«Amantes redimidos»: capítulo 3, «Sentimiento sin nombre», parte 2

Por fin, después de darle más vueltas que una peonza, aquí está la segunda parte del capi *bufa* Lo admito. Tengo una incapacidad genética para escribir fics cortos y en la que sólo salgan dos personajes *asiente* Cuando empecé con éste tenía en mente una serie de escenas más o menos intimistas entre V y Butch. Luego mi musa empezó a tentarme con desarrollar la trama de los restrictores. Y, claro, ya que nos poníamos, ¿por qué no hacer aparecer a más personajes? *se da un cabezazo contra la pared* En resumen, el fic tendrá escenas de acción, investigación y prefiero no decir cuántos personajes saldrán porque luego seguro que me como mis palabras.

La droga que aparece en este capítulo existe y se presenta en las dosis y “posologías” que se citan. También los efectos que provoca en humanos son reales (los que provoca en vampiros son inventados, claro). De hecho, fue bastante popular en España hace unos años, para desgracia de unas cuantas víctimas, como podéis encontrar en las hemerotecas. Obviamente, no estoy aconsejando ni defendiendo el uso de las drogas como método de diversión sino más bien todo lo contrario, ¿vale? Puede parecer un comentario tonto pero nunca se sabe…

He retocado cada coma del maldito capítulo miles de veces, así que ahora no distingo ni el sujeto de cada frase. No sé por qué, pero las escenas y conversación entre V y Butch me han hecho sudar tinta china.Encontraréis más “acción”, pero este capi estaba pensado sobretodo por la parte emocional.

La parte de Butch ha sido, para variar, la que más complicada me ha resultado *le fulmina con la mirada*

Por un lado, es lo bastante sincero y valiente como para decirle a V… bueno, lo que le dice *sonrisa* Pero, por otra parte, los motivos que le impulsan a actuar como lo hace y lo que siente por V siguen siendo un misterio para él. A final de esta parte, eso sí, tendrá claras algunas cosas.

Respecto a Vishous… *suspira* Pobre hijo, qué decir. Él está más atado y amordazado que sus sumisas.

Creo que su actitud va a ir oscilando entre «oh, Dios, sí, quiero» y «no, mierda, no debo» durante bastantes capis.

En lo que respecta a cierto trío de jovencitos por quien siento mucho cariño *les revuelve el pelo*, aún no sé exactamente qué papel tendrán.El siguiente capi tengo que escribirlo prácticamente de cero, así que tardaré unos días. Tendrá acción… er, de la de verdad, de patadas y pistolas (¡mal pensadas! XD), más conversaciones V/Butch, ahora que empezamos destapar la lata emocional y, um, más… acción *mueve las cejas*

Espero que este capi os guste y, tanto si es así como si no, por favor, hacédmelo saber ^^; Por cierto, podemos abrir un ránking de modelos/actores candidatos a posar como V y Butch :DD

El fotomontaje que encontraréis al final del capi es obra de Silvia Resendiz Alvarado, una pedazo de artista de la que veréis más imágenes similares a lo largo de este fic ^^ ¡¡GRAAAAAAACIAS, NENA!!. Por favor, visitad su blog por AQUÍ para ver más imágenes fantásticas basadas en Vishous o en La Hermandad de la Daga Negra.

 

 

CAPÍTULO 3. SENTIMIENTO SIN NOMBRE. PARTE 2

John Matthew llegó a la conclusión de que comprendía muy bien cómo se sentía una hormiga cuando intentaba moverse por el mundo sin que los pies de los gigantes humanos la aplastaran.

Coincidía 100% con cómo se sentía él últimamente cuando tenía que cambiarse en el vestuario del gimnasio de la mansión después de cada sesión de entrenamiento.

Un grupito de cuatro de sus “compañeros” salió de las duchas luciendo cadenas de oro, tatuajes recién hechos, sexos del tamaño de los de un macho normal, altura y músculos. Y, sobretodo, chulería.

-Eh, ¿hace Passion esta noche? Aquí hay algunos que tenemos que celebrar que somos machos.- Rahg soltó una risa de perro, coreada por los chupapollas de sus colegas, mirando de reojo hacia el banco más alejado de las taquillas mientras empezaba a vestirse- ¿Creéis que existen vampiros incapaces de pasar por el cambio? Y yo que pensaba que era una leyenda urbana…

John le miró de reojo a su compañero mientras acababa de atarse las bambas, intentando hacerse pequeñito y fundirse con el paisaje de los vestuarios. Cosa que iba a ser decepcionantemente fácil porque, de todos los chavales allí presentes que se entrenaban con la Hermandad, él era el único pringado que seguía pareciendo un insecto palo. Cómo no Quizás era cierto lo que decía Rahg y algunos no conseguían transformarse en machos jamás. Volvió a desviar la vista a sus pequeñas zapatillas deportivas.

-Es un gilipollas.- murmuró Qhuinn, tan enorme como un armario de cuatro puertas, cerrando la taquilla de golpe.

El ruido hizo que el vampiro se girara hacia él. Rahg era el mejor amigo de Lash, en el supuesto de que Lash supiera distinguir un amigo del cubo de la basura. Igualitos que Banner y Flappy. Reía sus gracias, salía de marcha con él, tenía la misma asquerosa cantidad de pasta para gastar, el mismo gusto con la ropa… y compartía la misma afición por meterse con John. Era algo así como el entrenador suplente cuando Lash no estaba, como aquella noche.

Rahg se puso una chaqueta de cuero negro con gesto de perdonavidas y se ajustó la enorme hebilla del cinturón CK antes de echarse al hombro una bolsa de deporte de piel. Era rubio y llevaba el pelo engominado de punta en la coronilla con un mechón largo lacio tapándole el ojo izquierdo. De las orejas le colgaban dos cruces invertidas. Se acercó a Qhuinn con un contoneo de pura chulería. Mierda, pensó John, agachando la cabeza, la transición le había hecho el mismo favor que a todos los demás, menos a él. Aquel cretino medía más de metro ochenta.

-Eh, Qhuinn, te invitaría a celebrar que todos somos machos peeeeero… -chasqueó la lengua e inclinó la cabeza, mirando de reojo a John-… creo que en tu grupito de amigos alguien sigue siendo una niña ¿Quieres dejar a Johnny con mi hermana pequeña? Seguro que pueden jugar a muñecas.

Qhuinn echó el pecho hacia delante y Blaylock se levantó de golpe del banco donde estaba sentado, al lado de John, cuadrando los hombros junto con su amigo. Los dos formaron un muro que proyectaba una sombra enorme sobre él.

-Vamos a dejar esto ahora mismo.- advirtió el pelirrojo con una voz baja que parecía hacer ecos en su garganta-. Lárgate a donde puedas empaparte el cerebro en mierda suficiente hasta que tengas alucinaciones.

-Bueno, los hay que no tenemos que pedir permiso a mamá para salir a vivir la vida ¿Eso te jode… Blay?

Rahg mantuvo una amplia sonrisa chulesca de medio lado mientras hacía una seña con la cabeza a su grupito y todos salían de los vestuarios, poniendo buen cuidado en pasar lo bastante cerca de John como para que pudiera apreciar que eran como Hulk comparados con el ratoncito Pérez. Cuando la puerta de los vestuarios se cerró con un estrépito metálico, Qhuinn gruñó.

-Algún día les partiré la cara, a él y a Lash. Son una panda de soplapollas esnifadores de coca. Estaría de puta madre que los Hermanos se enteraran de sus aficiones. Apuesto diez pavos a que no duraban ni una noche en el programa.

John se encogió de hombros, dando a entender que no tenía puñetera importancia que se metieran con él porque eso es lo que hace todo el mundo con los pringados.

-John. Eh, colega, mírame.- Blay se plantó justo delante de él, inclinándose en su dirección con las manos en las caderas. Cuando los ojos azul oscuro al final se dignaron a mirarle, el pelirrojo frunció el ceño-. Pasarás la transición. Te retorcerás de dolor como un jodido gusano en el anzuelo, como todos. Beberás de una hembra y, cuando te despiertes, Myke Tyson chillará de miedo al verte. Exactamente como todos ¿Estamos?- cuando John volvió a bajar la vista, se inclinó más hacia él- ¿Estamos o no?

Asintió simplemente para que Blay dejara de presionarle, se puso la chaqueta y se colgó el macuto de la espalda. Mierda, su cabeza sólo llegaba al hombro de sus amigos. Qhuinn lo enganchó del cuello con un brazo que pesaba como un tronco mientras se giraba hacia su otro colega.

-¿Vamos a tu casa, Blay?

El pelirrojo asintió con una sonrisa resplandeciente de osito Teddy, como cada vez que estaba claro que a Qhuinn le gustaba pasar tiempo en su habitación.

-Dejemos a estos imbéciles con sus mierdas.- accedió- ¿John?

El chico volvió a asentir en silencio, aunque una parte de él sólo tenía ganas de meter la cabeza debajo de las sábanas e hibernar. Por alguna razón, recordó los interminables sermones en el orfanato católico donde había crecido. Allí te enseñaban que Dios castigaba a los niños que se portaban mal y bendecía a los que se portaban bien, previo paso por “pon la otra mejilla” y “los últimos serán los primeros”.

Mierda, él había recibido hostias en las dos mejillas todos los malditos días de su vida y llevaba el cartelito de “último” colgado del cuello. Hasta ahora, Dios no es que le hubiera bendecido demasiado. Y cabrones abusadores como Rahg o Lash nunca, jamás, recibían su merecido.

O los vampiros escapaban de la jurisdicción de Dios o al tipo no se le daba demasiado bien lo de la justicia.

OOO

En el piso treinta del Commodore, Vishous recorrió con la yema de los dedos las pinzas dentadas y las pequeñas cuchillas dispuestas en un mueble metálico justo al lado de su mesa de dominación en el ático. Aquella noche iba a ser especial, lo presentía. La piel entera le ardía, la frustración era gasolina que alimentaba su furia. La mano y los ojos le brillaban y el aire a su alrededor estaba cargado con la electricidad estática de su monstruo gritando por ser liberado. Por dominar, controlar, someter y destrozar la mente de un esclavo como la vida hacía con la suya.

No había podido decidir que quería tener visiones y una mano como un lanzallamas que tenía que mantener apartada de todo el mundo. No había podido decidir que no quería reproducirse y que no hacía falta que intentaran castrarle, muchas gracias. No había podido decidir que quería dejar de tener visiones, ni que quería recuperarlas viendo su muerte y la de Butch. No había podido decidir desear a su mejor amigo ni había podido resistirse a besarle y a provocarle ese suspiro de alivio en la cocina cuando no había vuelto a hacerlo. No había podido decidir que quería tener que follarse a cuarenta Elegidas como regalo de cumpleaños de su madre. Y tampoco iba a poder salvar a Butch de su muerte a manos de la esencia del Omega.

Su vida era una orquesta sinfónica de “no había podido”.

Con una única excepción. Ahora. En su mesa. Con sus sumisas. Aquel era el único jodido momento en que su existencia se transformaba en un “puedo decidir” y “puedo hacer” lo que le saliera de los cojones. Algo que la hija de perra de su madre también iba a quitarle en unos pocos días.

Percibió la presencia de la hembra cuando se materializó en su terraza y se le erizó el vello de la nuca. El depredador ante su presa. Aquella hembra era la que se reservaba para momentos como éste, en los que la sesión iba a estar más cerca de la tortura que del sexo. Era la que más aguantaba y por Dios que iba a poner a prueba su resistencia hasta quebrarla. Sí, sentía cómo el aire crepitaba sobre su piel, cargado de electricidad. Los ojos blancos se desviaron a unas pinzas en concreto, diseñadas para morder los pezones de la sumisa. Unas pinzas dentadas conectadas a un cable…

Oh, sí, aquella iba a ser una sesión para recordar.

 

¿Me estás mirando, mami? Porque te garantizo que vas a disfrutar de todo un espectáculo.

 

OOO

Las discotecas de alto standing del centro de Caldwell a las que acudía lo mejorcito de la sociedad humana y vampírica tenían un gran punto a su favor cuando querías hacer negocios turbios, admitió el señor D para sí. El personal de seguridad sólo se encargaba de que los problemas no entraran, sin preocuparse demasiado de qué hacían sus clientes dentro siempre que no la liaran muy gorda. Y los dueños siempre tenían los oídos dispuestos a escuchar una oferta discreta que incrementara su recaudación sin meterles en demasiados problemas.

El encargado flacucho que tenía delante, con su camisa negra abierta hasta medio pecho, el flequillo lacio a ambos lados de la cara teñido de negro, la colección de ferretería pinchada en las cejas y unas ojeras como tinta de pulpo, pertenecía a aquel tipo de personas con las que podías hacer tratos.

-Quiero probar parte de la mercancía que distribuyas.- masculló el encargado por encima del chumba-chumba ambiental, inclinándose hacia el señor D.

Tío, qué feliz sería estampándole la cara sólo por acercársele tanto. En vez de eso, D sonrió de oreja a oreja, cuidando de no asomarse a la gran cristalera de la oficina que permitía observar la pista de baile desde el primer piso del local, mientras se sacaba dos frascos con un polvo blanco y se los enseñaba al encargado.

-Una para ti y otra para empezar a… digamos, darla a conocer entre el público objetivo.- hizo lo posible por separar las palabras en vez de arrastrarlas con su buen acento de Texas.

El encargado contempló al tipo descolorido con las manos en las caderas, los brazos flacos con tendones como cuerdas retorcidas, el rostro enjuto como si el aire le hubiera secado toda humedad. No es que el negocio le fuera mal, pero la fama de una discoteca era volátil. Un día eras el local más “in” de Caldwell y al día siguiente estabas “off” sin que hubiera cambiado nada, excepto los gustos de los niños bien. Así que las, um, consumiciones complementarias eran una buena manera de ofrecer un plus de servicios a un público formado por “hijos de” que se lo podían permitir sin pestañear.

El problema a la hora de hacer correr drogas en tu local, por supuesto, era que podías llamar la atención del Reverendo. Y eso no era buena idea a menos que quisieras comprobar si cabías en una lata de comida para perros. Al principal señor de las drogas de Caldie prácticamente no se le escapaba ninguna de las grandes líneas de abastecimiento de la ciudad. En cambio, no podía controlar los pequeños trapicheos que no requerían envíos en barco o en avioneta desde la frontera con México.

Y el trato que le ofrecía aquel tipo curtido de pelo blanco, que parecía a

punto de escurrirse en un traje que fijo que no era suyo, parecía un buen acuerdo. La ketamina era una anestesia con efectos alucinógenos fácil de conseguir si tenías contactos en clínicas o en farmacias. No podía estar adulterada, porque la fabricaban directamente los laboratorios farmacéuticos, no provocaba efectos secundarios alarmantes si se respetaban las dosis y no creaba grandes adictos. A cambio, proporcionaba una hora feliz de viaje místico por el universo a base de alucinaciones sensoriales, además de la sensación de estar flotando muy por encima de tu cuerpo. Mierda, hasta había libros que hablaban de contacto con seres superiores gracias al portal a la autoconciencia que abría la K.

Además, podía venderse en diferentes presentaciones para adaptarse al gusto del cliente: líquido bebible para mezclar con los chupitos, polvo fumable o esnifable para el nostálgico de la coca, o cristal soluble en cualquier combinado. Sí, era una buena opción para ganar pasta sin llamar la atención del Reverendo.

-Quiero el 40 de lo que vendas aquí.- el encargado inició la discusión.

El señor D chasqueó la lengua y se metió los frasquitos de nuevo en el bolsillo interior del traje. La negociación que siguió se ajustó perfectamente a los parámetros habituales, un toma y daca que se saldó con un estrechamiento de manos al cabo de poco.

D tendió al encargado un frasquito para consumición propia -mierda de calidad y ese rollo, ya sabes- y luego echó una ojeada indiferente al público que atestaba el local. Cerrar tratos desde la oficina del encargado, aquella pecera acristalada que asomaba sobre la pista, tenía muchos beneficios además de la privacidad.

El grupo de vampiros reunido en la barra de abajo, por ejemplo, no podía detectar su olor.

-Escoge el grupo cero para tu campaña de márketing, tejano.- invitó el encargado, señalando el guiso de cuerpos que se retorcían bajo los lásers.

Aquel era el punto clave del trato desde el punto de vista de los restrictores. Ellos traerían la droga a Passion y el encargado la distribuiría a partir de cuando los clientes empezaran a pedirla. Pero la primera noche, D escogía quién la probaba. Los clientes siempre recibían bien que el camello de turno les ofreciera una degustación personalizada; eso hacía que pudieran interesarse en otros productos. La discoteca ganaba porque, si al grupito le gustaba la K, lo difundirían entre los demás clientes, iniciando los pedidos, y el traficante se ganaba unos posibles futuros clientes para probar más mierda.

D se encogió de hombros en un gesto indiferente, fingiendo estudiar los diferentes grupos que abarrotaban el local. Al cabo, cabeceó hacia una pandilla de cuatro chavales que parecerían salidos de un catálogo de Dolce & Gabbana de no ser porque sus hombros eran tan anchos como los de un yeti.

-Parecen estar buscando diversión especial, ¿no crees?- murmuró D, con una elevación de comisura- Tú conoces a todos tus clientes.- alabó- ¿Esos están en el rollo?

El encargado se plantó frente al cristal con las piernas abiertas, examinando al grupo como si fuera su rebaño particular.

-Sip, a veces le dan al cristal. Buena elección. Pasta para gastar y están en esa edad. Ya sabes, experimentar con todo.

D los observó como un lobo solitario. Oh, sí, buena elección, desde luego. Señaló a un chaval rubio con el pelo de punta en la coronilla y un mechón lacio a un lado de la cara.

-Ese parece ser el macho alfa, ¿no te parece? Sírvele algo especial y dile que has, digamos, ampliado la carta. Si le gusta, seguro que a sus amigos también, ya sabes la falta de personalidad que tienen los jóvenes de ahora. Podrías tener los primeros clientes en una noche.

Los ojos del encargado se estrecharon con el simbolito de “dólar” pintado tan a las claras en ellos que a D le recordó de repente al Tío Gilito. Sonrió y asintió antes de girarse de nuevo hacia el señor D.

-¿No prefieres presentarte tú mismo?

-Nop. Diles que sabes dónde encontrarme si, además de K, quieren otras cosas.

-¿Hace un bourbon para celebrarlo?

D levantó una mano y negó con la cabeza.

-No bebo, amigo. La salud es lo primero, ya sabes. Puede que celebremos cuando me hagas el primer pedido serio.

El encargado se sirvió dos dedos de alcohol y levantó el vaso hacia D mientras dejaba el frasquito de muestra que le había dado el tejano sobre su escritorio.

-Un placer hacer negocios contigo.

-Lo mismo digo. Lo mismo digo…

D recogió su sombrero vaquero de encima de una silla y se lo caló con una floritura mientras abandonaba Passion por la salida privada. Bueno, estaba claro que asaltar una farmacia había sido una decisión correcta. Si todo iba como estaba previsto, aquellos vampiros nobles tendrían una fantástica experiencia psicotrópica en breves instantes.

Había algo más que no le había dicho al encargado, por supuesto. Los magos nunca revelan todos sus trucos. La ketamina se presentaba en dos dosificaciones y niveles de pureza distintos. Una para sedaciones y tratamientos psiquiátricos en humanos… y otra para uso veterinario.

Anestesia para caballos, en realidad.

Sería interesante comprobar qué le hacía aquella segunda dosificación al organismo de un vampiro. D estaba dispuesto a apostar que era capaz de tumbarlo el tiempo suficiente como para que él y sus chicos pudieran hacer de buenos samaritanos, recoger a uno o más chavales con colmillos y llevarlos a casa.

A su casa, claro.

OOO

Butch inspiró profundamente, dilatando el pecho bajo la camisa, el traje y el abrigo de buena lana, mientras levantaba la vista hacia el Commodore, como si pudiera distinguir el apartamento de V desde la distancia. Tío, no podía creer que hubiera tenido el valor de plantarse allí. A ver si le duraba cuando tuviera a su amigo delante. Se recolocó los hombros del abrigo, inspiró con fuerza y echó a andar hacia la puerta, deteniéndose dos metros después al reconocer un familiar Mercedes sedán negro ¿Fritz? ¿Qué mierda hacía el mayordomo jefe de la mansión allí?

La respuesta le llegó segundos después, cuando el diminuto hombrecillo, envuelto en un abrigo largo, giró la esquina cargando con el peso de una mujer… no, de una hembra, corrigió Butch mentalmente en cuanto estuvieron lo bastante cerca.

El poli que había en él sacó la libreta de notas mental. La hembra, morena, llevaba los restos de un moño alto muy despeinado que dejaba ver marcas amoratadas de mordiscos en el cuello y tenía laceraciones sangrantes alrededor de la boca, como si alguien la hubiera amordazado con una cadena de metal. Parecía llevar unas botas de tacones de aguja, a juzgar por lo que dejaba entrever un abrigo largo de cuero. Cuando se acercaron más, Butch vio que apretaba los ojos con fuerza y todavía caían lágrimas por sus mejillas. Estaba claro que, si Fritz no la estuviera sosteniendo, habría acabado de bruces en el suelo. Probablemente durante toda la noche.

Dios, V…

 

Fritz respingó al ver la alta figura de Butch junto al coche, con la misma cara que habría tenido alguien que ha encontrado un cadáver en su congelador.

-Buenas noches, señor.- el hombrecillo asintió en su dirección y forcejeó con la hembra para poder pulsar el mando a distancia y luego abrir la puerta del coche.

Introdujo delicadamente a la hembra hasta que quedó tumbada en el asiento posterior y se esforzó por colocarle bien las piernas como si metiera una muñeca en su cajita. Al hacerlo, el abrigo de cuero se abrió y Butch tuvo el tiempo justo de ver parte de su generoso escote, sobresaliendo de un corpiño de cuero mal abrochado: mordiscos, sangre, quemaduras. En sus muslos había más laceraciones; las de la cara interna parecían quemaduras eléctricas. Olía a cera, sudor, sexo y más sangre. Y a V. Fritz cerró la puerta y le sonrió.

-¿Quiere que le lleve a la mansión, señor? Tengo que hacer una parada por el camino para dejar a la señorita en su casa, pero no nos llevaría mucho tiempo.

Así que tú eres el taxi de las hembras de V… Butch apretó los puños hasta que los nudillos se le pusieron blancos y tuvo que recordarse dos cosas: la primera, el consentimiento adulto; y la segunda, que Vishous tenía el perfecto derecho de tirarse a cualquiera. Así que se obligó a tragarse un estúpido rugido que empezaba a retumbar en su garganta.

-No, Fritz. Tengo asuntos con V.

-Como quiera, señor. Buenas noches.- el hombrecillo se inclinó con su sonrisa habitual y luego rodeó el coche para sentarse al volante. El Mercedes arrancó con un ronroneo suave y se alejó por la calle mojada.

Butch se giró hacia la entrada del edificio mientras se recordaba que había venido para hablar con Vishous, no para ahorcarlo con sus tripas. Fritz no se ausentaba de la mansión cada vez que V tenía una de sus sesiones, así que lo de hacer de transporte para hembras medio muertas tenía que ser ocasional, cuando el hermano tenía especiales ganas de desfogarse. Y él habría apostado unos cuantos años de vida a que sabía por qué aquella era una de esas ocasiones.

Apretó los puños con el hilo musical del ascensor poniendo la nota surrealista de la escena. Al salir, recorrió el pasillo haciendo resonar los zapatos italianos, sin hacer pausa alguna entre que llegó ante la puerta del ático de V y empezó a aporrearla.

Nada.

-Abre la puerta, V. Sé que estás ahí. Acabo de ver salir a tu chica.- ¿por qué demonios las mandíbulas se le apretaban solas? Volvió a aporrear la puerta. Nada. La emprendió a golpes como si la madera negra fuera un saco de boxeo- ¡Abre la puta puerta o la echo abajo!

Joder, no sabía por qué estaba tan cabreado. Bueno, en parte sí. Porque lo que había venido a decirle a Vishous le provocaba retortijones de pánico, eso le hacía sentir débil y disparaba sus niveles de agresividad hasta romper el termómetro. Ver la cantidad de rabia que V necesitaba desfogar con aquellas sesiones también le ponía de mala leche. Porque no era justo que alguien tuviera tanta mierda dentro.

No oyó ruido al otro lado de la puerta, pero intuyó la presencia de Vishous. Al cabo, se abrió de un tirón y los dos metros del hermano llenaron el umbral por completo. Dios, estaba cabreado.

La mano derecha aguantaba la puerta entreabierta y tenía el brazo izquierdo apoyado en la parte de arriba del umbral, el cuerpo con el torso desnudo echado hacia delante, agresivo. Olía a hembra y tenía los ojos entrecerrados, muy fríos. Los mechones largos estaban despeinados y sudorosos, igual que su torso, con todos los músculos marcados. Iba descalzo, llevaba los pantalones de cuero sin cinturón, por las caderas, cubriendo justo hasta donde empezaría a considerarse indecente y parecía un maldito demonio.

El cuerpo de Butch entró en calor al punto y se dijo que era por el cabreo de la hostia que venía incubando.

-¿Qué coño haces aquí?- ladró V, sin moverse ni un milímetro. Los ojos seguían con la misma rabia fría, pero con algo más, como si estuvieran vacíos.

-Déjame entrar.- vaya, aquello sí que parecía un vampiro de película.

-Lárgate. Esto es privado.- Vishous parecía tallado en piedra con dos cabezas nucleares por ojos.

-Acabas de desangrar a una hembra atada a esa mesa tuya, quemarla con cera y provocarle laceraciones en todo el cuerpo. Apostaría a que ha habido algo de electricidad en el juego, también. Me he encontrado con ella al llegar.- recitó Butch, apoyando las manos a ambos lados de la puerta e inclinándose hasta que su rostro quedó a un palmo del de V-. No es la primera vez que estoy aquí, así que no voy a desmayarme, no eres tan impactante. Abre la puta puerta.

V respiró tan profundamente que su nariz se dilató. Luego soltó la puerta y la hoja chocó contra la pared mientras el hermano se daba la vuelta y caminaba hacia el interior. Butch frunció el ceño y le siguió al apartamento, cerrando la puerta tras él. Por los clavos de Cristo… Sus ojos de detective de homicidios captaron todos los detalles mientras V se sentaba en la cama impoluta, con la espalda contra el cabecero, y empezaba a encenderse un cigarro. El “clic” del mechero de oro fue el único sonido que se oyó.

Los cientos de velas negras distribuidas por el apartamento todavía estaban prendidas y aquello parecía el escenario de un ritual satánico. Butch caminó en silencio hasta los pies de la cama, cerca de la “mesa de trabajo” de V. El acero estaba manchado de sangre, cera y otros fluidos. Todavía había una mordaza de eslabones de acero, una especie de vibrador conectado a un cable y varias pinzas dentadas encima. Butch vio sangre en ellas. Dios, tanta rabia… A los pies de la mesa estaban la camiseta y las botas de combate de V. Butch volvió a inspirar con fuerza y se dio cuenta de que había sido una mala idea. En cuanto el olor de la hembra se coló en su nariz su cerebro pareció sufrir un cortocircuito.

Se giró poco a poco hacia Vishous, sentado en la cama con una pierna doblada y la otra estirada. El hermano exhaló el humo despacio. Le estaba observando con los ojos entrecerrados y la luz de las velas de la mesita de hierro al lado de la cama bailaba sobre su piel.

-¿Te gustan las vistas, poli?- la voz salió ronca.

Butch se echó el pelo hacia atrás.

-Creía que disfrutabas con esto ¿Por qué lo haces si no es así?

Vishous dio una calada, volvió a expulsar el humo y apoyó el brazo sobre la pierna doblada.

-¿Por qué crees que no disfruto?

-Porque te tiemblan las manos. Y porque huelo al sexo de ella, no al tuyo.

Puto poli de los cojones, siempre tan observador. Vishous volvió a llevarse el cigarro a la boca, aspirando hasta llevar nicotina, benceno y todos los demás “enos” hasta el último rincón de los pulmones. No dijo nada ¿Qué se suponía que tenía que decir? “Sí, poli, he tenido la sesión más bestia que recuerdo en mucho tiempo pero, ¿sabes qué? No me he corrido ni una vez porque no podía sacarme de la cabeza lo de la otra noche, porque te veía a ti y no a ella. Tengo los huevos a punto de estallar, he destrozado lo que hay entre nosotros y me siento sucio”. Sí, aquello podría ser un buen discurso. Pero sólo apretó los labios.

Butch siguió observando el apartamento, tomando nota de cada rastro de su depravación, hasta que se quitó el abrigo y lo dejó encima de la única butaca que había. Vishous contempló todos sus movimientos mientras se desabrochaba la americana y la dejaba con cuidado encima del abrigo. El poli tenía una espalda enorme, músculos abultados por todas partes. Y V sabía muy bien lo hermoso que sería cuando la moviera… Mieeeeeerda. Otra calada profunda.

Butchi se acercó a la pared de donde colgaban las máscaras y las mordazas y tocó una de las bolas con un dedo. Vishous cambió de posición en la cama como si le hubieran metido el dedo en una llaga. Sí, ahí. Eso es chico, toca mi degeneración, así me retorceré de asco y será más fácil decirte lo que te tengo que decir.

 

-Mañana me voy de la Guarida.-a bocajarro. No sabía si tendría el autocontrol para hablar más.

Butch ni siquiera lo miró. Jugueteó con unas esposas de largas cadenas. V quiso levantarse y sacudirlo, pero no confiaba en sí mismo lo suficiente como para tocarle.

-¿Me has oído?

Butch lo miró de reojo y luego volvió a examinar la colección, como si lo que hubiera dicho no tuviera importancia.

-No lo harás.

Un tono tan firme como si dijera que el sol sale por el este. Vishous se levantó de la cama. El poli estaba consiguiendo ponerle de los nervios y necesitaba un trago. Caminó hacia la barra del bar.

-¿Y por qué estás tan convencido?

-Porque rechazo esa conclusión.

Vishous se quedó inmóvil con la mano en la botella de Grey Goose de la estantería de cristal. Hijo de perra, lo mismo que él le había dicho cuando Butch temía haberse convertido en un restrictor. Lo sabía, había adivinado que V intentaría poner tierra de por medio. Y no iba a dejarle ir.

-Somos compañeros. Tu sitio está en la Guarida.- ahora los dedos de Butch recorrían las hojas de los cuchillos en un pequeño mueble de acero.- Y, antes de que lo preguntes: porque lo digo yo.

-Bastardo.

-Probablemente. Gracias por recordármelo.

Vishous se concentró en servirse medio vaso de vodka intentando no percibir que Butch se acercaba a él y se apoyaba de espaldas en la barra del bar, mientras seguía con la vista prendida en su colección de herramientas. V bebió cuatro largos sorbos y no le importó que le despellejaran la garganta. Con un poco de suerte, también le abrasarían el corazón y la maldita cosa dejaría que doler.

-¿Traes a machos aquí?- la voz de Butch fue casual, lejana.

Otro trago. Y otro más. V jugueteó con el vaso alto.

-Alguna vez. Hace tiempo.

Butch, a su lado pero con el rostro girado hacia el escenario del delito, asintió.

-¿También les atas y juegas a Sweeney Todd con ellos?

El trago de Goose decidió irse para sus pulmones y V estuvo a punto de ahogarse. Dejó el vaso sobre la barra con un golpe y tosió varias veces, a punto de echar los pulmones por la boca. Butch no le miró en todo el rato y, al cabo, Vishous se enderezó para fulminarlo con la mirada.

-¿Has venido aquí a que te pase el informe?

El poli bajó la vista a sus zapatos y negó con la cabeza. Las velas jugueteaban con el pelo castaño.

-No, sólo quería saber si con los hombres eres distinto que con las mujeres. Como no sirven para alimentarte, pensé que, quizás…

-¿Que quizás les regalaba rosas y bailábamos Michael Bolton antes de follármelos?- el murmullo de V mezclaba ira y asco a partes de iguales-. No ¿Por qué coño te interesa, hermano?

Butch se separó del mármol del bar, cogió otro vaso largo y se sirvió Grey Goose de la misma botella que V. Ese olor a hembra iba a conseguir ponerle suicida. Tragó medio vaso de golpe.

-No sé cómo puedes beber esta mierda.

-Te he hecho una pregunta. Y mírame a los ojos cuando te hablo. Si no te gustaba lo que ibas a ver, no haber venido.- Dios, iba a romper el vaso si seguía apretando tanto.

Butch levantó la vista y se giró lo justo para enfrentarse a sus ojos. Le sostuvo la mirada un momento antes de inclinar la cabeza hacia atrás y apurar el vodka de golpe. Luego se quedó mirando el vaso vacío.

-Me gustó. Lo de la otra noche.- la voz le salió como el susurro de un cuervo afónico-. Dios sabe que no soy gay pero… me gustó. Me pasé un buen rato como un puto bate de béisbol.

OOO

Guau, así que el infinito, el universo, era así… Las luces multicolor de las estrellas, la niebla de las galaxias profundas, más allá de su alcance, las voces de los ángeles y los haces de luz de las mareas de energías que surcaban el Cosmos. Carl Sagan había tenido razón, hay que joderse, todos somos uno con la conciencia planetaria y esa mierda. Sólo se había equivocado en una cosa: el universo no era frío.

 

Hacía más calor que en el maldito infierno.

 

Rahg parpadeó, derrumbado en un taburete alto en una esquina de la barra de Passion mientras los focos de la discoteca parecían pasar a toda velocidad ante sus ojos, como las letras de “La Guerra de las Galaxias”. Al margen del viaje astral que estaba protagonizando su mente, su cuerpo estaba atrapado en un horno crematorio. Sudaba a mares, las extremidades parecían blandi blub, su ritmo cardíaco provocaría la histeria de un equipo de cardiólogos y podrían haberle atravesado con una lanza de caballería sin notarlo.

Era lo que tenían las drogas de disociación. La experiencia mental era comparable a “Alicia en el País de las Maravillas” pero reclamaban un precio: tu cuerpo dejaba de obedecerte. O, mejor dicho, dejaba de obedecer los estímulos del cerebro, como un link roto.

Alguien rió a su lado con el mismo tono de “tío-veo-elefantes-voladores” y a Rahg le pareció la voz de un ángel. El único problema era el calor. Mierda, estaba en pleno viaje astral, unido con su envoltura física por un fino hilillo plateado, y parecía que su cuerpo embotado intentaba enviarle un mensaje por correo urgente. Algo así como “eh, tú, me estoy cociendo”.

Rahg parpadeó sin ningún control sobre su expresión facial cuando alguno de sus colegas le palmeó el hombro y rió contra su oído. El sonido se propagó hasta su cerebro como el tañido de un gong. Joder, aquella mierda que les habían pasado era buena. De primera. Barata, sin efectos secundarios, discreta y te aseguraba una experiencia mística a la altura de los mejores telepredicadores. Justo lo que deseaba un vampiro acabado de pasar por la transición deseoso de tener todas las experiencias que la mierda de su cuerpo asexuado y enclenque no le había permitido en 25 años.

Él había sido el que más K había tomado, claro. Para eso era el líder de su pequeña manada. En ausencia de Lash, por supuesto. Cómo no. Tío, ¿eso que veía era la galaxia Andrómeda?

En el mundo normal, Rahg intentó levantar la mano para secarse el sudor que le caía en los ojos sin conseguirlo y acabó por menear el brazo como si espantara moscas. Los latidos de su corazón se aceleraron un poco más y empezó a boquear en busca de aire.

Un soplo de aire fresco le acarició la cara como el vaho de alguna corriente cósmica y se volvió hacia él con una sonrisa. Ah, sí, los ángeles le estaban señalando el camino.

Le llevó varios minutos restablecer lo suficiente la conexión con su cuerpo como para obligarlo a moverse en busca de aquel frescor. Tiró varios taburetes, chocó contra al menos cinco humanos y tiró las consumiciones de varias parejas, pero consiguió darse de bruces contra la puerta de emergencia de la discoteca. Luego se dio un cabezazo para intentar abrirla mientras los brazos le colgaban flácidos, como a un simio. Otro golpe. Otro más. Y otro. Parecía estar atrapado en el día de la marmota, incapaz de dar órdenes nuevas a su cuerpo ahora que el cabrón había entendido tan bien la de “abre la puerta aunque sea a hostias”.

Ya fuera por tozudería o porque alguien se apiadó de su estampa y le abrió la puerta, Rahg se precipitó hacia delante como un ariete al que le han hecho desaparecer el portalón. Dio dos pasos en falso, sin notar sus pies, el suelo bajo ellos, o la sangre que le resbalaba de la cabeza después de haber estado golpeando la puerta, y cayó de bruces sobre el asfalto del callejón de atrás de Passion, con la cara contra un charco.

Joder, por fin había encontrado algo de frescor…

Aquel era un pequeño efecto secundario de la ketamina a altas dosis, como la que se usaba en las clínicas veterinarias: elevación de la presión arterial, arritmia y golpes severos de calor.

Lo cual era divertidísimo cuando eras un vampiro, pensó el señor D cuando vio salir al noble rubito dando tumbos al callejón desde su puesto de guardia, hundido tras el volante del viejo Ford. Habían experimentado lo suficiente con chupasangres como para saber que su temperatura corporal era de por sí más elevada que la de un humano y que tenían un corazón con seis cámaras que, normalmente, bombeaba la sangre muy deprisa. Cabía la posibilidad de que demasiada K literalmente les cociera los órganos por dentro o les fulminara de un ataque al corazón.

Sip, se imaginaba que aquel crío no debería estar pasándolo muy bien después de haberse metido gran parte de la dosis que se usaba para operar a un caballo percherón. Sólo esperaba que el encargado no le hubiera puesto toda la dosis de K al mismo vampiro o sería cadáver en cuestión de minutos.

Y con un vampiro muerto no se podía tener una charla.

Además, siempre era posible que la ketamina tumbara a algún otro del grupo y los restrictores consiguieran no uno, sino dos interlocutores para un bonito “hola-cómo-estás”.

El crío consiguió dar dos pasos y alejarse de la salida de emergencia, que se cerró detrás de él con un portazo. Eso fue lo más lejos que llegó antes de desplomarse como un fardo sobre el asfalto húmedo.

Paquete recibido. Procedamos a la recogida.

 

D sonrió sin soltar el regaliz y avisó al señor M por el walkie-talkie. Desde su posición, aparcado en el Ford con el morro asomando lo justo tras una esquina, vio al enorme ex militar y a otro de sus subordinados internarse en el callejón. Metió la primera, cruzó la gran avenida con cuidado de no hacer giros prohibidos y se detuvo en la boca del callejón mientras sus hombres recogían al vampiro como si fuera el encargo de una panadería.

Otro efecto interesante de las drogas disociativas: anulaban la percepción sensorial y el sentido del peligro. Así que el vampiro podría estar abrazándose a un restrictor para contarle su vida sin olerlo y sin que sus sistemas de alarma mental dijeran ni pío.

Ningún humano de los que pululaban como moscas por las aceras encontró raro que dos tipos cargaran cuidadosamente con un chaval inconsciente, esforzándose por acomodarlo en el asiento de atrás de un coche.

A fin de cuentas, todo el mundo podía tener una mala noche con las drogas. Aquel tío había sido afortunado por tener a gente que se había ocupado de recogerlo cuando sus neuronas se habían frito, en vez de pasar el puntazo tirado en el puto suelo.

Sí, pensó D, el vampiro estaba a punto de descubrir exactamente cuán afortunado había sido.

OOO

Silencio sepulcral.

Butch contó exactamente treinta segundos desde el Apocalipse que había supuesto aquella confesión antes de mirar a V. Había imaginado qué reacciones podía provocar si era lo bastante sincero como para decírselo, pero aquella no estaba en la lista. Vishous sostenía el vaso en la mano, rígido, con la misma expresión que si le hubieran apuñalado por la espalda. Luego, aquellos ojos de diamante perdieron la expresión fría y parecieron espejos quebrados. V apretó la mano y el vaso se hizo añicos, cortándole la palma izquierda y esparciendo fragmentos por todas partes. Butch dio un respingo.

-¡Joder, V! Me has…

-Lo siento.- la sangre empezó a manar de la palma y los dedos de Vishous, pero el hermano no parecía notarlo-. Mierda, lo siento…

V abrió la mano, dejando resbalar los fragmentos del vaso, y el brazo le colgó laxo a un costado. Agachó la cabeza, pasándose el dorso de la mano enguantada por la frente.

¿Lo siento? ¿Qué clase de respuesta era ésa? Butch esquivó los añicos de cristal y se plantó justo delante de él.

-¿Qué coño quieres decir con eso? Por si no me has oído bien, he dicho que me gustó ¿Tienes idea de lo difícil que me resulta como para que tenga que repetírtelo?

V meneó la cabeza mientras la sangre resbalaba por sus dedos y el dorso de su mano.

-No te gustó. No puedes. No estás en esa mierda. Es lo que pasa por vivir con un pervertido, crees que ese tipo de cosas están bien y…

El rugido frustrado de Butch fue la única advertencia antes de que el poli aferrara la garganta de Vishous con la mano y se pegara a él, amenazante, pecho contra pecho. El hermano no respondió a la agresión, sólo lo miró sin parpadear.

-Me estás hinchando las pelotas con tanto discursito de pervertido victimista, V.- sus propios colmillos brillaron y las venas de su cuello se tensaron-. Deja de ser un egocéntrico y de creer que todo es culpa tuya y escucha de una puta vez lo que te estoy diciendo.- el olor a hembra casi lo saturó-. Me. Gustó ¿Está claro? No tengo ni puta idea de por qué, ni sé qué coño se supone que somos ahora y ese olor que llevas pegado me está volviendo loco, así que haznos un favor a los dos y métete en la ducha o por Dios que te meteré yo mismo después de romperte los huesos, ¿me captas?

Butch soltó con brusquedad el cuello del otro y tuvo la satisfacción de ver cómo Vishous parpadeaba como si hubiera recibido una coz de mula en los huevos.

-Me aproveché de ti.- murmuró con la voz ronca-. Tenía una maldita visión, viniste a ayudarme y perdí el control.

Por Dios que está rogando una paliza… Butch se pasó una mano por el pelo y bufó, pero no pudo mirar a su amigo a los ojos.

-En caso de que no lo recuerdes con claridad, yo… fui yo quien te besó.- se aclaró la garganta-. Y el que me alejó rodando de un puñetazo fuiste tú.

Aquello sí pareció llegar al cerebro de V, como si alguien hubiera cogido la casa de muñecas de toda le película que se había montado, la hubiera invertido y los muebles de su culpabilidad se hubieran caído.

-Coño.

-Por ejemplo.

Vishous volvió a apoyar la espalda contra la barra del bar, con la cabeza gacha. Butch suspiró, se alejó hacia el baño -¿qué mierda tenía su amigo con el negro por todas partes?-, cogió una toalla, humedeció un extremo con agua y jabón y volvió a la única habitación. Cuando se detuvo al lado izquierdo de V, el hermano levantó la cabeza y lo perforó con la mirada, en silencio, como si intentara averiguar qué pasaba por el cerebro de Butch. Al parecer sin conseguirlo, lo cual alivió al poli de mala manera. Hizo un gesto con la cabeza en dirección a la mano ensangrentada.

-Déjame limpiarte. Cicatrizarás con los cristales dentro y luego tendremos que rajarte para poder sacártelos, sería muy “gore”.- Vishous le tendió la mano, sin quitarle los ojos de encima, y Butch le apoyó la toalla debajo-. Deja de mirarme de esa manera. No me han crecido dos cabezas de golpe.

Una de las comisuras de la boca de Vishous se elevó bajo la perilla y el hermano desvió la mirada al frente, hacia su mesa, mientras Butch se esforzaba por quitarle los cristales que tenía clavados con los dedos y a la luz de las velas. Permanecieron unos minutos sin abrir boca; Vishous apoyado de espaldas contra la barra del bar y Butch delante suyo, limpiándole. Cada vez que una de sus yemas le rozaba la palma, V tenía que reprimir un escalofrío. Al final, el silencio empezó a darle dolor de cabeza.

-¿Por qué lo hiciste? ¿Compasión? ¿O es un nuevo método que has visto en “Policías de Nueva York” para despertar a alguien de un shock?- preguntó al fin, en voz muy baja.

Notó que Butch levantaba un momento los ojos hacia él y volvía a fijarlos en su mano. ¡Ouch!, el hijo de puta tiró de un cristal con todas sus fuerzas. El dolor en la palma y el cuerpo de Butch a su lado formaban una mala combinación; le hacía entrar en calor como un cohete a punto de despegar.

-Ya te lo he dicho. No lo sé. Pero la compasión no estaba en agenda. No puedo decir más. Sólo… sólo he venido a decirte que no fuiste tú quién… er, eso. No quería que empezaras a fustigarte por algo que no hiciste. Y que yo, que a mí… – el poli carraspeó, manteniendo la vista concentrada en la mano de V como si estuviera en operación a corazón abierto-. Yo, ah, supongo que debería… um, disculparme o algo.

Tío, aquello era como haber entrado de golpe en “Twin Peaks”, enano deforme incluido. Freak de cojones hasta el punto de parecer irreal.

-No lo hagas.- Vishous no dejaba de mirarle.

-¿El qué?- Butch pasó la parte humedecida de la toalla por la piel que había despejado de cristales, limpiándola de sangre. Por algún motivo, se fijó en que la mano de V era elegante. Dedos largos, delgados. La suya era la de un boxeador irlandés.

-Pedirme perdón. No lo hagas. A mí también me gustó. Seguro que más que a ti. Creí que había sido yo quien… joder, ya sabes. Hay cosas que no recuerdo muy claramente.

¿Existía la combustión espontánea? Porque fijo que Butch iba a estallar en llamas si Vishous seguía mirándole sin parpadear. Sabía qué clase de expresión perforadora tenía el hermano en los ojos sin necesidad de levantar la cabeza ¿Le había gustado? Mierda, aquello no debería haberle provocado el incendio que crepitó por sus venas.

-Ya, um… Sorpresa.

El silencio se prolongó un poco más, lleno de recuerdos de labios, saliva y cuerpos rodando por una cama.

-No me has contestado.- recordó V al cabo con un susurro, con la cabeza inclinada tan cerca de Butch que casi le rozaba el hombro.

-¿Y cuál era la pregunta?- el poli tiró de un cristal y V dio un respingo.- Nenaza.

Otra elevación de una comisura. Vishous espió el trabajo del poli de reojo, apreciando lo delicado que estaba intentando ser, antes de volver a posar los ojos en su mesa.

-¿Por qué te interesa saber lo que les hago a los machos?

Silencio rasgado por la inhalación de Butch.

-Intento saber si eso es lo que querrías hacer conmigo.

V estuvo a punto de dislocarse el cuello de la velocidad con la que  levantó la cabeza hacia su compañero, con los ojos saliéndose de las órbitas. El poli estaba desincrustándole los últimos cristales.

-¿Qué has dicho?- por Dios, tenía que aumentar la potencia del aire acondicionado, allí faltaba oxígeno.

-Ya me has oído.- Butch levantó la cabeza un momento para mirarse los puños de la camisa Gucci: manchas de sangre. Frunció el ceño, se quitó los gemelos, dejándolos sobre la barra, y se remangó la camisa hasta los codos. Luego se arriesgó a mirar a V. El hermano parecía una estatua de sal-. Me deseas. Es obvio. Me gustaría saber cómo.- señaló la mesa con un cabeceo-. Todas tus relaciones son… así. Pero a ellos, a las hembras y los machos que traes aquí, no les conoces. Te importan una mierda. Yo te importo. Quiero saber cómo te imaginas que sería conmigo. Es… bueno, necesito saberlo.

Vishous parpadeó y se lamió los labios. Butch hablaba a pedradas.

-Necesito otro trago.

Hizo ademán de moverse, pero Butch apretó su muñeca.

-No vas a moverte hasta que me contestes. Yo he venido aquí a decirte lo mío, por mucho que me haya costado.

-Lo cual te convierte en alguien con más cojones que yo. Y eso tampoco es una sorpresa.- V le dedicó una mirada funesta, pero no intentó volver a separarse. Justo acababa de darse cuenta de que Butch había dejado de quitarle cristales y tenía la mano derecha sobre su palma, sin retirarla. Transmitía calor, como todo él.

En ese momento, Vishous supo que no iba a mentirle. Podría decirle que sí, que se lo imaginaba atado a su cama con una mordaza y quizás eso conseguiría su noble propósito de apartar a Butch de él para evitar contagiarle de su perversión. Pero le mataría. Y, mira por dónde, ya estaba bastante hecho polvo, así que decidió ser egoístamente sincero. Miró directamente a los ojos de Butch, sin desenredar la palma herida de la suya, y alzó la mano derecha hasta posarla en su cuello. A favor del poli había que decir que no se movió.

-¿Quieres verlo?- susurró con voz rasposa.

Butch inhaló a fondo, asintió y a V el corazón le dio una voltereta salvaje. Que sea lo que Dios quiera. Se inclinó hasta tocar la frente de Butch con la suya, disfrutando un momento con la sensación del aliento del poli entrando en su boca, separados por milímetros, antes de dejar que toda la mierda de su cerebro entrara en el del irlandés. Era curioso. Desde que aquel frenesí interior había empezado, casi no podía oír los pensamientos de los demás y le costaba incluso meter sus propias ideas en las mentes de los otros. Con Butch, aquella puerta estaba abierta de par en par.

Cuando la cascada de imágenes rápidas e inconexas empezó, Butch levantó la mano derecha de la palma herida de V, dejando caer la toalla, y aferró con fuerza la muñeca que el otro tenía apoyada en su cuello.

Las manos enlazadas, la lengua de V trazando un largo recorrido por su cuello, por sus pectorales, succionando sus pezones, bajando por el abdomen. Los dos en el sofá de la Guarida, apoyados el uno en el otro, hablando frente a la tele encendida. Él retorciéndose, la cabeza morena de V entre sus piernas abiertas, arriba y abajo. Ambos riendo, pasándose el brazo por los hombros mientras caminaban por el túnel subterráneo de la mansión.  

Butch apoyado sobre los antebrazos y el estómago, gritando en silencio, en éxtasis, con V moviéndose sobre él, despacio, lamiendo su espalda hasta hundir la cabeza en su cuello, mordiendo. En la cocina hecha una mierda de la Guarida, con Butch tendiendo a V un pedazo de tarta hecha con sus manos. Tumbados en la cama de Vishous, con las manos del poli moviéndose por el pelo negro del hermano, sus brazos rodeando la ancha espalda, atrayéndole en un abrazo sentido. Jugando a billar entre pullas y empujones, parando para besarse casualmente. Los dos tumbados con las piernas entrelazadas, mientras V refulgía y la mano de Butch empezaba a moverse entre las piernas del hermano…

La visión se cortó en seco y Butch jadeó como si hubiera interrumpido una maratón. Abrió los ojos para encontrarse con aquellos iris de diamante tan cerca que pudo distinguir el azul marino de la línea que los rodeaba. Por un momento, respiró la exhalación de V, luego el hermano se separó, girando la cara y alejando la mano herida, que empezaba a cicatrizar. Butch se aflojó el nudo de la corbata, consciente de que su temperatura corporal parecía haber rebasado los cuarenta grados en pleno invierno.

-¿Has tenido bastante?- murmuró Vishous, sin mirarle ¿Vas a decirme de una vez que me largue de la Guarida?

-Joder, V…

-Esa viene a ser la idea, sí.- comentó con acidez.

-No, esa no viene a ser la idea ni de lejos.- maldita corbata. Butch acabó por quitársela del todo, arrojándola sobre la barra.

Lo que había visto con tanto lujo de detalles no era follar, era… hacer el amor. Y compartir toda una vida. Sin condiciones, ni sentimientos de tener que demostrar que vales. Tal como eran. Dos machos, sí. Pero allí había un sentimiento que habría jurado por Dios que no existía en las sesiones de V y que el hermano tampoco dirigía hacia nadie más en todo el maldito mundo. Y eso, justo ese sentimiento, lo complicaba todo. Porque las esposas repelían a Butch, pero eso… eso no. O no lo que creía que podría llegar a repelerle. En realidad, más bien… Mierda, su cabeza era un lío.

-No me digas que no te lo imaginabas.- Vishous lo miró de reojo, frunciendo el ceño al ver el color que había asomado a las mejillas del otro y la mirada vidriosa. Se suponía que tendría que estar huyendo, pero había echado raíces.- ¿Poli?

Butch respiró tan fuerte que la camisa se le ciñó al pecho, marcando los pectorales, antes de levantar la cara hacia él.

-¿No hay cadenas para mí, V?

El tono era suave, incrédulo, y fue lo que evitó un estallido de rabia en Vishous. Se apartó el pelo de la cara, sin importarle si sus tatuajes en la sien se veían o no. Con Butch no importaba. Clavó la mirada en el rostro cuadrado de su compañero, recorriendo los ojos inteligentes, el cabello castaño que caía sobre la frente, los labios duros y la nariz rota ¿Cadenas? Sonrió y la expresión fue tierna.

-Nunca, poli. Ya nos degrado bastante a los dos con estas malditas ideas. Además, contigo sólo puedo imaginar cómo sería hacerlo como una persona normal. Como has dicho, los que vienen a mi mesa –gesticuló con la cabeza- me importan una mierda. Nunca dejo que me toquen y, cuando les toco, es para hacerles daño.- es curioso lo fácil que podía hablar ahora- ¿Contigo? No hay nada de eso… a menos que me lo pidieras, claro.- los colmillos blancos de V brillaron cuando esbozó una sonrisa torcida.

Butch asintió, como si aquello tuviera algún jodido sentido o como si fuera el dato que necesitaba oír para seguir hablando.

-Cortaste la visión cuando era mi turno ¿Qué pasa, hermano, tan malo crees que soy en la cama?- enarcó una ceja, con falsa expresión ofendida.

V perdió la sonrisa al punto.

-No, pero no puedo imaginarme qué se siente.

Guardaron silencio durante un buen rato mientras el gran elefante rosa se paseaba a sus anchas, intentando asimilar que el ambiente de tensión “aquí-hay-algo-que-no-quiero-decir-en-voz-alta” había sido sustituido por un “ahora-sé-qué-es-y-no-sé-qué-coño-hacer”. Al final, Butch carraspeó, se agachó para recoger la toalla por el lado húmedo, cogió la mano de V con delicadeza y acabó de limpiársela.

Los ojos de diamante siguieron todos los movimientos y V se inclinó hacia la cabeza castaña sin darse cuenta. Cuando Butch alzó la mirada, se encontró con los duros rasgos de su compañero sólo a centímetros. Los ojos le estaban mirando con tal intensidad que podrían haber abierto agujeros en su cráneo hasta la pared del fondo. Tragó saliva y los iris transparentes se desviaron hacia sus labios y vuelta a sus ojos. Luego, Vishous empezó a retirarse. La mano de Butch se alzó por propia iniciativa, posándose en la nuca de su compañero.

-Hazlo.- graznó.

V frunció las cejas, los ojos brillantes.

-Has visto lo que tengo en mi cabeza. Deberías estar asqueado.

Quizás, pero no lo estoy. La presa de Butch en su nuca se hizo más fuerte.

-Tú quieres. Y yo también, aunque Satanás me lleve si lo entiendo. Hazlo. No sé… mierda, V, no sé qué siento.

Vishous lo miró sin parpadear en absoluto durante dos segundos, con la respiración tan fuerte como la de Butch. Debería reprimirse, debería pensar en todas las posibles consecuencias infernales de aquello, debería… A la mierda. Apoyó la mano izquierda en el brazo de Butch y la subió lentamente hasta el hombro, acariciando los músculos. No había repulsión en aquellos ojos abiertos de par en par. Sólo desconcierto y trepidación.

La mano de V subió por el cuello de Butch hasta adaptarse su mandíbula. Joder, el corazón se le iba a salir del pecho y a revolotear por toda la maldita habitación como una mariposa drogada. Vishous se inclinó poco a poco, prolongando el momento hasta el infinito, dándole a Butch la posibilidad de arrepentirse… y, por fin, cerró los ojos al rozar los labios de su amigo. La mano que Butch apoyaba en su nuca apretó al punto, inmovilizándolo donde estaba.

Eran suaves. Vishous lamió los labios de su compañero lentamente, y luego movió la boca sobre ellos, con algo de torpeza. Dios sabía que podía hacer maravillas con unos cuchillos y unas esposas pero ¿besando? Casi tan inexperto como un adolescente. Butch se mantuvo muy quieto un momento y luego V notó su otra mano rozándole el brazo, buscando torpemente dónde apoyarla.

Butch suspiró contra los labios de V, una especie de “me rindo” exhalado. Abrió la boca y las puntas de sus lenguas se tocaron, prendiendo la chispa que recorrió sus cuerpos como un golpe de rayo. Vishous jadeó, abrumado. Lo de la otra noche había sido un gesto incontrolado, impulsivo, desquiciado. Ahora era plenamente consciente y la sensación de “oh Dios” junto con un ramalazo de calor desde los pies hasta la raíz del pelo como hacía tiempo que no sentía lo sobrepasó.

El olor de Butch, aquel aroma que le hacía pensar en lluviosos campos de Irlanda mezclado con el calor de las tabernas, estaba contra su piel. Su lengua rozaba la del poli, sus cuerpos se tocaban. Besar a alguien de aquella forma íntima, de tú a tú, le hizo sentir torpe, estúpido y amenazado.

-No puedo… -murmuró contra la boca del poli.

Intentó retirarse hacia atrás, pero Butch no se lo permitió. La mano que apoyaba en su nuca se hundió en el pelo negro, acariciándolo con suavidad, y Vishous tembló todo él. Los labios del poli cosquillearon en su perilla al hablar.

-Aquella vez, en la Tumba. Querías hacer esto, ¿verdad? Lo estabas pensando.

V cerró los ojos un momento y volvió a abrirlos. Podía oír el corazón del poli como una apisonadora contra sus costillas. Igual que el suyo.

-Sí…

-Puede que yo… mierda, hazlo.- a Butch casi no le salía la voz y era plenamente consciente del calor que desprendían sus cuerpos como ondas invisibles. Cristo, aquella sensación de la boca de V contra la suya…

El brillo de los ojos de Vishous aumentó y Butch supo que iba a ir a por él, sin “peros”. Estuvo a punto del paro cardíaco sólo de imaginarlo. El hermano le rodeó la cintura poco a poco con un brazo, atrayéndolo hacia sí hasta que estuvieron pegados desde el pecho a las rodillas, como aquella vez. La mano enguantada le sostuvo la parte baja de la cabeza y V le empujó para darles la vuelta, hasta que el poli tuvo la espalda contra la barra.

Dios… Los dos jadearon cuando sus cuerpos se acoplaron. Algo duro y grande se apretó contra la entrepierna de Butch y él le devolvió el mismo favor a Vishous. Un ataque de pánico masculino empezó a aullar desde las tripas de Butch, pero su mente se quedó completamente en blanco al segundo siguiente.

V le inclinó la cabeza con un gesto brusco, sus labios se movieron sobre los de Butch y su lengua entró en la boca del poli como una marea. Profunda, lenta y hasta el último rincón. Desafiando a Butch a separarse, a empujarle, a rechazarle.

Ni por asomo.

Las manos de Butch entraron en conexión directa con sus recuerdos y aferraron las caderas de V, exactamente igual que durante su ceremonia. Mierda, sí, quizás él también había estado deseando aquello en algún nivel enterrado por ahí dentro. Sus labios apresaron los de V y su lengua entró en el juego. Los dos gimieron. Ambos pelearon por llenar la boca del otro. Por lamer los colmillos, por morderse. Pero, sobretodo, por fundirse. Los labios encajaron mientras las cabezas cambiaban de posición, las lenguas enrollándose, las manos en el pelo, los hombros o el cuello, como si los dos machos temieran que, si pasaban de ahí, el miedo les ganaría la partida.

Algo parecido a agujas empezó a clavarse en el pecho de Vishous mientras Butch recorría su pelo con la mano derecha, muy despacio, y su brazo desnudo con la izquierda. Tal como estaban, uno en brazos del otro, con un muslo entre los del otro, los pechos enormes apretándose, las manos moviéndose como olas sensuales, sentía el calor lánguido del cuerpo del poli como si estuviera entrando por su garganta, liquido. Y, en vez de ir todo a su entrepierna, parte fue hacia su corazón, convirtiéndolo en un globo hinchado a punto de estallar.

Acababa de encontrarse con lo que había anhelado toda su puta vida.

Butch notó el profundo escalofrío que recorrió al hermano y su cuerpo respondió en sintonía perfecta con otro temblor, abrazando a su compañero, recorriendo toda la espalda desnuda, sedosa. Dios, tan fuerte, tan… masculino. La boca de V era húmeda y caliente, como la de cualquier mujer que hubiera besado, pero los músculos marcados que acariciaba y el cosquilleo de la familiar perilla eran la marca propia de él. Aquella combinación de igual-diferente se coló hasta muy dentro de su pecho, dejándole una sensación cálida. Correcta hasta el punto de la violencia posesiva. Dios, le gustaba aquello. Mierda, no, no sólo le gustaba. Era como si alguien le hubiera enganchado una parte que no sabía que le faltaba.

Los brazos de V rodearon su espalda, aferrando la camisa, y le apretaron hasta casi exprimir el aire de sus pulmones, con la fuerza de un guerrero desesperado aferrándose a su salvación. Butch respondió al punto, pegándoselo al cuerpo tanto como podía mientras sus lenguas salían de sus bocas un momento, humedeciéndose despacio, jugando con sensualidad, para luego volver a hundirse entre gemidos suaves.

Salvación… Él no era un salvador, ¿verdad? No era el caballero de brillante armadura que V creía. No lo había sido para su hermana y no había estado a la altura para Marissa. Ahora estaba besando a su mejor amigo sabiendo lo que V sentía mientras él seguía… ¿enamorado de ella? No, nada de salvador, mejor maldito hipócrita. Por partida doble, porque, aunque todavía amaba a Marissa… también deseaba a Vishous.

Aquello no era justo.

Butch rompió el beso con un jadeo ahogado justo cuando V empezaba a mover las caderas, frotando aquella enorme erección contra la suya. El hermano apoyó los brazos a ambos lados de su cuerpo, en la barra y se apretó con sensualidad contra Butch. Ahora lamería su cuello, y quizás el poli dejaría que le quitara la camisa y podría acariciar toda aquella extensión de músculos y saber qué sonidos haría cuando tuviera su polla en sus manos y Butch ondularía bajo él como le había visto hacer con… Marissa.

Vishous abrió los ojos de golpe, con la sensación de haberse estrellado contra una pared de hormigón a 200 kilómetros por hora ¿Qué coño estaba haciendo? Butch no le pertenecía, no estaba bien con él. Se había vinculado con una hembra hermosa, de valía y, aunque no estuviera con ella, sabía que acabaría encontrando otra porque era el tipo de macho por el que cualquier mujer mataría. El lugar de Butch no era debajo de él, sino a cientos de kilómetros por encima. Y él iba a tener que guardar fidelidad a cuarenta hembras en sólo unos días.

Contempló a su compañero completamente horrorizado por que las cosas hubieran ido tan lejos y se encontró con una mirada tan desorbitada como la suya, mezclada con un deseo nublado. Butch estaba despeinado, los labios entreabiertos, rojos, los brazos con la camisa remangada apoyados en sus hombros… y deseable como el demonio.

Butch parpadeó un momento, poco a poco, como si estuviera musitando un “santa madre de Dios”. Allá, con su erección pegada a la suya, el pelo de cuervo revuelto, los duros rasgos masculinos realzados por el deseo, aquellos ojos diamantinos, los músculos de los hombros y los brazos tallados en roca dura, Vishous era la viva encarnación de la sensualidad. Completamente desatado, nada de gestos tensos ni réplicas como ladridos ni miradas frías. Totalmente sexual, entregado, posesivo. Por él. A saber por qué, se preguntó cómo sería Vishous cuando se corriera. Cómo se aferraría a su espalda. El pene de Butch dio una dolorosa punzada justo en el momento en que V musitó un “Cristo”.

El hermano se hizo a un lado y se alejó de él con movimientos pausados, como si sus extremidades tuvieran otro tipo de acción en mente. Caminó un par de pasos, le dio la espalda y se tapó el rostro con la mano enguantada. Butch se echó el pelo hacia atrás con manos que temblaban, exhaló con fuerza y empezó a arreglarse la camisa. Al mirar hacia abajo vio su erección a punto de abrir un agujero en los pantalones de pinzas y pensó que necesitaba un psicólogo. Allí estaba él, el heterosexual confeso del siglo, totalmente empalmado por su mejor amigo. La cosa estaba tan dura que sabía que acabaría con sólo tocarse una vez. Pero aquello no sería buena idea, ¿no? Porque sellaría el hecho de que V le ponía tan cachondo como para correrse.

Y no sólo estaba excitado.

Mierda, mientras se habían besado se había sentido completo. Soldado con titanio puro. Reconstruido. Capaz de construir la puta gran muralla china con sus manos desnudas.

No tenía ni idea de cuál de las dos cosas le resultaba más difícil de aceptar.

-Voy a darme una ducha.

El murmullo grave de Vishous, aún de espaldas, ahora con la mano izquierda en la cadera y la derecha en la nuca, le hizo levantar la cabeza. Por algún motivo, se fijó en que los músculos de la espalda de V estaban tensos como cables de acero, justo como si también estuviera luchando por no irse allí mismo, en los pantalones de cuero. Al menos, él estaba en su apartamento y tenía un baño cerca. Butch se acercó a la butaca, cogió la americana y el abrigo y se los colgó del brazo.

-Me vuelvo a la Guarida. Estaré… estaré durmiendo cuando vuelvas.- Sí, claro. Ja. Durmiendo.

V asintió, sin mirarle, y lo último que vio Butch cuando se giró antes de salir por la puerta fue a su compañero de espaldas, con las manos apoyadas en su mesa de metal manchada de sangre y fluidos, con la cabeza gacha.

¿Qué mierda se suponía que iban a hacer ahora?

9 respuestas to “«Amantes redimidos»: capítulo 3, «Sentimiento sin nombre», parte 2”

  1. Daggher Says:

    Llevo todo el jodido día intentando encontrar un hueco para leer la segunda parte, pero por aquí estamos en fallas y me he pasado todo el día de un lado a otro como una puñetera pelota de ping-pong. He llegado a casa hace nada y… ¡no podía acostarme sin leerlo!

    La primera lectura ha sido muy muy buena, me gusta el hecho de que no te ciñas unicamente a estos dos personajes y le pongas más trama, más intriga, más historias.

    ¡Ah, cuanto me ha alegrado ver al trío calavera! Ainsss, como los adoro *los ojos le hacen chiribitas*

    La escena en el ático ha sido… *coge el barreño para recoger las babas* Reflejas perfectamente la personalidad de cada uno: la culpabilidad de V por sentir lo que siente y que no puede evitar; la estupefacción de Butch al empezar a comprender y su lucha interior por lo que se está revelando. Creo que lo haces de forma genial y ellos no pierden su esencia.

    Lo que daría por una sesión en el ático con V. Me ofrezco para la próxima sesión si la hay lolololol *agita las pinzas para pezones*

    ¡Me parece perfecto lo del ránking! Aunque ya sabes cuál será mi candidato para Butch XDDDD

    En fin, me marcho ya o hoy no me acostaré que mira que horas son, pero, como decía al principio, no podía acostarme sin leerlo.

    Espero que pronto esté el capítulo 4 (por cierto, en el título de la entrada te has equivocado y has puesto Capítulo 2 parte 2 en vez de Capítulo 3 parte 2)

    Un besote enorme!!

  2. ¡Hola! Ups, como vivo en mi universo paralelo ni siquiera sabía que estábais en fallas O.O ¡¡A pasarlo bien, nena!! Viva ese olor a pólvora. Aprecio el esfuerzo de leerte el capi a las 5 de la madrugada pero, de verdad, ¡¡podía esperar un poco a que durmieras!! 🙂

    Um, lo de poner más personajes es que parece que no puedo evitarlo. EMmpiezo a escribir y pienso, «ostras, esta escena quedaría mejor desde el punto de vista de tal». Y ya la hemos liado. El trío calavera es adorable, ¿verdad? *se une al club de fans* Sólo por eso creo que tendrían que aparecer más, veremos cómo se va desarrollando la historia.

    *ENORME suspiro de alivio* Me alegra no sabes cuánto que te haya gustado la escena del ático y que creas que sus personalidades siguen estando ahí. Era mi principal obsesión y retoqué y retoqué cada maldita frase hasta intentar que todas tuvieran el sentido que quería *se desploma en el teclado* Realmente, creo que, si V y Butch hubieran llegado a este punto en los libros, reaccionarían así. Pero es una opinión personal, claro.

    Uf, yo no creo que me ofreciera para una sesión de V. Nada que objetar, al personaje le va como anillo al dedo y sería muy divertido escribir una sesión de BDSM. Pero de ahí a ofrecerme media un abismo… ¡¡Yo quiero a V al natural, sin esposas! XDDDDD *huye de su mirada glacial*

    *risita* Vale, tomo nota por tu parte de un punto para Collin Farrel *saca la libretita* A ver si encuentro alguna foto de él con gabardina y sin su eterna perilla (que si no lo vamos a confundir con V).

    ¡Gracias por avisar del error en el título! Ayer estaba sobada perdida. Ya lo he corregido.

    Ah, por cierto: FNAC, cajita con los DVD de las cinco temporadas de «Queer as folk», ciento y pico euros. ¡¡Tengui, tengui!!! XDDDD ¡¡Besotes!!!!

  3. u.u Me habia hecho un gran comentario y se me borro todo u.u, bueno, vamos a ver como lo resumo de la mejor manera:

    Primero, me encanto que incluyeras a mi trio de amigos favorito ♥ (Qhuinn y Blaaaaaay, por dios, como me pueden estos dos tambien, almenos con ellos tuvimos algo mas!, Yo todavia no pierdo las esperanzas que Blay pierda la virginidad con él, llamame ilusa, pero mi cerebro se niega a aceptar otra cosa xD)

    Segundo, Atico, ahahaha, me he tenido que recordar repetidas veces que tengo que respirar para poder vivir y que hace mal a la vista leer a una pulgada de distancia del monitor!. La mezcla de sentimientos y pensamientos que tienen esos dos me ha dejado, aah speechless! Si llegas a incluir mas accion creo que me dara algo (porfavor porfavor porfavor, dime que vas a hacerlo!).

    Y por ultimo, mmhm veamos, candidatos, la verdad es que me he acostumbrado bastante a Colin como Butch, por que muchas lo tienen asi, pero con mis amigas nos hemos llegado a plantear tambien a Patrick Dempsey, Hugh Jackman, Mark Wahlberg y… Gerard Butler (pero aqui entre nos, este ultimo no me convence mucho); y para V, bueno, el que dijo Ward, Nacho Figueras (ahh, es un polista Argentino ♥), bueno Mathis Streitwieser (como me costo el apellido dios xD), que creo que es el que pusiste ahi o.o, despueeeees, este (http://loscuerposgloriosos.blogspot.com/search/label/Andrei%20Andrei) tiene un par de fotos que son re V tambien…y eso es todo, (ahaha como si fuera poco xD) son todas las opciones conocidas que tengo.

    Bueno, espero que tu niña se mejore!! (:
    Suerte con el proximo capitulo (me mordere hasta los codos lo se, pero bueno, tendre que aguantarme >.<, seguro que tienes para dos semanas minimo no? D: )
    Nos leemos!

    • ¡¡¡POR DIOS BENDITO!!! ¡¡¿TÚ QUIERES MATARME?!!!! MIRA QUE ENVIARME ESA PÁGINA SIN AVISOS DE QUE ME TOMARA UN SOMNÍFERO PARA CONTRARESTAR EL ATAQUE AL CORAZÓN…

      *se desmaya*

      *babea*

      *vuelve poco a poco a la vida*

      Dios… cuerpos gloriosos, muy cierto *boca abierta* ¡¡¡Entre esta página y la que me ha enviado Daggher sobre Collin Farrel creo que moriré por sangrado nasal!!! Otra para favoritoooooooosssss….

      A vér *intentando calmarse para responder* Ejem… ¿qué decía? Ah, sí, se te borró el comment. Eso da MUCHA rabia, a mí me pasa constantemente y te dan ganas de tirar el teclado contra la pared. No pasa nada, mujer, el resumen es estupendo 🙂

      Qhuinn y Blay, parece que ser, que, efectivamente acabarán juntos en «Lover Mine», según la Ward, aunque Blay tendrá antes algún escarceo por ahí (que pondrá a Qhuinn celoooooooso como una moto… para delicia nuestra). ASí que espero que eso sea una buena noticia para ti ^^

      Las escenas del ático fueron una TORTURA. Bueno, una mezcla de placer y tortura… ¡Dios! Creo que V me ha contiago algo XD En serio, sudé lo indecible con cada maldita palabra, así que me alegro de que te haya gustado. Mucha emoción reprimida, sí. Imagínate el día que dejen de reprimirlas… *te guiña un ojo*

      ¿Más… «acción»? ¡Por supuesto! TODA la acción, pero vamos a dejarles que vayan a su ritmo XDDD

      Um, vale, creo que por votación popular *sumo mi voto* nuestro Butch va a ser Collin Farrel *le pone una coronita de laurel* En cuanto a V, Nacho Figueras no me pega ni con cola, lo siento por tu compatriota.No sé, le falta dureza en los rasgos. El Mathis éste (renuncio al apellido), en cambio, tiene justo la mezcla de sensualidad y «tú que miras» de V, así que lo he adoptado como mi V oficial. Pero creo que el que más se le parece es el tipo de la primera foto que puse, en el capi 1. ¡¡¡Pero no sé quién es!!! Ups, y por mucho que Gerard Butler es mi hombre (ah, ese Drácula 2001, y esos 300, y ese Beowulf…), creo que tienes razón y no pega con V.

      Mi niña ya está mejor, menos mal, porque su madre está a punto de hincar el pico en el suelo, ya te lo garantizo ^^; Creo que me voy a arrastrar a la cama en breve. El próximo capi empezaré a escribirlo mañana y la primera parte también tendrá escenas complicadas. Cuánto tardaré es difícil de decir, depende de mi musa, pero una semana mínimo *asiente*-

      ¡¡¡Muchas, muchas gracias!!! ¿Me disculpas? Creo que voy a examinar MUY a fondo esa página que me has pasado…

  4. Dafnelita Says:

    Hola!!! hace unos dias descubri tu fic y te digo que me ha encantado… lo haces super bien, te felicito! Me gusta como has desarrollado la historia, y por supuesto adoro a V y Butch *suspiros de amor* (que en mi opinion debian haber quedado juntos). Y con este capitulos alucine mucho con el atico y te digo quieroooo mass por favoorr XD.

    Me encantaria que pusieras a interactuar mas a Rhage seria muy divertido *babas por ese trio dinamico* son mis favoritos.

    Muchas suerte y espero con ansias el siguiente capitulo!!!

    Saludoxxx

    P.D: voto por Matthias Streitwiesser como V y Hugh Jackman como Butch

    • ¡¡Hola, encantada de conocerte y bienvenida!! XDDD Aaaah, otra que habría querido a V/Butch juntos. Podemos recoger firmas y enviárselas a la Ward a ver si se lo piensa… De ilusión también se vive.

      ¿Quieres más después de lo del ático? Lo habrá, lo habrá, puedo prometerlo :DDD Sino, ¿para qué *tosecilla* me pondría a *tosecilla* escribir un fic? ^^ *sonrisa traviesa de oreja a oreja*

      Oh, Rhage saldrá más, claro. Los tres juntos son tan adictivos como el trío de jovencitos juntos ^^ Y Rhage tiene esa cualidad divertida para decir la cosa más sincera de la forma y el momento menos oportuno, así que ¡¡¡más cuota de pantalla para él!!!

      Aaaah, veo que Matthias-apellido-impronunciable nos ha robado el corazón a todas como V. Lástima que el chico se matara en accidente de escalada y nos dejara sin más fotos 😦 Um… no tengo muy claro a Hugh Jackman como Butch, pero mucha gente lo propone (es que venero a Lobezno y lo tengo muy asociado). Veré si encuentro una página con fotos chulas suyas a ver si cuadra alguna como nuestro poli favorito 🙂

      ¡¡¡¡Muchas, muchas gracias y un besote!!!!

  5. OMG que escena la del ático!!!!! O_O
    Es que pillas a la perfeción los personajes… Me encaaaantaa!!!!
    Aqui teneis una fan más del delicio…*carraspea dsifrazadamente* digo famoso Trio Calavera. Será un toque más fresco en la historia.

    No hay que repetir que espero el proximo cap y me alegro de que tu niña ya este mejor. Y me has dejado de piedra con la noticia del pobre Matthis, me gustaba ese modelo para mi era el unico chocolateman de la face de la tierra…

    Bueno me voy a dormir que pensareis que soy un bicho nocturno auque no lo niego…al menos puedo decirle a mi amdre que me voy a la cama temprano lolololol

    • ¡¡¡¡Viva el trío calavera!!! Creo que todas los adoramos, son achuchables *asiente y mira de reojo el calendario donde no parece que pasen los malditos días hasta que se publique «Lover mine»* Aún estoy debatiendo conmigo misma qué papel tendrán en el fic, aunque parece casi seguro que saldrán en la siguiente parte.

      Pues sí, Matthis murió el año pasado, en Facebook hay una página suya «in memoriam», con vídeos personales colgados y muchas fotos. Um, sí, el hombre chocolate… Ahora ponle perilla y tatuajes *cae fulminada*

      Gracias por los buenos deseos para mi niña. Teniendo en cuenta que la pobre está enferma cada dos por tres, los necesita. Ahora está al 100%… dando el 100% de guerra, claro *mira la hora a la que le han enviado el comment* Mujer, no, no eres un bicho nocturno. De hecho, a las 05 de la madrugada ya ha amanecido, ahora que estamos en primavera, así que, en realidad… ¡eres muy madrugadora! XDDD

      Tengo unas 25 páginas del capítulo 4 y ya estoy estructurando la primera parte. En este capítulo V y Butch avanzarán bastante *carraspea*, pero será A LO LARGO del capi y éste tendrá varias partes ^^ Creo que podré actualizarlo después de Semana Santa ¡¡Muchas gracias y un beso!!

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