Para ganar, hay que saber escoger las batallas, que dicen los estrategas militares. También dicen que dividir tus efectivos en varios frentes debilita tu potencial.
¿Sabéis qué? Pues que los jodidos tienen toda la maldita razón, tal como estoy experimentando en mis carnes.
No es un secreto que hace tiempo que le estoy dando vueltas a intentar —ojo, digo intentar— escribir una historia (más bien una saga) de mi propia cosecha. Ignoro si algún día lo materializaré o no y, en el caso de que consiga escribirlo, lo más probable es que sea sólo para consumición propia y de amigos y que nunca se publique. El caso es que, para poder intentar ponerme frente al teclado en este proyecto, tengo que documentarme mucho. O sea, MUCHO. Como el equivalente a media carrera de Historia, vaya, como bien sabéis aquellos de vosotros con los que lo he comentado. Tendría que haber hecho una foto de todos los libros/apuntes que tengo en cola de leer, resumir, estudiar y analizar para ver cómo adapto la historia real como trasfondo de la mía y colgarla aquí. Es como para morirse del soponcio.
Empecé a ponerme manos a la obra con todo esto cuando acabé de escribir “Amantes Liberados” que, junto con “Amantes Redimidos”, eran mis proyectos más largos relacionados con la escritura de fics basados en La Hermandad de la Daga Negra. Y rápidamente caí de la parra —dolor de cabeza mediante— y me di cuenta de que sólo la tarea de documentación requería, para hacerlo bien, todo mi tiempo libre. Porque no sólo es leer, es pensar cómo adaptar cada cosa a la saga que quiero explicar, darle mentalmente vueltas a los personajes para hacerlos de carne y hueso y toda la pesca. Vamos, requiere dedicar mi tiempo libre a zambullirme en mil años de Historia.
Pero había un problemilla: resulta que me metí a continuar escribiendo una historia que quedó colgada por la extinción de una familia de rol en Facebook, “Amantes Prohibidos”. Un fic sobre mis ojitos derechos V y Butch que, además, me daba la oportunidad de corregir lo que considero errores de “Amantes Redimidos”, lo cual me hacía —y me hace— una ilusión bárbara.
Así que ala, ahí me puse a escribir el fic y a estudiar a la vez desde las pasadas Navidades hasta la fecha, incrementándose cada vez más las exigencias del estudio. Porque esto es como cierta marca de patatas chip: cuando haces “pop” ya no hay “Stop”. Averiguas una cosa que te encanta y eso te lleva a documentarte más sobre otra cosa y fulanito te recomienda un libro cojonudo y no encuentras tiempo para leerlo y acabas perdiendo la mitad de los apuntes que habías hecho porque resulta que estaban en un cacho de papel que escribiste en el tren y…. Todo eso mientras planificas el argumento de un fic sobre una temática que no tiene nada que ver y sacas tiempo para teclear, con la sensación de que, en realidad, estás volviendo a escribir una historia que ya hiciste y que ya consumió tu tiempo. No puedo evitar sentir que me estoy repitiendo.
Resultado: tengo la cabeza partida por la mitad como un melón y la impresión de que no consigo hacer bien ninguna de las dos cosas.
A esto le añadimos —por añadir que no quede— que, como buena masoquista que soy, he empleado parte de mis ahorrillos para matricularme en diversos cursos relacionados con la información histórica que busco. No es por hacerme la mártir, pero cualquier madre trabajadora cuyo maridín nunca puede salir antes del curro para quedarse con su hija sabe perfectamente que poder asistir a clases presenciales es la cuadratura del círculo, el Milagro Último. Requiere, además, de ayuda externa —yaya canguro que se desplaza 100 km para dormir en tu casa y cuidar a tu hija mientras tu estás en clase blablablbla—. En suma, que muchas personas están haciendo un sobreesfuerzo para que una servidora pueda acudir a clases sobre los temas más frikis del mundo que un día puede, o no, que me sirvan para escribir algo o sencillamente para culturizarme, que ya es una meta en sí misma.
No ponerse las pilas concentrándome 100% en este proyecto porque intento compaginarlo con la escritura de un fic que, de hecho, es como volver a escribir una historia que ya hice, parece casi un insulto a los esfuerzos de estas personas.
Es por eso que, finalmente, tengo que decidirme a dejar de escribir fics de la Hermandad y centrarme por completo en los estudios que tengo entre manos. No sé si de ellos al final, dentro de unos años, se derivará una historia original, puede que no consiga escribirla. Pero, al margen de este propósito utilitarista, lo cierto es que adoro estudiar, me chifla la Historia, me sorbe el seso y hace milenios que no lo conseguía. Es lo que me apetece hacer ahora, lo que ocupa mayormente mi cerebro, lo que me motiva y lo que necesito.
Odio con todas mis fuerzas dejar una historia sin terminar, pero no puedo estar más tiempo navegando entre dos aguas. Intento consolarme pensando en que, de todas formas, “Amantes Prohibidos” ya iba a quedar inconclusa cuando se deshizo el grupo de rol. Sólo alargué un poco más su vida.
Hace semanas que tendría que haberme despedido, pero la verdad es que me cuesta muchísimo dejar de lado definitivamente a mis chicos (sí, ya sé que son de la Ward pero después de mil y pico páginas permitidme la licencia de sentirlos algo míos también). V y Butch (y Qhuinn y Blay), se me metieron bajo la piel y abandonar su historia es como deshacerme de algo mío. Las imágenes sobre lo que podrían haber sido futuras escenas del fic siguen en mi cabeza, pero tienen que combatir cada vez más con las imágenes de mi historia. Y esa sí que puedo decir (llegue o no a ponerla sobre el papel) que es totalmente mía.
Por otra parte, y esto es una gran satisfacción, cada vez florecen más historias en castellano de la Hermandad. Fundamentalmente de V, Butch, Qhuinn y Blay, pero también sobre Lassiter, Tohrment, Layla, Payne y tantos otros. ¡El fandom hispano se ha hecho grande, para disfrute de todos! Así que hay muchas otras autoras que escriben de puta madre, que encuentran nuevos enfoques de los personajes y que se exprimen las neuronas. Una menos no va a notarse (y, por Dios, no debe hacerlo) porque hay una gran constelación de historias que siguen adelante y que mantienen al fandom vivo y gozando de excelente salud.
Así que hasta aquí hemos llegado y, como dice la canción, es la hora del adiós.
Bueno, a ver, no es que vaya a morirme. Pero no podré continuar con “Amantes Prohibidos”, que queda en suspenso. Tampoco tengo cerebro para escribir aquel trío RhagexVxButch que prometí. Eso sí que es una gran lanza en el costado, porque siempre intento cumplir mis promesas; pero mi mente, sencillamente, está a años luz. No sé si cerraré el grupo en Facebook de “Amantes Prohibidos”, porque no parece razonable que siga abierto un grupo dedicado a alojar una historia que no se continuará. Lo que es seguro es que mi blog no tendrá actividad hasta que pueda colgar la versión editada en pdf de “Amantes Liberados”. Una vez que haga eso, acabará previsiblemente toda actividad relacionada con la Hermandad. En cuanto a si colgaré en el blog algo de mi historia en el caso de que logre empezar a escribirla, aún no lo sé. De aquí que acabe de documentarme pasará al menos un año. Luego, la planificación del guión y empezar a escribir… Es mucho tiempo.
Sólo me queda por añadir una cosa más: GRACIAS. Gracias a toda la gente de medio mundo que he conocido desde que, hace cosa de tres años y medio, me dio por empezar a teclear un fic llamado “Rosa de sangre”. Nunca creí que esto del fandom me llevaría a donde me ha llevado. Gracias por todos los ratos de risas, de pasteles de regaliz, de té con Goose, de payasadas y de idas de olla. Gracias por haberme permitido descubrir el mundo del rol en Facebook. Gracias por haberme animado a seguir escribiendo, a intentar mejorar cada día y a hacerme un poco más papilla la sesera para darle otro giro a la historia de turno. Gracias por ayudarme a creer que esto de escribir no debo hacerlo del todo mal, aunque, de hecho, sigo dudándolo. Gracias por las más de 403.585 visitas a este blog y los más de 6.500 comentarios, que no sé si en este mundillo son muchos o pocos, pero para mí valen oro todos y cada uno.
Gracias, sobre todo, por el calor humano que he recibido, con total sorpresa, agradecimiento y humildad por mi parte.
Gracias por todo.