiendo poco a poco, hasta la punta. Expulsó el aire en un gruñido, retorciéndose. Tenía la polla tan caliente de la sangre concentrada que cada gota helada dolía como ácido. Butch apretó el puto cubito justo contra su punta torturada.

-¡Mierda!- gritó con la cabeza hacia atrás, apretando las nalgas.

La voz ronca de Butch le habló al oído.

-Dilo. Di por qué te has cabreado.

-No.- la polla le dolía tanto que se la hubiera arrancado, joder.

Esperó más frío. Pero se equivocó. Algo caliente, hirviendo -cera negra, la que más quemaba- volvió a caer sobre su pecho, primero en gotitas y luego en hilillos, resbalando lentamente por sus abdominales, achicharrando su piel y aumentando el cortocircuito interno. Gimió. Mierda-mierda-mierda, si se la tiraba en… Lo hizo. El reguero que resbalaba por su vientre se detuvo justo en los tatuajes de su pelvis, pero no le sirvió de nada.

Butch volcó la cera en gotitas justo sobre su polla. Febril por la sangre acumulada. Helada. Siguiendo el mismo recorrido que antes había hecho con el puto cubito.

Gritó, aquella vez gritó porque la mierda era como una aguja tras otra clavándose en su piel delicada, subiendo tan poco a poco que podía notar cada célula ardiendo en un dolor atroz y asquerosamente erótico porque era Butch y sabía que nunca le haría daño, él no, Butch le hacía suyo, disponía de él, le hacía ver que era…

La cera cayó sobre su punta. Sin parar. Nada de gotitas. Un hilillo continuo que se amoldó en sus pliegues, tapó la piel esponjosa formando un capuchón de calor insoportable sobre la humedad helada, haciéndole gritar y removerse y…

-¡XHEX!

El orgasmo empezó a trepar desde sus pelotas apretadas, corriendo hacia arriba con la fuerza de una estampida… y quedándose bloqueado justo antes de brotar por la punta, atrapado con el jodido anillo que presionaba sus venas.

Gritó su frustración y el grito se trasformó en un gemido bajo de puro dolor por el estallido reprimido y la cera ardiente. Tiró de las ataduras dispuesto a arrancarlas de cuajo, quitarse el jodido anillo que había tenido la mala idea de forjar y correrse toda la puta noche.

Las correas de sus muñecas y tobillos no se movieron un milímetro.

Rugió con la polla latiéndole. Alguien hizo presa en su cara. Butch le cogió la barbilla con una mano, fuerte, girándosela hacia él.

-¿No me jodas que estás cabreado por Xhex? No puedes ser tan imbécil.

Cabróndemierdaselasibaapagar…. El cerebro de V empezó a hiperventilar, mareado con el orgasmo atrapado en algún lugar.

-¿Por qué? Dilo.

Dilató la nariz, buscando llevar aire mientras la ingle seguía doliéndole y más sangre se acumulaba poco a poco en su polla porque joder si no era brutal que Butch le dominara, que exigiera las respuestas que eran suyas.

-No.

Butch le soltó la cara y se separó de él. V quiso gritar. Mierda, la puta de oros… ¿Cómo cojones se le ocurría dejarle así, desvalido ahí atado y con la piel ardiendo y la polla dolorida como un jodido infierno?

Volvió a notar la presencia calmante de Butch a su lado. Calor, algo muy caliente cerca de su piel, de la cara interna de sus brazos, de su pecho…. La carne se le puso de gallina de pura agonía. Jadeó por aire. Butch debía estar pasando una vela cerca de su cuerpo, dejando que el vapor que desprendía la llama le quemara la piel sin abrasar. Una gota de sudor resbaló por su nariz hasta caer al suelo. Intentó alejarse del calor. No pudo.

-¿Crees que te cambiaría por Xhex, es eso?- siseó Butch frente a él.

Tembló de pies a cabeza cuando el calor de la vela bajó por su vientre, con la llama a punto de quemarle la piel, se desvió por sus muslos hasta la sensible cara interna. Notó la sangre corriendo por sus muñecas cuando volvió a tironear de los brazos, intentando alejarse.

-No… no lo sé.- los dientes le chirriaron.

–Gilipollas.- la voz de Butch fue un latigazo.

Lo era. Por supuesto que lo era. Un completo gilipollas.

Butch acercó la jodida vela a su testículo comprimido. Muy, muy cerca. Vishous gritó, se revolvió y se puso de puntillas lo más que daban las ataduras de los tobillos cuando hasta sus pelotas se encogieron intentando huir de aquello.

-¿De quién eres? Dilo.

-No.

Butch empezó a reseguir el contorno inferior de su polla con la vela, la llama a un milímetro de su piel.

-¿De.Quién.Eres?

Más de aquel grito ronco con los colmillos alargados, el pelo pegado a la frente, la polla goteando, latiendo y el vientre retorciéndosele como una caldera hirviendo, intentando liberarse, estallar… Pero no habló.

-Eres un bastardo mal nacido.- Butch separó la llama de su cuerpo. Sólo un momento-. Voy a tener que escribirlo en tu piel, estúpido idiota.

Vishous gimió entre jadeos. Algo suave en su vientre. Caliente. Quemaba. Justo encima de sus tatuajes. Cera… cera derretida. Butch estaba escribiendo algo en su piel con cera negra derretida. Ardía y era suave y tranquilizador y sexual todo al mismo tiempo. Eran letras. Intentó visualizarlas sin darse cuenta de que gemía en voz baja, seguida.

M-I-O…

-¿De quién eres?

El jodido anillo no pudo hacer nada por parar el orgasmo. Vishous echó la cabeza hacia atrás crujiéndose las jodidas vértebras, los ojos cerrados bajo la máscara, brazos y piernas tensos tirando de las correas, tobillos y muñecas sangrando en carne viva. Su polla latió y notó crujir la cera reseca sobre su punta cuando se corrió entre gritos, luchando contra la constricción, su semen saliendo a borbotones dolorosos, tan dolorosos como el grito de su garganta.

-¡¡TUYO!!! ¡¡MALDITO HIJO DE PERRA!! ¡¡TUYO!!

A su completa merced.

OOO

Aprovechando que Vishous no le veía, Butch sonrió como un capullo integral, de oreja a oreja, contemplando el espectáculo de su macho atado, con los ojos vendados, la palabra “MÍO” escrita en negro en su vientre y corriéndose como un maldito salvaje, el semen mezclándose con la cera negra sobre su polla.

Mierda si no había valido la pena abrasarse el dedo para escribírselo en el vientre.

Hasta entonces no había tenido ni jodida idea de si lo que había hecho había estado bien, pero tenía la prueba delante de sus ojos. Por la fuerza con la que V se desplomó –todo lo que podía estando atado de pie- cuando acabó de licuarse, lo único que había impedido que llegara más veces al orgasmo hasta el momento era el anillo apretándole la polla.

Bendito fuera el chisme del demonio, porque era espectacular ver estallar a su macho así.

Vishous dejó caer la cabeza gacha entre los brazos atados hacia arriba, respirando por la boca abierta, con el torso sudoroso bañado en salpicaduras de cera seca, la palabra “MIO” escrita en su bajo vientre y la polla aún dura a pesar de haber vaciado todo lo que caído al suelo ante él.

Butch se habría dado golpecitos en la espalda por lo bien que lo había hecho en su primera sesión como Amo de no ser por lo que le cabreaba saber quién tenía la culpa de que V, en realidad, estuviera hecho polvo. Odiándose a sí mismo por ser incapaz de decir lo que quería decir, que Butch no necesitaba oír porque ya lo sabía pero que Vishous necesitaba decir porque se lo estaba comiendo vivo.

Así que la noche aún no había acabado.

Alargó la mano hacia la esbelta fusta de cuero negro que había cogido antes y que había dejado para engañar la percepción de Vishous. Inspiró con fuerza, dándose ánimos para hacer lo que tenía que hacer si es que quería ayudar a su macho. Puso la paleta de la fusta bajo su barbilla y le obligó a levantar la cabeza.

-Esto aún no ha acabado. Si crees que voy a desatarte sólo por haber admitido lo obvio, te equivocas.- murmuró, y el tono le salió más serio del de alguien que sólo está jugando. Bajó la fusta delicadamente por un lado del cuello de V, el principio de su pecho, hasta la cicatriz estrellada de la Hermandad-. Admite que estabas celoso.

El enorme pecho de Vishous se infló como una puta colchoneta.

-No.- tenía los colmillos tan extendidos que se había mordido el labio inferior hasta hacer brotar sangre.

Butch se acercó y la lamió con la punta de la lengua, oliendo el aroma de la excitación de V.

-¿Crees que no sé por qué no hablas?- pegado a Vishous, bajó la fusta por su vientre, hasta apoyar la paleta contra su testículo castrado-. Porque crees que admitirlo te hace débil y a los débiles les hacían esto.- presionó contra sus cicatrices y el cuerpo entero de V se encogió- ¿Verdad?

Las mandíbulas de Vishous formaron un cuadrado perfecto y una gota de sudor resbaló desde su sien, bajo la máscara. Bingo. Había dado en el blanco. Tan mala era la cosa. Vishous estaba luchando por decir lo que quería contra algo mucho más poderoso que las ataduras de cuero: la crueldad de sus recuerdos. Así que Butch iba a tener que romper aquella puerta a golpes. Literalmente.

El irlandés se separó un paso, afianzando la mano en la fusta, y golpeó a V en el abdomen. Una sola vez, rápido, como un latigazo. Vishous gimió y su polla acabó de ponerse como el puto cemento armado, había que joderse.

-¿Sabes cuál es la diferencia entre ellos y yo, rematado imbécil?- otro golpe en un costado, V sacudiéndose. Su piel con marcas rojas-. Que yo… – golpe en el costado contrario, más gemidos-… nunca… te haría… daño…- cada palabra, acompañada de un golpe con la fusta. Cada uno algo más fuerte que el anterior. Abdomen, costados, cara exterior de los muslos-. Así que… admite… de una…. puta vez…- golpeó los muslos por dentro, sobre los tatuajes. Vishous gritó.- que estabas… celoso ¡Dilo, gilipollas!

-¡¡ESTABA CELOSO!!- V aulló, retorciendo el cuerpo todo lo que podía, la sangre resbalando en hilillos carmesí de sus muñecas, por sus antebrazos, y de los tobillos. La piel roja y marcada allí donde Butch le golpeaba-. Estaba… celoso.

¿Podía uno tener un ataque de ternura mientras azotaba a su pareja? Sí. Butch cogió la cara de V con la mano libre y estampó los labios contra los del moreno, absorbiendo el gemido quebrado que brotó de ellos. Vishous le buscó a tientas con la boca en cuanto él se separó y algo en Butch se rompió al darse cuenta del alcance del daño que le habían hecho en su vida. De no ser porque se lo estaba sacando a la fuerza, jamás habría sido capaz de admitir sus sentimientos. Ni siquiera a él.

Le cabreaba como la mierda.

El siguiente golpe con la fusta fue directamente al testículo de V. Comprimido por el anillo, tenso e hinchado.

Vishous echó la cabeza hacia atrás, aulló, rugió y gimió todo en uno.

El otro golpe fue a la punta de su polla, hinchada con sangre retenida, dura y quemada por la cera derretida.

Los gritos de V se transformaron en quejidos estrangulados y empezó a brotar líquido de su punta castigada. Las ataduras crujieron cuando el brillo blanco alcanzó todo su cuerpo.

-¡Di por qué mierda estabas celoso! ¡No pienso parar hasta que vomites… toda… la mierda! ¡No pienso dejarte… solo… con todo eso!- Butch punteó cada frase con un azote, haciendo que la enorme erección de Vishous se bamboleara mientras su macho se encogía.

Salió humo del guante que cubría la mano derecha de V. Los tatuajes de todo su cuerpo, negro tinta contra el fondo de resplandor blanco, eran una confesión tan buena como cualquier otra de su represión emocional.

Más golpes en su polla. En su testículo. En sus muslos.

Los cristales de las botellas del bar empezaron a tintinear.

Habla, jodido hijo de Satanás…

-¡¡TENÍA MIEDO!!!- el grito de V rebotó entre las cuatro paredes del ático, una onda expansiva que hizo añicos las botellas y los vasos.

Otro golpe en su polla.

Empezó a sangrar.

-¡¿DE QUÉ, IMBÉCIL?! ¡¿DE QUÉ PUEDES TENER MIEDO?!

Vishous tembló de pies a cabeza, como si tuviera convulsiones.

Golpe en su testículo. V se arqueó todo lo que daban de sí las ataduras.

-¡DE QUE… TE… LARGARAS!- Vishous empezó a correrse otra vez. Entre gritos y sacudidas. -¡DE QUE… ME… DEJARAS… POR UNA… HEMBRA!

Estúpido, grandísimo, completo y total capullo.

Butch dejó de azotarle. Pegó la boca a la de V, respirando sus gritos, y su mano libre rodeó su polla, acompañándole en el orgasmo, esparciendo la sangre y el semen tibio por toda la castigada longitud, arañándole con los restos de cera enganchados. Vishous se corrió entre quejidos de puro alivio dolorido, sin derramar una sola lágrima a pesar de su agonía. Cuando acabó, Butch le rodeó la nuca con una mano, pegando la frente a la suya.

-Nunca te dejaría.- notó los más de dos metros de altura de V temblorosos como un potrillo-. Nunca. Ni por una hembra ni por nadie. Jamás ¿Quieres que te demuestre lo que te deseo, V? ¿Quieres que te folle y te pruebe que no hay hembra en este jodido mundo apestoso a quien desee más que a ti?

Vishous jadeó en busca de oxígeno, el cuerpo flácido atado al potro vertical.

-Sí…

-Sí, ¿qué más?- acarició el suave pelo negro con las manos un momento antes de cogerlo en un puño, tirando con fuerza.

V chirrió los dientes.

-Sí, mi lheage…

Butch rogó a los dioses que fueran para que la resistencia de V se quebrara antes del siguiente paso.

OOO

Vishous ahogó una exclamación de sorpresa ante el estruendo metálico que siguió, acompañado de un crujir de engranajes. Su mundo, el poco que percibía, perdió el norte. Dejó de notar el suelo bajo sus pies: Butch acababa de poner el potro en posición horizontal. Así que ahora estaba con los brazos en cruz y las piernas abiertas justo a su altura.

Esperaba que le follara. Duro y fuerte, a ser posible. A ver si le hacía tanto daño que se le grababa bien clarito que Butch le deseaba a él y a nadie más. Y menos a una hembra.

Vishous rogó por ello. Rogó por sentir la polla de Butch abriéndose paso en su interior. Porque lo que no podría soportar sería la puta pregunta definitiva. Eso no.

Sólo que, por supuesto, el poli tuvo que demostrar por qué cojones era su bendita pareja.

Apretó los puños y la piel se le erizó cuando Butch se inclinó sobre su oído para susurrarle mientras recorría sus abdominales con la lengüeta de la fusta.

-Si quieres que te folle, tendrás que darme algún buen motivo para que lo haga con mi polla. Como explicarme por qué estabas celoso, por qué tenías miedo y qué coño has estado intentando decirme desde hace días. Si no…- dejó de notar la lengüeta de cuero blando. En su lugar, Butch dio la vuelta a la fusta y le acarició, desde el vientre a la entrepierna, con el mango, estrecho y de cuero duro-… usaré otra cosa contigo.

Vishous se mordió la lengua.

Un agujero excavado en la dura roca fría. Un guerrero enorme delante de él, balanceando un mayal de cadena. Él, tembloroso e inestable después de pasar la transición, agarrando entre sus manos descoordinadas el palo roto de una escoba de madera. La voz de su padre riendo a sus espaldas:

-Si no le vences con honor, dejaré que use el palo contigo.

Soltó el aire con un grito que no pudo cortar antes de que saliera de su garganta.

Oía a Butch caminar al lado de la cruz horizontal, bajando con el pomo de la fusta, la réplica perfecta de un palo de madera, por su ingle, acariciando sus muslos, presionando su testículo. Percibió a su pareja colocándose entre sus piernas abiertas. Intentó cerrarlas, perdiendo el ritmo de su respiración, pero las ataduras lo impidieron. Los muslos le temblaron con convulsiones nerviosas cuando Butch untó la punta de la fusta en algo del semen que se había derramado en su vientre.

Luego la apoyó contra su entrada.

El corazón de V amenazó con entrar en taquicardia.

Oyó el sonido de una cremallera bajándose. Probablemente, la bragueta de Butch. Un susurro de cuero cayendo al suelo. Butch estaba desnudo.

-Tú escoges, V. Demuéstrame que eres más duro que la mierda que te han metido en el cerebro y contesta. Entonces me tendrás a mí.- algo suave, caliente y duro acarició su muslo, cerca de la ingle. La erección de Butch-. O…- el pomo de la fusta se apretó contra él, amenazante-… tendrás esto si demuestras ser un cobarde.

Respiró por la boca abierta. La venda de sus ojos le ahogaba tanto como una mordaza por no poder ver a Butch y asegurarse de que aquello no era una especie de vuelta al pasado.

El pomo de cuero duro empezó a dilatarle.

Gimió e intentó arquear el cuerpo para escapar. No lo logró.

-No puedes huir, V. De mí no ¿Por qué mierda tenías miedo de que te dejara? Contesta.

-¡NO!

-Cobarde.- Butch empujó, abriéndole.

-¡NO PUEDO!

La punta roma de la fusta le dilató por completo. Entró sólo un milímetro. Gritó y no fue consciente de que parecía un sollozo.

-¡DILO, MALDITO COBARDE!

Explotó. Vishous explotó, temblando, sudando y al límite de su resistencia mental como hacía años que no estaba.

-¡PORQUE TE QUIERO!

La fusta dejó de presionarle.

-¿Qué has dicho?

-¡PORQUE TE QUIERO, JODER!- V gritó con toda la fuerza de sus pulmones.

Ahí estaba. Que Butch hiciera lo que quisiera con él porque Vishous ya no podía sentirse más al límite, ni más sometido, ni más liberado ni más jodidamente agradecido.

Algo volvió a presionar contra él, entre sus piernas. Y entró de golpe.

Volvió a gritar. Esta vez de dolor agónico mezclado con la sensación de ser bendecido cuando Butch empujó bruscamente con su polla, rompiéndole a pura fuerza bruta. V gritó de liberación porque había dado una patada a los grilletes del pasado que le impedían expresarse y por fin, por fin, se había sacado la puta losa de encima y ahora su macho sabía lo que significaba para él.

-Cristo… -Butch jadeó en mitad de sus empujones para penetrarle. No le había preparado. No había usado lubricante. Dolía como si le estuvieran torturando en el séptimo infierno. Y se sentía tan libre como un dragón en los cielos mientras gruñía-… eres… lo más… cabezota… intratable… estúpido…- Butch se enterró hasta la mitad a embestidas secas-… que he tenido… la suerte… de querer… más que a mi puta… -último empujón. Hasta el fondo-… vida.

Vishous sonrió.

Tenía el cuerpo destrozado, atado, los ojos vendados, la polla al borde de estallar otra vez y la mente a punto de saltar por el abismo. Pero sonrió. Y cuando Butch se retiró de golpe haciéndole ver las malditas galaxias de dolor para luego clavarse como un misil de nuevo, gimió de placer.

Su poli le hizo el amor como un salvaje. Castigándolo tanto como perdonándolo por su estupidez. Clavándole las manos en las caderas mientras le embestía sin que él pudiera hacer nada más que gruñir y recibir todo lo que Butch quisiera darle, aunque le partiera por la mitad.

Su Butch podía hacer eso y mucho más con él. Porque era suyo.

-Dilo… otra vez. Quiero… oírlo.- el poli jadeaba al mismo ritmo que sus empujones, al mismo ritmo que sus propios gemidos.

Mierda, las veces que quisiera.

-Te… quiero.

Apretó las manos en puños y tensó todo el jodido cuerpo cuando el orgasmo empezó a acumularse en sus pelotas, estancándose por culpa del anillo de los cojones. La polla empezó a hervirle, latiendo como si tuviera clavos atravesándola de toda la sangre retenida, y V se empaló el labio con los dos colmillos.

Butch le embistió tan fuerte que notó el desgarramiento en todo detalle.

Gritó y luego apretó los dientes cuando el dolor en su interior compitió con el de su polla por llevarse su conciencia.

-¡Sácame… el jodido… anillo!

-¡Dímelo! ¡Grítalo… tarado… de los cojones!- no paró, el maldito poli no paró de bombear contra él.

Vishous se puso en tensión de los pies a la cabeza, a punto de la corrida más bestia de su vida.

-¡TE … AMO… PEDAZO… DE GILIPOLLAS!

Notó la mano de Butch rozando el horno nuclear en que se había transformado su erección.

Clac.

El sonido del cierre del anillo abriéndose.

V gritó hasta quedarse ronco cuando el dolor de la sangre que volvía a circular se unió a Butch clavándose a lo bruto en su interior, corriéndose como si el mundo fuera a acabarse.

El orgasmo que siguió casi le dejó inconsciente.

Bombeó sobre su propio vientre con los ojos cerrados bajo la máscara, los labios sangrando y ni siquiera se dio cuenta de que Butch le había estado masturbando mientras se derramaba hasta un buen rato después, cuando había vaciado por su erección todo lo que tenía en las reservas de su cuerpo junto con todos los sentimientos reprimidos.

Jadeó el alma por la boca cuando todo acabó.

-Dios… ¿Cómo mierda… has podido… creer que podía… dejarte?- Butch parecía necesitar mascarilla de oxígeno tanto como él, mientras acariciaba sus muslos con las manos, aún clavado en su cuerpo.

No respondió. No tenía ni fuerzas ni cordura.

¿De verdad había dicho lo que creía que había dicho? ¿Varias veces? ¿Atado en su propio potro a las órdenes de Butch?

Y qué órdenes…

Sólo sonrió, aún inmovilizado. Una sonrisa guarra y completamente satisfecha que se fue al cuerno un rato después, cuando Butch empezó a salir de él.

-¡MIERDA!

-Lo siento.- Butch acabó de retirarse con cuidado, dejándole muy consciente del estropicio que era su propio cuerpo.

-No lo sientes.

-Tienes razón. No lo siento. Te lo merecías.

Vishous rió desde el fondo del pecho. Aquel era su poli. Su macho. Su bendita pareja que sabía muy bien cómo tratarle. Butch soltó las ataduras de sus tobillos, de sus muñecas y V parpadeó a la luz de las velas cuando le quitó la máscara. Se encontró con un primer plano del rostro sonriente y asquerosamente satisfecho de Butch mirándole desde arriba.

-Déjame ayudarte a levantarte de ahí.

-Yo puedo, poli.

Ya, claaaaaaaaaaaro.

En cuanto movió los brazos, se dio cuenta de que se le habían dormido. Aún así, bajó las piernas desde las aspas hasta el suelo, haciendo un valiente esfuerzo por ponerse de pie.

Las piernas dormidas se le doblaron como la puta gelatina y su culo destrozado le recordó que aún no había salido del Planeta Dolor. Acabó de rodillas en el suelo, intentando agarrarse al potro con los brazos dormidos.

-Que me jodan.

-Lo he hecho. Pero podemos repetirlo más suavemente, si quieres.- los brazos de Butch se colaron bajo sus axilas y le levantó a pulso, sosteniéndole con fuerza de oso mientras le arrastraba hacia la cama.

Qué buena idea había tenido al poner una cama en su ático, aunque nunca habría creído que la usaría él mismo para desplomarse. Las almohadas y la seda de las sábanas negras, fresca contra su piel ardiente, le parecieron el pasaporte al Paraíso. Butch le acomodó para que pudiera estar medio sentado.

-Coño. Me duele todo.

Miró hacia su cuerpo. Gotas de cera negra adheridas a su pecho, brazos y muslos. Sangre resbalando de sus muñecas y tobillos. Más de su labio. Marcas de azotes en todas partes. Y su polla merecía un capítulo entero de “House” ¿Lo mejor? Recorrió con los dedos el “MÍO” en cera seca pegado en su bajo vientre.

-¿Te ha quedado claro?- Butch estaba sentado a su lado, en el borde de la cama, totalmente desnudo y, aunque sonreía, tenía la duda sobre lo que había hecho bailoteando en sus ojos.

-Sí. Del todo y… gracias. Supongo que necesitaba esto.- movió un brazo que le pesaba toneladas para abarcar el ático. Quiso decir más pero, como su poli sabía muy bien, él no era un tipo de palabras y en aquel momento, menos que nunca. Esperó que la forma en que sonrió y miró a Butch dijera más que su boca.

Butch torció una sonrisa entre incómoda y sentida, antes de pasarse la mano por la nuca.

-¿Cómo quitamos la cera ahora?

-Con aceite y una espátula. Están allí.- extendió un brazo tembloroso, apuntando a un estante.

-Joder, menos mal que no eres un humano peludo porque menuda depilación…

V rió como un canalla y luego contempló con una sonrisa torcida a su macho gloriosamente desnudo a la luz de las velas, moviéndose por su mazmorra como pez en el agua, su pene grande y ancho balanceándose al compás de las caderas.

-¿Qué pasa?- Butch se arrodilló en la cama, a su lado, con un potito de aceite y la espátula.

-Nada. Te miro. Nunca pensé que te vería en pelota picada por mi ático.

-Nuestro.- le untó el pecho con aceite, cuidadosamente.

-¿Perdona?

-He dicho “nuestro” ático.- Butch hizo palanca con la espátula en una gota de cera reseca, retirándola para revelar la piel roja, irritada.

-¿Quieres… usarlo más veces?- tendría que ir a un sexólogo o algo. No era normal que, después de lo que habían hecho, su soldadito intentara resucitar sólo con oír eso.

Butch se encogió de hombros mientras cogía un buen ritmo como quitador de grumos de cera.

-¿Por qué no? Hay un montón de cachivaches que no hemos probado. Había una cosa que sacaba chispas y cuerdas para todos los gustos.

Sexólogo. Clarísimamente. Su entrepierna podía parecer un superviviente de “Saw” pero seguía dispuesta a dar guerra. O a intentarlo.

-Tendré que darte clases. De nudos, por ejemplo. También existen palabras de seguridad, ¿sabes?- torció la perilla. Se cortaría la lengua antes de pedir clemencia pero, bueno, las reglas del BDSM eran las reglas-. Y las dos partes suelen ponerse de acuerdo en qué escena temática van a hacer.

Butch le enarcó una ceja, divertido.

-¿Quieres decir que te gustaría jugar a polis y detenidos? ¿Todo el rollo ese de “sáqueme de la celda, señor policía”?

-Hijoputa mamón.

Los dos rieron, después Butch carraspeó, serio, y se concentró en liberar sus muslos de cera. Peligrosamente cerca de su esforzado soldadito.

-¿Me he… pasado? Sé que todo esto…- señaló su cuerpo magullado con la espátula-… se cura rápido. Pero, ¿me he pasado con otras cosas?

Como con ponerle al borde del derrumbe nervioso haciéndole afrontar la mierda que todavía arrastraba, forzándole a romper la mordaza metafórica que llevaba atada desde que tenía uso de razón.  Vishous lo miró fijamente.

-No. Lo hiciste bien. Mierda, en realidad me ayudaste, como siempre.- desvió un momento la mirada al decorado-. Incluso metiéndote en un mundo que no es el tuyo.- volvió a los ojos del poli muy serio. Abrumado, más bien.

El poli le sostuvo la mirada brevemente antes de agachar la cabeza y retirar  las palabras hechas con cera de su vientre con cuidado de no romperlas. Las meneó un momento delante de él.

-¿Quieres guardarlas como recuerdo?

-Sí.

Siguió mirando a su macho en silencio, hasta que Butch pareció superar alguna lucha interna contra la timidez y le disparó una mirada de reojo que, definitivamente, logró que el hijoputa magullado que tenía entre las piernas empezara a cuadrarse.

-¿Sabes? Estás sexy del demonio ahí atado.

Fiiiiiiiiiiiirmes. Su soldadito consiguió saludar bastante dignamente.

-Una pena que yo no pudiera verte mientras me azotabas… -ronroneó-. Me habría corrido más veces.

Butch se dio cuenta de lo que pasaba ahí abajo. Lo que no era difícil estando los dos desnudos. Los ojos castaños se desviaron a su polla y el poli se untó las manos en aceite. Vishous siseó como una serpiente cuando su macho le rodeó con ambas manos, subiendo y bajando con delicadeza, poniéndole duro del todo mientras retiraba los restos de cera endurecida.

Dolía que te cagas.

-La próxima vez, lo haremos sin máscara.- más caricias resbaladizas-. Pero creo que te amordazaré. No vaya a ser que se te ocurra darme órdenes.

-No sabía… que tenías un lado oscuro… oculto.- V se revolvió en las sábanas.

-Es una buena forma de sacarte secretos inconfesables.- una de las manos de Butch se concentró en su punta, quitándole los pegotes con cuidado, mientras la otra trabajaba su longitud.

Vishous hizo esfuerzos por pensar con claridad al margen de aquellas palmas aceitosas.

-¿Tanto… querías oírlo? ¿No lo sabías?

Butch levantó la cabeza y la mirada que le dirigió le llegó al alma misma.

-No, tú necesitabas decirlo. O te habría matado.- el poli dejó una mano entre sus piernas, suave, y se tumbó a su lado en la cama, pegándose a su cuerpo. Su boca fue tan delicada contra la suya como su mano, acariciándole mientras le besaba. Cuando se separó, el poli sonreía-. Yo ya lo sabía, pero tú necesitabas ayuda para poder decirlo.

Los brazos de V se movieron por sí solos, ciñendo a Butch para atraerlo hacia sí. El aceite con que el poli le había untado antes el pecho y el abdomen volvió el abrazo resbaladizo. Erótico.

-¿Y no crees que tú me debes algo en pago por esa confesión extraída bajo tortura?- mordisqueó el cuello de Butch.

-Mmmm… ¿Por qué? ¿Necesitas oírlo?

-Puede.

Para no sentirse el único imbécil vulnerable allí. Para acabar de cerrar las heridas.

Butch apoyó un codo en la almohada y la cabeza encima, la otra mano sobre los tatuajes de su pelvis. La erección de su poli era una barra caliente y suave contra su pierna. V pensó que el calor en aquellos ojos castaños no podía ser sólo producto de la iluminación de las velas.

-Te quiero, estúpido idiota de boca cerrada.- Butch le dedicó una sonrisa tan amplia que asomaron sus colmillos-. No pienso dejarte, ni ahora ni nunca. Ni por una hembra ni por otro macho.- puso los ojos en blanco un momento antes de inclinarse a besarle-. Contigo tengo todo lo busco. A veces, más. Demasiado. Eres un cabrón tan grande que eres difícil de gestionar.- el poli rió y él también. Nervioso como un crío-. Me encanta cuando te pones celoso, pero no tienes por qué. Te. Quiero ¿Alguna pregunta?

Vishous se perdió un largo momento en aquellos ojos cálidos, resbalando lánguidamente las manos por la enorme espalda de Butch. Luego torció la boca y enarcó una ceja oscura, con aire interesante.

-¿Qué te parece más urgente que hagamos en nuestro ático? ¿Instalar cristales con protección de rayos UVA o una bañera para dos con argollas para las corr…? ¡Auch!

V se dobló cuando Butch le dio un puñetazo en los abdominales y no con suavidad, precisamente. Los dos rieron mientras rodaban por la cama, abrazados, hasta que el sonido de los besos y los jadeos, esta vez sensuales, tomó el relevo a las palabras.

No necesitaban decir nada más, todo estaba claro entre ellos.

En realidad, siempre lo había estado.