«Sentimiento sin nombre», primera parte del capítulo 3 de «Amantes redimidos»

Bueno, quería esperar para actualizar a tener, al menos, unos cuantos capis escritos, por aquello de poder vigilar bien la coherencia de los personajes. Pero este capi tercero me ha costado tanto esfuerzo cerebral que al final he decidido actualizarlo. Querida –tú ya sabes quién eres- gracias por hacerme estrujar las neuronas, aunque no quiere decir que el resultado sea idóneo ^^; (la comida de olla sigue en la siguiente parte).

Esta es la primera parte del capítulo 3, la segunda también la tengo escrita, pero la colgaré dentro de unos días porque contiene escenas (jugosas) donde hay que cuidar cada una de las malditas palabras y gestos *sudor a mares* De nuevo, el título viene de una canción de Metallica, “The unnamed feeling” ¿Por qué parece que han escrito las letras para ellos? XD

En este capítulo Butch tiene que empezar a lidiar con el hecho de que hay «algo» entre V y él, alguna atracción. Lo cual choca con su concepción de sí mismo como heterosexual y con los sentimientos que sigue teniendo  hacia Marissa.

El punto fuerte de Butch, siempre lo ha sido, es la sinceridad.  Con los demás pero también consigo mismo (aunque esto sea lo que más le va a costar). Y esa sinceridad es lo que le obligará a… um, bueno, se verá en la siguiente parte XD

Respecto a Vishous, teniendo en cuenta que la visión que tuvo le sacudió como un terremoto, no es que recuerde con mucha claridad lo que pasó después. Mejor dicho, quién inició lo que ocurrió después.

Así que ya nos podemos imaginar cómo se sentiría V si creyera que su autocontrol había fallado tan estrepitosamente…

Lo que más me ha costado ha sido intentar reflejar cómo se comportarían los dos «al día siguiente de autos» *sudor*

También he empezado a introducir a unos desaprovechados caballeros pálidos y a cierta dama con serios debates internos… Ya me diréis si os gustado o no. Clicad en «Lee más», abajo,  para acceder al capítulo aquí, en el blog.

Leer el capítulo 3, «Sentimiento sin nombre», parte 1, en Fanfiction

Leer el capítulo 2, «Entra, hombre de los sueños»

Leer el capítulo 1, «Fundido en negro»

The Unnamed feeling- Metallica

Been here before            (ya me he sentido así antes)
Been here before couldn’t say I liked it  (me he sentido así antes de que no pudiera decir que me gustaba)
Do I start writing all this down?           (¿empiezo a escribirlo todo?)
Just let me plug you into my world   (deja que te conecte a mi mundo)
Can’t you help me be uncrazy?           (¿puedes ayudarme a mantenerme cuerdo?)

Name this for me, heat the cold air (dale un nombre a esto, calienta el aire frío)
Take the chill off of my life             (llévate la gelidez de mi vida)
And if I could I’d turn my eyes    (y, si pudiera, miraría)
To look inside to see what’s comin? (hacia mi interior, para ver lo que se avecina)

It comes alive                              (cobra vida)
And I die a little more              (y yo muero un poco más)
It comes alive                              (cobra vida)
Each moment here I die a little more (cada momento con esa sensación, muero un poco más)

Then the unnamed feeling (entonces, ese sentimiento sin nombre)
It comes alive (cobra vida)
Then the unnamed feeling (entonces, ese sentimiento sin nombre)
Takes me away (se me lleva)
I’m frantic in your soothing arms (me desespero en tu abrazo calmante)
I can not sleep in this down-filled world (no puedo dormir en este mundo mezquino)
I’ve found safety in this loneliness (he encontrado seguridad en esta soledad)
But I can not stand it anymore (pero ya no puedo soportarla más)

Cross my heart, hope not to die      (que me muera si no es cierto)
Swallow evil, ride the sky                   (trago maldad, cabalgo en el cielo)
Lost myself in a crowded room        (me perdí en una habitación atestada)
You fool, you fool, it will be here soon (idiota, idiota, estará aquí muy pronto)

I cannot sleep with a hatred like this  (no puedo dormir sintiendo tal odio)
I wanna cry, I wanna scream                 (quiero llorar, quiero gritar)
I rage, I glaze, I hurt, I hate      (estoy rabioso, vidrioso, dolido, lleno de odio)
I wanna hate it all away                             (quiero odiarlo todo)


3. SENTIMIENTO SIN NOMBRE. PARTE 1

La catedral Saint Patrick de Caldwell era un inmenso espacio vacío de velas temblorosas y silencio indiferente a aquellas horas. El capellán había acabado la última misa y aún estaba recogiendo los trastos del altar. Sus pasos entrando y saliendo de la sacristía era lo único que rompía el silencio en aquella nave de piedra.

Butch O’Neal agradeció el silencio tanto como el descanso de no tener a nadie conocido alrededor. El reposapiés de madera sobre el que estaba arrodillado se le clavaba en las rodillas, pero no hizo caso. Se limitó a permanecer con los brazos sobre el respaldo del banco de enfrente, los dedos cruzados y la vista perdida en el tríptico tras el altar.

No sabía mucho de arte –mierda, no distinguía un Picasso del dibujo de un crío-, pero recordaba haber visto imágenes como aquella cuando su madre lo llevaba a la iglesia en Boston, de pequeño, sólo que ésta tenía una especie de estilo muy moderno, muy Andy Warhol. El Cristo en Majestad, con un libro en la mano izquierda y la derecha con dos dedos levantados.

Yo soy la Luz del mundo. Aquel que me siga no caminará más en las tinieblas sino que la Luz guiará su vida…

Eso representaba aquella imagen, recordó. Suspiró, apoyando la frente sobre los antebrazos mientras la gorra de los Red Sox se le descolocaba un poco. La gorra que había cogido de la mesa del salón de la Guarida cuando había salido huyendo como un conejo en cuanto se habían levantado las persianas metálicas.

La gorra que compartía con Vishous.

Como la Guarida, como el Escalade, como el canal de deportes, como el equipo de béisbol, la lasaña con toneladas de carne, el alcohol caro, sus hermanos, su trabajo, su propósito, sus heridas… Su vida. El 99,9% de las cosas buenas que le habían pasado desde que había dejado de ser detective de homicidios las compartía con V.

Incluso los besos.

Desde aquella mediodía.

Desde hacía exactamente ocho horas y 32 minutos.

Butch se quitó la gorra, frotándose la cara con las manos, y se levantó para sentarse en el banco, volviendo a calársela. Tendrían que lavarla, porque olía a V y a él. Juntos. Lo cual revivía ciertas imágenes que, por cierto, no se habían desvanecido una mierda a pesar de la botella de escocés.

Sabía que estaba siendo un maldito cobarde, refugiándose en aquella iglesia a donde acudía de vez en cuando a rezar por que la oscuridad del Omega no lo devorara, pero no había tenido el valor para arriesgarse a encontrarse con V en la Guarida sin antes haber tenido tiempo para estar a solas con su Épico Lío Mental. Ni con cualquiera de sus otros hermanos, porque seguro como la mierda que todavía tenía los ojos como si hubiera visto un fantasma y el letrero de “sí, me he dado el lote con mi mejor amigo”.

Joderrrrrrrr…

“Darse el lote” no cubría ni la mitad del tema. Se pasó el dorso de la mano por la frente, bajo la visera de la gorra, fallando por enésima vez -en ocho horas y 34 minutos- en evitar recrear aquellos instantes que habían demolido las pocas certezas que le quedaban sobre sí mismo. Que quería a V como un hermano. Que no le deseaba. Que no era gay. Que amaba a Marissa aunque la cosa hubiera salido mal.

Era como si los pilares que aguantaban lo poco que quedaba de la estructura de su personalidad hubieran recibido una carga de C4 en los cimientos y ¡bam! Toda su catedral interior se hubiera venido a bajo como un montón de naipes.

Bajo sus ropas de cuero de combate volvió a sudar. Su piel recordó el roce de la de V; sus labios, los de su amigo; su lengua, la saliva y la sangre del hermano; su polla, el roce de la de él contra su abdomen. Y su corazón recordó el torrente de sentimientos galopando como percherones desquiciados que le había impulsado a coger la cara de V y besarle.

Aquel era el punto clave del asunto, reflexionó mientras el cura empezaba a mirarle directamente, con el altar limpio como una patena. Él había besado a Vishous. Él. Y aquel jodido hecho paranormal inexplicable era lo que hacía que ahora estuviera devanándose los sesos en vez de partiéndole la cara a V.

Si hubiera sido Vishous quien le hubiera besado le habría dado una paliza y, probablemente, su relación habría quedado torpedeada en la línea de flotación. Porque el hermano se habría pasado el respeto a los límites de su amistad por el forro de los cojones y él se habría sentido agredido en un punto clave para su orgullo –su único patrimonio-: la masculinidad. Pero no. A pesar de sus sentimientos hacia el poli, a pesar de su estado mental, a pesar de haberse despertado tras soñar que él moría… a pesar de todo, el autocontrol de hierro de V había funcionado.

El suyo, que no había sabido que tenía que ejercitar, no.

El carraspeo del cura le hizo alzar la vista para ver que estaba solo en la catedral. Levantó una mano en señal de disculpa y se levantó, saliendo al aire helado por la puerta principal. Había varias personas que entraban en la rectoría por una entrada lateral, gente que miraba al frente con las manos en los bolsillos y la boca convertida en una raja dura. Probablemente, de los grupos de ayuda que se reunían en la iglesia. Quizás él necesitaba uno de esos –Maricones Anónimos- porque se sentía como si estuviera caminando en la oscuridad a pesar de haber tenido los ojos clavados en el tríptico del Cristo en Majestad durante una hora.

Yo soy la Luz del mundo…

Butch caminó hacia el Escalade con la cabeza gacha y el viento mordiéndole la piel de la cara. Si pensaba en ello, había dos personas que podía asociar con la luz: Marissa y Vishous. Ella había sido la luz de la esperanza al empezar su nueva vida, la posibilidad de tener una vida buena, correcta y digna con una mujer que brillaba como el lucero del alba, lejos de su alcance. Y Vishous… él era la luz que le sanaba, que alejaba la oscuridad de su interior, que le había hecho nacer como vampiro, que le había arrancado de la muerte, que siempre estaba allí con un comentario mordaz que le sacaba pesos del alma.

Hasta ahora, había creído que, como hombre, sólo podía desearla a ella ¿Se había equivocado? Porque la barra de hierro en que se había transformado su polla cuando había salido tambaleándose de la habitación de V le había mandado un mensaje pero bien clarito. Una parte de él, una parte pequeñita y que se había estado sentando en el pupitre de atrás todo aquel tiempo, al parecer deseaba a Vishous. Jódete.

¿Podía castigarla de cara a la pared?

Abrió el Escalade con el mando y se dejó caer pesadamente en el asiento del conductor. Al hacerlo, la tapicería de cuero se hundió con un “puf”, esparciendo olor a tabaco liado a mano. Butch gimió y apoyó los brazos en el volante.

¿Qué era V para él? Otra pregunta para premio gordo. Su mejor amigo, sin duda, y su hermano también. Pero los tíos no llamaban varias veces al móvil de su colega cada noche para saber si estaba bien, ahí en las calles, a veces sólo escuchándose respirar un momento sin decir media palabra. A los amigos normales no les entraban ganas de sacudir por el gaznate a una diosa para que no le jodiera la vida a su colega, ni sufrían instintos extraños de escudar a su amigo cuchillo en mano para que la mierda dejara de salpicarle.

Tal como su propia bocaza había dicho, “incluso cuando estaba con ella, estaba contigo”. Ni el propio Butch entendía a cuántos niveles de  “estar” se refería aquella frase que había barbotado su cerebro, pero que le jodieran si aquello no iba más allá de la amistad normal.

El ronroneo del motor acompañó sus interminables círculos cerebrales mientras el Escalade se deslizaba como una enorme sombra de cristales tintados por las calles.

Todos sus pensamientos acababan siempre en el mismo punto muerto: no podía desear a V porque no era gay. Y, si se había excitado como un bate de béisbol, tenía que ser porque besarse -con quien fuera- había puesto en marcha las reacciones químicas normales en el cuerpo de un macho en la flor de la vida vampírica que llevaba un mes de abstinencia. Ajá. Así de simple.

Tenía que patrullar aquella noche, pero había salido huyendo de la mansión en cuanto se había puesto el último rayo de sol, así que aún le quedaba cierto margen de libertad antes de que el resto de la hermandad se pusiera en marcha.

Sin siquiera darse cuenta de lo que hacía, giró por la gran avenida que conducía a las zonas residenciales lujosas en vez de a la calle Trade. Para cuando se dio cuenta de sus actos, se había detenido en la acera de enfrente de la mansión de Marissa y Havers. Acechando entre las sombras. De nuevo. Oh, espera, mierda. Marissa ni siquiera vivía allí. Las cosas con su hermano habían acabado tan mal, gracias a él, que sabía que ella se había mudado. Así que estaba acechando el vacío. Doble premio al patetismo.

Echó la cabeza hacia atrás, sintiéndose atrapado entre algo que no podía tener y algo que no conseguía entender ¿Era demasiado pedir que alguna luz le guiara, por una maldita vez en su vida?

Cuando el Motorola vibró de repente en el bolsillo de la chaqueta, se enderezó tan rápido que el cuello le dio un latigazo. Que no sea V, que no sea V…

No, era Zsadist. Gracias a Dios.

-¿Sí?

-¿Dónde estás?- el hermano era pura simpatía, como siempre.

-Yo… ah, ahora me reúno con vosotros.- se recolocó la gorra y encendió el contacto de nuevo- ¿Vais todos a la calle Trade?

-No. Phury y yo patrullaremos por los callejones. Rhage, V y tú os vais con los pijos. Wrath quiere que averigüemos qué mierda hacían aquellos tres restrictores allí.

Justo entonces Butch cayó en la cuenta de que la voz de Z parecía distorsionada, como si la línea tuviera estática. Carraspeó.

-¿V está contigo?

-Fijo.

Y, claro, no me ha llamado él. Bueno, yo tampoco le he llamado. La noche prometía ser genial de cojones. Podría decirle a Zsadist que Phury y él mismo pegaban mejor en la zona pija y que Rhage, V y Z podían ir a los bajos fondos. Pero aquello sería darle una patada en los huevos a V y, por muy jodido en el coco que estuviera, no podía hacerle eso.

También podía intentar que las cosas volvieran a ser como eran entre Vishous y él, borrando aquella estúpida equivocación inexplicable de su cerebro. Sí, eso iba a ser lo mejor. A fin de cuentas, hoy él estaba sobrio, V no iba a tener pesadillas patrullando y él podía encargarse de su sobreexcitación sexual en la ducha más tarde. No iba a pasar nada y no iba a sentir nada raro cuando se encontrara con Vishous.

-Nos vemos en las puertas de Passion.- Butch colgó el móvil, quitó el freno de mano y condujo de vuelta a su vida con la sensación de que alguien intentaba picar a la puerta blindada de su córtex cerebral para decirle algo importante que malditas las ganas que tenía de escuchar.

OOO

-Esto no es necesario, Marissa. Sabes perfectamente que te notificaré cualquier posible caso de violencia doméstica que llegue al hospital.

El tono de Havers era de educado fastidio mientras se ajustaba las gafas y examinaba los documentos legales que ella le había traído, convenientemente redactados y cubriendo todas las posibles eventualidades. Saxton, el abogado oficioso de la glymera, había sido una gran ayuda en ese sentido. Marissa permaneció donde estaba, apoyada junto a la ventana del gran salón de su casa… no, de casa de su hermano, se recordó. Ella ahora vivía en un coqueto apartamento no lejos del Refugio que estaba creando.

-Sé que lo harías. Pero el Refugio no puede depender de la buena voluntad entre dos hermanos, necesita funcionar como una institución sólida y legalmente intachable esté quien esté al frente.- musitó, sin desviar la mirada de la calle oscura con los charcos anaranjados de las farolas-. Las mujeres y los niños que acuden allí necesitan esa confianza.

Havers miró su elegante silueta durante un momento, sin acabar de entender por qué demonios había cambiado aquellos flotantes vestidos aristocráticos, de auténtica dama de la glymera, por los trajes chaqueta de ejecutiva, o por qué se había cortado la larga melena platino por debajo de los hombros, recogiéndosela en una cola. Bien, no lo entendía pero conocía al causante de los cambios. Apretó los labios en una fina línea y sacó la pluma Montblanc, estampando su firma recargada en cada una de las páginas, junto a la estilizada rúbrica de Marissa.

Aquel convenio no se diferenciaba en nada de las disposiciones legales que regulaban la comunicación entre diversos entes asistenciales en el mundo humano. Si alguno de los médicos o enfermeras de la clínica de Havers detectaba en algún paciente lesiones que podían corresponder a un acto de violencia doméstica, debía informar al director del hospital. Él, en aquel caso. Y el hospital avisaría a la dirección del Refugio, que ofrecería su ayuda a la posible víctima. Algo así como un canal médico-asistente social. Era lógico y de sentido común. Lo que escocía a Havers es que su hermana creyera que necesitaba ponerlo por escrito porque, dado el estado inexistente de su relación, él pudiera sentirse tentado de darle la espalda. Como si el juramento hipocrático no se aplicara entre vampiros.

-¿Ya tienes todo lo que necesitas para que el Refugio funcione?- preguntó él con amargura, como si Marissa lo hubiera usado como un pañuelo desechable.

Ella decidió ignorar el tono.

-El sistema informático aún no funciona. Pero sé a quién a recurrir.- aunque no va a ser agradable.

-Perfecto.- Havers punteó la última firma clavando la pluma en el papel y luego le puso la tapa dorada.

Marissa cerró los ojos, aliviada, al oír aquel sonido. Gracias a Dios. Había tomado aquel camino legal en parte porque, tal como le había dicho, el Refugio tenía que ser una institución sólida, parte de una red asistencial organizada, y en parte porque no confiaba del todo en Havers. No cuando él creía que lo mejor que podía hacer en la vida era volver a vestirse de muñeca de porcelana, intentar regresar a la cajita de la glymera y comportarse como una hembra sumisa para encontrar un hellren de su valía.

De su valía…

Un enorme coche negro, un jeep, apareció rodando lentamente por la calle desierta hasta detenerse junto a la acera de enfrente, justo bajo la luz de una farola. La respiración se le congeló en el pecho. Habría reconocido el Escalade en medio de un depósito de coches idénticos.

Butch.

No podía ser otro, nadie más aparcaría delante de su casa en plena noche, tal como sabía que había hecho durante meses al principio, antes de estar juntos. Apretó la cortina de terciopelo, con la sensación de que el corazón le trepaba por la garganta, amenazando con asfixiarla. Butch no debía saber que Marissa ya no vivía allí y había ido para sentirse cerca de ella, por eso lo hacía, según le había explicado. Los nudillos se le pusieron blancos aferrando la cortina y los ojos se le llenaron de lágrimas.

Le quería. Todavía le quería ¿Cómo no iba a hacerlo? Si habían acabado mal no había sido por falta de amor, ni porque él la ignorara. Al contrario, Butch la adoraba. Por algún motivo creía que estaba sólo un peldaño por debajo de la divinidad y eso la hacía sentir normal. Apta. Le había dejado –abandonado– porque el camino que Butch había escogido había sido el mismo que el de Wrath: la lucha, la sangre, las noches fuera entre balas y puñaladas.

No podía soportarlo. No podía soportar el tener que contar cada hora de cada noche del resto de sus siete siglos de esperanza de vida para que su hombre volviera a su lado de una pieza. No podía soportar verle llegar apestando a restrictor, ver la maldad en sus ojos, aguantar las náuseas que le provocaba tocarle cuando estaba en aquel estado. Tampoco podía soportar ver el alivio en su mirada cada vez que el hermano Vishous lo envolvía en luz, cada vez que aferraba su mano tatuada, curándole de una manera que ella nunca podría igualar. No, no podía.

¿O sí?

Hacía sólo un año, tampoco había creído que pudiera vivir sola, sin la tutela de su hermano. Que podía construir un lugar donde otras personas podían sentirse seguras, ayudarles a reconstruir sus vidas. No había sabido que tenía aquella fuerza que Butch le había ayudado a descubrir ¿Y si, al final, también tenía la fortaleza necesaria para aceptar que él era un guerrero, que aquel era su propósito en la vida?

Soltó la cortina y se giró hacia el interior del salón, dispuesta a seguir el impulso de salir de la mansión hacia el Escalade. Pasara lo que pasara, no iba a dejar que Butch se quedara con la sensación de que ella estaba allí y no quería verle, como había ocurrido una vez. Casi se dio de bruces con su hermano, plantado a su lado junto a la ventana en silencio.

-Es él, ¿verdad? Ese humano.- siseó.

-No es humano, es un vampiro. Y voy a ir a verle.- Marissa apretó los labios y se pasó el dorso de la mano por los ojos.

-¿No te has humillado bastante ya, conviviendo con él en una mansión llena de machos?- Havers apretó los puños a los lados, sus ojos dos agujas al rojo vivo- ¿Yaciendo con un ex humano de baja ralea que no sabe valorar lo que significa tener una dama de la glymera a su lado?

Los ojos azules de Marissa se estrecharon y su cuerpo empezó a temblar de pura ira. Tuvo que recordarse que era su hermano.

-Butch no me valoraba como una aristócrata sino como una persona. Por eso le quería y aún le quiero. Y ahora aparta.- empujó a su hermano en el hombro, haciendo resonar los tacones al cruzar el salón.

-Te fuiste con él porque es el primer macho que te ha deseado.- susurró Havers, a su espalda-. Te habrías ido con cualquiera que te hubiera dedicado una mirada. Eso no es amar a otra persona, eso es usar a alguien para sentirte mejor.

Marissa se detuvo en seco con la mano en el picaporte de la puerta del salón como si le hubieran atravesado el corazón con una estaca. Intentó respirar por la nariz pero el aire se negó a entrar en sus pulmones. Abrió la boca, aspirando, y el sonido que salió pareció un estertor. Tembló de la cabeza a los pies hasta el punto que creyó que perdería el equilibrio.

Al cabo, levantó la barbilla, apretó los labios y se giró hacia Havers. Caminó con sonoros taconazos hacia la mesita donde estaban los papeles que había traído, los recogió ordenadamente, metiéndolos en un clasificador de piel, y luego recogió su bolso.

-Desde este momento dejo de considerarte mi hermano.- susurró, intentando que no le temblara la voz entre los dientes apretados.

-Sabes que tengo razón.

-¡Cállate!- Marissa rara vez levantaba la voz, pero en aquel momento se sentía como si pudiera gritar durante horas-. No vuelvas a hablarme.- retrocedió hasta la puerta, levantando la mano como si quisiera mantener a Havers a distancia.- No vuelvas a hablarme…

Cruzó el recibidor de la mansión levantando ecos con sus pasos e ignoró por completo a la anciana doggen que intentó despedirla con afecto, rogando por algo de aire frío. Aspiró trémulamente en cuanto salió al exterior, sintiendo que sus huesos se habían vuelto de goma.

El Escalade se había ido, dejando un enorme vacío bajo la luz de la farola.

No era cierto. Las palabras con las que Havers la había abofeteado no eran más de veneno… ¿verdad? Porque ella había amado a Butch desde el momento que le había visto, con su aspecto humano… próximo… cálido. Desde el momento que había visto, asombrada, que ella podía afectarle y que él quería tocarla.

El rumbo de sus pensamientos la horrorizó hasta tal punto que se tapó la boca con la mano para no llorar. Dios, no era cierto. No se habría ido con cualquiera que la hubiera mirado con deseo. No era cierto.

Ella amaba a Butch. Ella era más fuerte de lo que había creído. Y él todavía la echaba de menos, por eso había venido a su antigua casa.

Quizás… quizás aún estaba a tiempo de arreglar las cosas.

OOO

Zsadist miró de reojo a Vishous mientras la llama del encendedor iluminaba su perfil. El hermano dio una profunda calada al cigarro liado a mano, con la vista hacia el cielo. Tenía la misma expresión de iceberg de siempre, la misma inteligencia en aquellos pozos helados que tenía por ojos, y los tatuajes en su sien, que asomaban cuando el aire le revolvía el pelo, le daban la misma apariencia siniestra. Pero a Z le pareció que había algo más a su alrededor. Como si emanara ondas de furia fría y gritara en silencio al mismo tiempo.

No es que Z fuera el gurú de la inteligencia emocional, precisamente, pero había cosas que reconocía a primera vista porque él había tragado la misma mierda durante demasiado tiempo. Conocía esa tensión en el cuerpo, esas ganas de gritar, despellejar y dañar. Conocía esa sensación de tener el cerebro golpeando contra las paredes del cráneo, intentando escapar de la presión.

Es lo que pasaba cuando guardabas un secreto que te comía por  dentro, cuando te sentías atrapado sin poder decidir nada en tu vida, como si todo lo que ocurriera escapara a tu control. Cuando estabas pidiendo a gritos que alguien te rescatara pero te decías a ti mismo que era imposible porque no te lo merecías y el cuerpo te dolía sólo de pensarlo.

Sí, Z lo entendía porque él se había sentido exactamente igual cuando había tenido a Bella en su habitación después de traerla de vuelta de aquel agujero infernal.

V parecía estar pasando por la misma mierda que él. Lo del Gran Padre, según le había explicado Phury, tenía que estar jodiéndole cosa mala, pero el hermano era lo bastante duro como pasar por aquello. No, allí había algo más. Algo que, Z apostaría su mano derecha, tenía que ver con el poli saliendo por patas de la mansión sin desayunar. Con V negándose a llamarle por teléfono. Con aquella boca apretada en una línea, las cejas fruncidas y el cuerpo echado hacia delante, tan tratable como un demonio rabioso.

Podía preguntarle si estaba bien, pero ya se imaginaba cual sería la respuesta y, francamente, sabía en carne propia que no ayudaba. Cuando te sentías como un paquete de explosivos a punto de detonar no ayudaba una mierda que alguien hiciera de terapeuta contigo. No a menos que fuera la persona correcta. Frunció el ceño y desvió la mirada a la puntera metálica de sus botas mientras esperaban a Rhage y Phury en el patio de la mansión.

-Suéltalo.- la voz de V era como el ladrido de un doberman.

-¿El qué?- bueno, él parecía un rottweiler.

-Lo que sea que estás pensando de mí.- Vishous no se giró hacia él. Le dio otra calada al cigarro y expulsó el aire levantando la barbilla.

-¿Me estabas leyendo el pensamiento?- mierda, eso sí conseguía ponerle como una moto. Su cerebro era el único lugar privado y propio que había tenido en su vida.

-No. Eres jodidamente transparente.-V pateó la grava con el pie.

Zsadist le dedicó una mirada baja y pensativa. V y él nunca habían sido íntimos. Mierda, él no había sido íntimo de nadie, eso estaba claro, y V tampoco había sido el experto en relaciones sociales. Podía intentar partirle la cara por cualquier comentario. Pero Z pensó en Bella y él, en cómo ahora tenía lo que jamás había creído posible. En las veces que había estado a punto de joderlo porque él mismo se había etiquetado como un animal que no merecía nada bueno. No quería ver a uno de sus hermanos caminando por aquel mismo sendero.

-Pienso que a veces nos jodemos la vida nosotros solos. Somos nuestro peor demonio.- hizo una pausa, pensando. Las palabras nunca habían sido sus aliadas, pero V no le interrumpió-. Nosotros nos decimos que una cosa no puede ser en vez de luchar por ella.

Zsadist levantó la cabeza para mirar al hermano y casi siseó. Los ojos de fantasma brillaban en blanco en un rostro de mandíbulas apretadas. V no se había movido un milímetro pero parecía proyectar una sombra enorme.

-¿Me estás dando el sermón del hombre feliz hecho a sí mismo?

Z se encogió de hombros mientras oía las voces de Rhage y Phury saliendo de la casa, intentando contener una reacción agresiva por instinto.

-No, porque no me he hecho a mí mismo. Bella me ha hecho. Pero eso sólo pasa si te dejas. Tómalo o déjalo.

Vishous inhaló el aire por la nariz sonoramente, pero el vozarrón de Rhage cortó en seco cualquier réplica.

-¿Preparados para patear culos? Yo quiero tres para mí, hoy vengo con energías extra.- el rubio movió las cejas arriba y abajo, dando a entender que una cama y su shellan habían ayudado a la recarga energética.

-Voy a vomitar.- V apagó el cigarro en la suela de su bota, se lo guardó en el bolsillo y se desmaterializó.

-¡Espera, cabrón!- Rhage apareció justo al lado de V en el mismo callejón ahogado por los rascacielos- ¡Eh! ¿Qué pasa? ¿Te has quedado sin Goose o las hembras se han hartado ya de tu perilla?

Rhage había empezado a trotar tras la ancha espalda de V cuando el hermano paró, se giró y se acercó tanto a él que sus rostros quedaron a un palmo.

-No-me-jodas.- los colmillos blancos destellaron en el callejón a oscuras y un gruñido sordo trepó por la garganta de Vishous.

-Vale. OK, relaja, hermano.- Hollywood levantó las manos en señal de rendición, cambiando de tono al momento-. Vamos a buscar unos cuantos no-muertos para desfogar ese estrés, ¿eh?- hizo una señal con la cabeza hacia el final del callejón-. Tú primero, amigo. Butch nos debe estar esperando.

La mención del poli hizo que el helor en los ojos de V aumentara en vez de disminuir, pero el hermano se dio la vuelta y echó a andar hacia la avenida principal con su sucesión de discos techno. Rhage suspiró y meneó los hombros bajo la chaqueta, intentando aflojarse. Él podía tener una bestia de dos metros acechando en su interior, pero maldita la falta que le hacía a Vishous. El hermano se bastaba con esos ojos suyos para freír a alguien cuando tenía uno de sus momentos. Al menos, Butch sería una buena compañía y seguro que animaba a V. Siempre lo hacía.

A dos metros por delante de Rhage, Vishous sabía que se estaba comportando como un pedazo de mierda. Lo sabía, pero la perspectiva de volver a encontrarse con Butch le estaba retorciendo las tripas ¿Cómo coño iba a mirarle a los ojos después de lo que había hecho? La mayor parte de la noche anterior había sido niebla, pero recordaba perfectamente cada detalle de su visión, recordaba el dolor en el pecho, las lágrimas de mariquita, la sensación de quemarse, de fracasar. Y la gloriosa unión de su boca con la de Butch, de su pecho contra el del poli, de sus colmillos en el cuello del irlandés. De ambos besándose como si fueran a arrancarse el alma entre las sábanas, a fundirse con el cuerpo del otro en busca de consuelo; una escena salida de sus fantasías más calientes… y recordaba muy bien la mirada aterrorizada de Butch desde el otro lado de la cama al ver que su polla estaba dura como el acero entre las piernas.

Vishous se despellejó interiormente a lo vivo por enésima vez en aquellas nueve horas y 10 minutos transcurridos desde el momento de autos. Había pasado el resto del día tumbado en su cama sin moverse. En la misma maldita jodida postura durante horas, mirando el techo en completo silencio mientras alguien le cortaba el corazón por la mitad con un cuchillo oxidado. Una mitad recordaba una y otra vez la fantasía hecha de realidad de tener a Butch entre sus brazos como un amante y de la pasión violenta que había demostrado, como si –oh, milagro- el poli le deseara. La otra mitad era una imagen en “pausa” del rostro de Butch al darse cuenta de lo que había hecho Vishous. Al final, la primera mitad se había reducido a cenizas y en su pecho sólo quedaba una porción de su corazón rezumando culpa, odio y asco por sí mismo.

No era de extrañar que el poli se hubiera largado de la casa en cuanto se había puesto el sol. Ahora la pregunta era cuánto tardaría en irse de la Guarida o, peor, en alejarse de V. En decidir que no quería tener a cerca a un pervertido de mierda como él. Que le jodieran a Zsadist ¿El peor enemigo es uno mismo? Sí, por creer que tendría más fuerza de voluntad.

Vishous se abrió paso entre la marea de cuerpos agrupados en la acera frente a las discotecas de moda sin importarle si los humanos saltaban como chinas mientras Rhage le iba a zaga con la boca cerrada, a Dios gracias. Al cabo, supo que tenía a Butch enfrente sin necesidad de levantar la cabeza del suelo. Todo su cuerpo tintineó como si le hubieran rociado con polvitos mágicos.

-Eh, poli.-Rhage alargó el brazo, cogiendo a Butch por la muñeca-. Me alegro de verte. Vishous parece que ha comido limones hoy, espero que seas mejor compañía.

-Ya.- Butch carraspeó, guardó silencio, bajó la mirada y señaló con el brazo toda la calle- ¿Vamos?

Hollywood parpadeó y paseó la vista entre los dos ¿Pero qué cojones pasaba allí? Butch comenzó a caminar delante de él con la cabeza baja, como si quisiera meterla dentro de la chaqueta de cuero y desaparecer. V echó a andar detrás de Rhage, con la cara girada hacia la otra acera. En completo silencio. Cuatro metros después, el hermano rubio se paró en seco, con las piernas abiertas.

-¡EH! ¡GRANDÍSIMO PAR DE IMBÉCILES!- gritó tan alto que Butch y V frenaron con un respingo, girándose a mirarle con los ojos como platos, igual que dos grupos de humanos- ¿Qué coño os pasa? ¿Os habéis estado follando y alguien no ha dado la talla o qué?

Oh, mierda. Oh, vale, se había pasado ¿Por qué se lo tomaban tan en serio?

Butch y V sisearon al mismo tiempo, mirándole como si quisieran atravesarle con una lanza de caballería. Los dos dieron un paso hacia él, amenazantes como dos obuses nucleares. Aquello hizo que sus trayectorias confluyeran, los dos acabaran uno delante del otro y sus miradas se encontraran. El botoncito de “replay” volvió a saltar en sus mentes, a pesar de sus buenos propósitos.

Butch jadeando en la boca de V cuando sus salivas se habían mezclado y las lenguas se habían vuelto salvajes. Las manos de V en el pelo de Butch, haciéndole daño, su boca devorando la del poli. Vishous rompiendo el beso con brusquedad, montando a Butch  y hundiendo la cara en su cuello, lamiendo todo el recorrido de la vena mientras le arañaba con los caninos. Butch arqueándose como si le hubiera atravesado un rayo y su sexo apretando contra los calzoncillos.

Los dos desviaron la vista del otro al momento, sudando en plena noche helada de diciembre. Butch volvió a entonar el mantra de “no me ha gustado, no soy gay” y Vishous el de “soy un degenerado de mierda”. Se aclararon la garganta, se ignoraron el uno al otro y a Rhage y empezaron a caminar a una prudente distancia.

Hollywood los contempló con la boca abierta ¿Pero qué cojones había pasado entre ellos?

¿Y cómo mierda se suponía que iban a aguantar toda una noche patrullando los tres juntos?

OOO

El sr. D mascó una ramita de regaliz con el sombrero vaquero bien calado y encogido en el asiento del viejo Ford. Algo bueno tenía que tener ser bajito y esmirriado, pensó. Nadie solía fijarse en él y nadie lo catalogaba como un peligro hasta que era demasiado tarde. Y, con los cristales del coche bien cerrados para mantener su olor a buen recaudo, los vampiros tampoco.

Mierda, las últimas semanas habían sido un caos en la Sociedad Restrictora, desde la muerte del último Primer Restrictor a manos de aquel tipo salido de una profecía. La existencia de un vampiro, ex humano para más señas, que podía aspirarte hasta reducirte a cenizas había sembrado el pánico entre tipejos que, normalmente, sólo se asustarían ante el Omega.

Desde entonces, aquel puñado de asesinos se había ocupado, en gran parte, de proteger sus propios culos. Lo cual era una inconveniencia, pensó D mientras observaba el rebaño humano de niñatos engominados entrando y saliendo de discos pijas. Porque muchos, incluido él, se habían enrolado en la Sociedad Restrictora porque les daba la excusa perfecta para salir a matar todas las noches. Como simples humanos era más complicado dar rienda suelta a sus impulsos: había que buscar cuidadosamente la presa humana, calibrar los posibles líos con la poli y ocultarse a temporadas para evitar el trullo.

Cazar vampiros era más sencillo y más gratificante. Pero si nadie ponía orden en la Sociedad se le iba a acabar el chollo, porque los vampiros les cazarían como hienas, especialmente aquellos malditos hermanos. D, como la mayoría de restrictores, no conocía cómo se organizaba exactamente la raza vampírica, pero sí sabía que había una especie de nobleza, civiles y aquellos armarios con patas armados con dagas que eran los hermanos.

Así que el plan era aplastantemente simple: si quería que los restrictores dejaran de huir como ratas había que dar un golpe que descabezara a los vampiros para equilibrar la balanza. Eso se conseguiría sembrando el caos en la nobleza dirigente y reduciendo a polvo a los hermanos ¿Difícil? Sí, si los restrictores se limitaban a su plan habitual de patrullar por los bares de mala muerte y dar caza a cualquier civil que les pasara por delante.

Pero, con un poco de planificación, las cosas podían cambiar.

Había enviado a tres de sus subordinados -lo “de confianza”, mejor obviarlo- a rastrear la zona alta de la ciudad. Los jóvenes vampiros civiles solían salir por la calle Trade, por garitos como Screamer’s o ZeroSum. Pero matar civiles no sembraría el pánico entre las clases dirigentes. En eso, los vampiros no eran diferentes de los humanos. Había que averiguar por dónde salían los cachorros de la nobleza. Caldwell no era una ciudad tan grande en lo que a buscar diversión se refería. Los vampiros aristócratas que querían salir de noche sin mezclarse con la plebe -en eso también eran calcados a los humanos- sólo podían hacerlo en un sitio: en las discotecas y los bares musicales del centro. El señor D supuso que también se celebrarían fiestas exclusivas en locales privados, pero aquello seguro que no era la rutina para los vampiros nobles que acababan de pasar la transición.

Los informes que le habían traído sus tres restrictores habían confirmado su suposición: los asesinos habían localizado en el centro al menos un grupito de vampiros que, por la ropa que llevaban y la pasta que movían, sólo podían pertenecer a las altas esferas. Había costado convencerles de que no debían matarles aquella noche, sólo observar, y aquello había dado otros frutos, digamos, colaterales.

Identificar a los hermanos en los garitos de baja estofa de la calle Trade no era fácil. Eran grandes, parecían salidos de un gimnasio y vestían de cuero. Justo como el 80% del público humano. Pero en aquel ambiente de Kens y Barbies con ropa de Tommy Hillfiger destacaban como una mancha de sangre en la nieve. Los hacía más fáciles de cazar.

Inesperadamente, la trampa había funcionado la primera noche. Sus tres restrictores no sólo habían confirmado que el centro era el lugar de reunión de los jóvenes nobles sino que se habían topado de bruces justamente con el vampiro que poblaba sus pesadillas. Aquel ex humano aspirador de no-muertos. Era el único soldado vampiro del que tenían la descripción.

Sus tres muchachos habían ido a por él como coyotes, no porque fueran más valientes que el resto, sino porque el tipo había estado borracho como una cuba. Y eso siempre animaba a la hora de una carnicería. El ex humano vestía de civil, pero el tipo enorme con perilla y ojos de Casper que había acudido a su rescate no. Encajaba perfectamente con el estereotipo de un hermano.

Salid, salid a la luz. Dejad que os vea…

D asomó un poco la cabeza por la ventanilla del Ford, aparcado justo en la esquina del callejón donde había tenido lugar el encuentro entre sus asesinos y aquellos dos hermanos hacía unas noches. Volverían, lo sabía. Tendrían curiosidad por saber qué hacían tres restrictores  tan lejos de su territorio de caza habitual. Y él podría identificarlos en medio de la multitud de niñatos como si llevaran una diana en la espalda.

Hablando del demonio…

Una sonrisa lenta y perversa estiró una de las comisuras de su boca hacia arriba mientras se sacaba el regaliz. Bingo. Tres tipos vestidos de Rambo que le sacaban dos cabezas a los humanos medios apiñados en las puertas de los locales aparecieron en su campo visual.

Uno era el ex humano, lo reconoció al punto y no sólo por su aspecto. Había algo en él que los hermanaba. Otro debía ser el tipo de la perilla que había acudido en su ayuda. Y el tanque rubio que los iba mirando por turnos llevaba el cartelito “Hermano” colgado del cuello.

Caminaban como si pasearan por su granja, ajenos a las bestias humanas a su alrededor, con la agresividad contenida propia de los guerreros en busca de un objetivo. Dios, iba a disfrutar acabando con ellos de uno en uno.

Primero tenía que darles un motivo para que siguieran patrullando por aquella zona y no volvieran a desaparecer en la calle Trade. Sacó el walkie-talkie para dar instrucciones detalladas a dos de sus hombres, que aguardaban cerca de allí: dejarse ver entre los humanos y que los vampiros los localizaran para luego meterse en el coche y salir pitando sin dar oportunidad a que estallara una pelea.

Los hermanos volverían otra noche para seguir investigando qué se les había perdido a los restrictores por allí. Y, ahora que sabía quienes eran, D podría colocar sus trampas de cepo.

El señor D metió la primera y el Ford se internó en los callejones como un espectro invisible. El primero al que había que separar del grupo, como los perros de caza con un zorro, era al ex humano.

OOO

Butch trasteó en el armario de los platos de la cocina de la Guarida en busca de una taza de café medianamente limpia. Tío, algún día tendrían que dejar que Fritz y su ejército hicieran limpieza a fondo en su casa, sino iban a acabar bebiendo de un florero. Se remetió la toalla que le cubría de cintura para abajo, asegurándose que seguiría en su sitio, y se sirvió un vaso de café negro. Sin azúcar.

Echó la cabeza hacia atrás y se bebió la mitad de golpe, pegándose el sabor acre a la lengua y al paladar. Iba a necesitar mucha cafeína para soportar aquella noche. La anterior había transcurrido justo como los tres hermanos temían: en silencio, con los labios apretados, miradas esquivas y sin una pelea que les distrajera. Sí, habían visto a dos restrictores, pero que les desollaran si sabían por qué los hijos de puta habían dado media vuelta y habían huido en coche como alimañas. Estaba claro que aquellos malnacidos tenían un interés especial en lo que se cocía en aquella parte de la ciudad y los hermanos iban a tener que averiguar qué era antes de que la cosa acabara en carnicería.

Una hora antes del alba, V se había desmaterializado de vuelta a la mansión sin decir ni pío y Rhage se había quedado para acompañarle en el Escalade con la misma cara de pero-qué-coño que había lucido toda la noche. Al entrar en la Guarida Vishous ya estaba encerrado en su habitación. Las notas graves de 2Pac a toda hostia rebotaban por las paredes y el suelo, convirtiendo la Guarida en una locomotora vibrando con el freno de mano puesto.

Y ahora… Mierda, otra vez fuera de rotación. Él y V. Los dos odiaban quedarse como amas de casa mientras los demás gastaban las suelas de las botas en la calle, pero antes solían encontrar distracciones: jugar al futbolín, tirarse cosas a la cabeza, buscar guarradas por Internet, ver pelis de tiros, hacer pesas o simplemente reírse de cualquier gilipollez que dijera el otro.

Antes.

Antes de que el ambiente entre ellos llegara a un punto de no retorno que dolía como el infierno. Butch contempló cómo le resbalaba una gotita de agua desde el pelo al vaso de café y formaba diminutas ondas. El beso de la otra noche había creado un maremoto entre ellos, sacudiéndoles como una muñeca de trapo. La técnica de hacer ver que no había ocurrido no había funcionado ni lo de creer que V no le provocaría escalofríos a partir de ahora. Y el intento de analizar las cosas con fría lógica menos, al menos por su parte. Sólo le había dado un dolor de cabeza épico.

-Se te va a enfriar el café.

La voz grave de V justo detrás de su nuca hizo que Butch derramara la mitad del café restante en el suelo.

-¡Hostia puta!

Dejó el vaso en el mármol, cogió un trapo y se agachó para secar el lío. Justo al hacerlo, recordó que sólo llevaba una toalla y que, si se movía demasiado… Mierda. Intentó coger el trapo y levantarse asegurándose la toalla como un Frankenstein descoordinado. Acabó por girarse hacia V con el pelo en la cara y aguantándose el cierre de la toalla con las dos manos. El hermano iba vestido de los pies a la cabeza exactamente como siempre, de cuero y con una camiseta ceñida que marcaba el relieve de sus abdominales. Butch se quedó mirando aquella sucesión de músculos y trepó por ellos hasta llegar a la cara de su compañero. Parecía tallado en mármol. El poli carraspeó.

-No te había oído.

El silencio se instaló entre los dos en la minúscula cocina. El silencio,  las miradas prendidas el uno en el otro, las respiraciones más aceleradas y el calor en la piel. Vishous se acercó a Butch lentamente, con la vista fija en sus ojos como una enorme pantera, sin hacer ruido, parándose tan cerca que sus cuerpos quedaron separados por un suspiro. Una lengua invisible de calor se expandió por la piel de Butch, de la cabeza a los pies, poniéndole los pelos de punta, la boca seca y tensando todos sus músculos de cintura para abajo. Todos.

V alzó el brazo izquierdo y el corazón de Butch abrió un agujero en su pecho para gritar que se acercara más, sólo un poco más. Sus pechos se rozaron un segundo, mientras Vishous se ponía de puntillas para alcanzar el armario que Butch tenía detrás… luego se retiró con una botella en la mano.

Butch parpadeó muy rápido varias veces. Miró la botella. Miró a V, que torció la perilla en un gesto irónico, y el irlandés suspiró con fuerza, asustado de la intensidad con la que había anticipado… lo que era inconcebible que deseara.

V oyó el suspiro del poli y sintió una lanza clavársele en un costado. Así que Butch pensaba que no podría contenerse de volver a besarle ahora que estaban los dos a solas y suspiraba de puro alivio al ver que no había pasado nada, ¿no? No puedo soportar esto, no puedo soportarlo. Vishous se pasó la mano enguantada por el pelo y se dio la vuelta, escondiendo su expresión. Su madre había tenido razón, la muy hija de perra. Él se guiaba por la lógica, por la razón, y las emociones le destruían. Sabía pensar, no dejarse llevar por los sentimientos, y ahora que su parte emocional se había desbocado era como si le estuvieran desmembrando. Le hacía sentir débil, dominado, atrapado.

Supo exactamente qué iba a hacer en su noche libre.

-Me largo.- proclamó, de espaldas a Butch-. Asuntos privados.

El irlandés permaneció en la misma postura, con el trasero apoyado contra el mármol de la cocina y las manos agarrando el borde, durante el rato en que V tardó en coger sus cosas, hacer una llamada por el móvil y salir de la Guarida. Luego caminó hasta el salón y se dejó caer en el sofá de cuero como un peso muerto, escondiendo la cara entre las manos.

¿Qué coño pasaba en su cerebro para haberle hecho desear que V le besara? ¿Qué nuevo chip le habían insertado para que la cercanía del cuerpo de su amigo le hubiera dejado sin aliento? No lo entendía. Butch, simplemente, no lo entendía ni sabía qué hacer consigo mismo ni con V. El corazón todavía le latía como un concierto de rock, mierda.

No supo cuánto tiempo pasó en la misma postura, los brazos sobre los muslos, la cabeza gacha, dejando ir un suspiro de vez en cuando. Intentando entender sin conseguirlo. Cuando alzó la vista, el reloj de la tele de plasma, encendida sin volumen, marcaba las 3 de la madrugada.

Llevaba horas dándole vueltas al por qué sin sacar nada en claro excepto una mísera cosa. Daba igual lo que él entendiera o no entendiera. No podían dejar aquello así entre ellos, matándoles poco a poco, tenían que hablarlo. El problema era qué decir ¿Butch tenía que pedirle perdón a Vishous por haberle besado? Quizás, pero no creía que a V le hubiera parecido una agresión teniendo en cuenta sus… ah, sentimientos ¿Tenía que explicarle por qué lo había hecho? Perfecto, si lo supiera ¿Tenía que alejarse de V? Joder, con sólo pensarlo sintió una oleada de pánico.

-Mierda.

Jurar entre dientes no iba a ayudarle. A lo mejor algo de viento frío en la cara sí. Conducir siempre le había ayudado a pensar y no creía que V se hubiera llevado el Escalade. “Asuntos privados” quería decir cita con las esposas y para eso podía desmaterializarse a su ático. Asuntos privados… Aquella escena que había visto sin querer, con Vishous dominando a aquella hembra –follándosela– volvió al presente y el cuerpo de Butch se tensó por algún motivo desconocido. Apretó los dientes y cerró los puños, reprimiendo las ganas de gritar sin saber por qué.

Furioso consigo mismo, fue a su habitación y se vistió, por una vez, de forma mecánica. Traje negro de rayas diplomáticas grises, camisa blanca, gemelos de plata, corbata gris, zapatos italianos negros, abrigo de cachemira gris. Fácil y sin necesidad de pensar.

Salió de la Guarida con las llaves del Escalade en la mano sin siquiera acordarse de desayunar, ahogándose en su propia piel. Se tomó un momento para respirar el aire helado en el patio y detectó una figura por el rabillo del ojo. Bella. Envuelta en un poncho de lana marrón con el cabello caoba ondeando alrededor de sus hombros, de pie en los escalones que daban a la entrada principal. Desde la distancia, con los brazos cruzados sobre el poncho, su vientre abultado era imperceptible. Butch frunció el ceño y se acercó a ella a paso tranquilo. Podía estar hecho un lío, pero su instinto de poli siempre cogía las riendas ante la presencia de una víctima potencial de lo que fuera. O, quizás, necesitaba una distracción de estar dentro de sí mismo.

-Eh.- saludó ella al verle, apartándose el pelo de la cara con una pequeña sonrisa.

-Bella… Hace frío aquí fuera ¿Estás bien?- miró hacia arriba para comprobar que ella estaba a cubierto del porche, al menos, y que la fina mollina que caía no la estaba mojando-. Creí que sólo podías levantarte…

-… una hora al día, sí.- ella suspiró y se arrebujó más en el poncho-. Pero quería despedir a Zsadist.

Aquellos ojos azul marino se perdieron en la distancia, como si pudiera seguir lo que hacía su hellren en las calles por GPS. Butch apoyó la espalda contra una columna, a su lado, y metió las manos en los bolsillos.

-¿Preocupada por Z?- preguntó con voz ronca.

Claro que estaba preocupada, ¿cómo no iba a estarlo? Ellos eran soldados que siempre estaban en primera fila, básicamente porque no había ninguna segunda. Por eso Marissa le había dejado, porque no quería tener que vivir el resto de su vida con esa angustia, con la sangre y las heridas.

Bella asintió.

-Preocupada porque, si a mí me pasa algo por el bebé –se acarició la barriga bajo el poncho-, eso le mataría. Da igual lo fuerte que sea Z, si yo me… si algo me ocurriera le mataría.- suspiró.

Butch se giró para mirarla, parpadeando. Había asumido que ella sufría por la seguridad de Zsadist, no porque el hermano pudiera acabar desquiciado si a ella le pasaba algo malo a causa del embarazo. Aquel peculiar giro alejó su pensamiento de Marissa y lo centró en lo que decía Bella.

-Es raro, ¿verdad? -continuó ella-. Que tu pareja sea un guerrero poderoso y que tú tengas esa presión para cuidarte, para mantenerte a salvo, porque sabes que, si te ocurriera algo, le destrozaría. Es como estar unidos por un hilo que no se ve.

Por primera vez en once horas, Butch pensó en lo ocurrido la noche anterior al margen del beso. En la visión de V donde él moría en sus brazos por aspirar demasiados restrictores. No le había dado demasiada importancia porque la faenita con lengua de después casi había borrado aquella escena, pero también porque, en el fondo, Butch siempre había sabido que moriría así. Por eso iba a la iglesia a rezar. Lo único que le preocupaba de aquel fin era que su alma llegara al Otro Mundo llena de maldad y lo que su muerte podía hacerle a V.

En aquel momento, entendió a Bella.

Vishous le hacía vulnerable porque, no sólo temía por que el muy hijo de puta volviera de una pieza todas las noches, sino que le forzaba a preocuparse por sí mismo por el simple motivo que no quería que V sufriera por él, por muy guerrero que fuera. Tal como decía Bella, estaban unidos por un hilo invisible, extraño, que ataba la felicidad de ambos. Exactamente como si V fuera su shellan… o su hellren. O lo que mierda fuera.

-Te has quedado muy callado.- susurró ella con una sonrisa, dándole un suave codazo en el brazo-. No quería fastidiarte la noche libre con mis tonterías.

-No lo has hecho. No lo has hecho en absoluto.- frunció el ceño-. Bella, ¿puedo preguntarte algo… personal? No tienes por qué contestar y puedes enviarme a la mierda y pegarme si quieres, ¿vale?

La hembra rió, asintiendo.

-Dispara.

-Cuando… cuando conociste a Zsadist.- rebulló dentro del abrigo, incómodo-. Cuando decidiste que querías… ah, estar con él.- pateó una piedrecilla, dándole vueltas a las palabras-. No pretendo ofender, quiero a Z como a mi hermano, ¿vale? Pero, parecía, bueno, una elección peligrosa. No sé si alguna vez pensaste que podrías acabar con un macho como él. Mierda, soy un desastre con esto.- alzó la vista al cielo nublado- ¿Cómo te diste cuenta de que le… um, deseabas si él no era, no era…?

-¿No era el macho con el que yo soñaba de niña?- acabó Bella por él. Butch asintió sin mirarla y ella se le acercó en busca de calor. El poli le pasó un brazo por los hombros, con sumo respeto-. Porque una cosa son nuestros sueños de cuentos de hadas y otra es lo que la vida real nos ofrece. Y porque, cuando se trata de sentimientos, esto… -sacó una mano de debajo del poncho para señalarse la cabeza-… no pinta nada. Todo lo que la mente te pueda decir es palabrería barata. El cerebro te habla de lo que sería apropiado o no, de lo que es aceptable para tus circunstancias. Pero, en realidad, en cuestión de sentimientos, sólo importa lo que dice esto…- se dio unos golpecitos con un dedo sobre el pecho-. Lo que el corazón te dice sobre las sensaciones que te provoca una persona es la verdad. A veces cuesta aceptarlo porque dejas que la lógica se meta por en medio.-apoyó la cabeza contra la lana del abrigo de Butch-. Creo que, en cuestión de emociones, tenemos que ser sinceros con la otra persona. Y eso quiere decir escuchar el corazón.

Permanecieron un rato en silencio, con la vista en el patio vacío y en las hileras de coches aparcados. Un agujita empezó a clavarse en el pecho de Butch, una agujita fina e insistente que le dijo que le estaba faltando al respeto a Vishous. Porque todavía no había tenido valor para decirle la verdad sobre anoche. Y no lo había hecho porque su cerebro había insistido en que aquella verdad era imposible, dado sus gustos sexuales y su situación emocional.

Suspiró por encima del pelo de Bella. Si se plantaba en el ático de V a hablarle con total sinceridad se pondría él mismo al borde de la caída, de una situación que no sabría cómo manejar ni a dónde podría conducirlo, o si quería que le condujera a alguna parte. Pero Bella tenía razón. No había conseguido llegar a ninguna conclusión porque había intentado pensar cuando lo que tenía que hacer era prestar atención a lo que su corazón y su cuerpo habían sentido. Ella reprimió un temblor y Butch bajó la mirada para dedicarle una mirada severa. Bella alzó la mano.

-Lo sé. Fin del tiempo de congelarse en el patio. Vuelve a tu habitación, métete en la cama y pídele a Fritz un chocolate caliente.

-¿Cómo demonios sabes lo que iba a decirte?- Butch enarcó las cejas.

-Porque es lo que diría un caballero.

Bella le dedicó una sonrisa que arrancó brillos de sus ojos y le saludó con una mano antes de entrar en la mansión y cerrar la puerta. Butch meneó la cabeza y echó a andar hacia el Escalade, con mariposas en el estómago.

Sinceridad. Aquella era la cuestión. V y él siempre habían sido sinceros el uno con el otro.

Pero que le colgaran por las pelotas si lo que le iba a decir no le asustaba como la mierda.

15 respuestas to “«Sentimiento sin nombre», primera parte del capítulo 3 de «Amantes redimidos»”

  1. Daggher Says:

    Hola de nuevo! Ya había leído esta parte en FF, pero me he pasado por aquí a fisgonear las fotos y demás. Poco más te puedo decir, a parte de lo que te he puesto en el mail que te he mandado XDD

    ¡Que me ha encantado! Quizá algún día, cuando deje de babear, lo analizaré concienzudamente.

    ¡Felicidades!

    Ay, no puedo esperar a la segunda parte *cabezazos contra el teclado*

    • ¡Hola de nuevo! 😀 Hosti, me estuve peleando con las fotos de mala manera, ¡Grrrr! ¿De verdad no te gusta Gale Harold como Butch? Vale, tiene un aire más «limpio», más sensual y menos «camorrista» que Colin Farrel, pero no sé, hay algo que me encaja con Butch ^^; Cada cual con sus historias…

      La parte 2 irá supongo que para el lunes. Supongo… (quiero decir que puede ir antes, pero no más tarde del lunes).
      *envía por correo exprés un barreño adaptable para recoger babas con el simbolito de una daga negra grabado, idéntico al que hace servir ella cuando tiene que leer algo de estos dos*

      ¡¡¡Muchas gracias y un besote!!

  2. Daggher Says:

    Es que como ya tengo tan metido en la cabeza a Butch como Colin Farrell no me encaja ningún otro. Pero las fotos que elegiste de Gale Harold han sido un puntazo!

    *aplaude efusivamente*
    ¡Gracias por el barreño!

    • Aaaah, es que Gale es de los tipos más sensuales que he visto, de verdad. No es que sea escandalosamente guapo, pero tiene un no sé qué…. *coge su propio barreño y se lo coloca en posición para evitar cortocircuitos en el teclado* ¿Has visto «Queer as folk»? ^^

      • Daggher Says:

        Claro que he visto Queer as folk!! Encontré la serie por casualidad en Cuatro y me enganché XDDD aunque debo admitir que me quedé descolgada, tendré que ponerme de nuevo con ella y terminarla.

        Espero que tu nena se haya mejorado ya de ese incordioso virus.

        Un besete enorme!

  3. Holaa de nuevo! Primero que nada, antes de hablar del capitulo una cosita o.o wooh asi que a Ward no le gustan los fics? eso no lo sabia o.o Alguna idea de porque? o.o Con razon que he encontrado muy pocos u.u

    Ahora si, a lo que importa (?). Has dejado a mi fangirl interior babeando, diciendo incoherencias y rogando por mas! te aseguro que no puedo controlarla.
    Me encanto que hayas agregado como mas..err trama? al incluir todo el tema con los lessers y bueno, si lo de Marissa tambien (aunque la detesto!, no puedo evitarlo me cae como patada en el estomago..y no tiene Nada que ver con que este perdidamente enamorada de Butch!…)

    Te habras dado cuenta que no sirvo para escribir algoo coherente, pero bueno (?), me alegro que vayas a subir pronto mm, ni me imagino por que le das tantas vueltas a esa parte! Mucho de todo no?!

    Una ultima cosa, eres de España no? por que como dijiste que terminaste de subir todo como a las tres a.m mas o menos y yo a las once de la noche ya tenia el capitulo!, es que soy de Argentina (:

    Nos leemos en el proximo! assadaspassadsa *desesperadaaaa*
    Un saludo (:

    • ¡Hola! No, la Ward, como otros autores, no admite fanfiction ¿Por qué? Ni idea, supongo que cada autor que está en contra de este tipo de escritos podría darte sus razones. En el caso de la Ward, ¡espero que nadie se chive de mi fic porque sino lo borrarán! Casi parece caza de brujas…

      Sí que he añadido más trama. Tanto que, al final, la trama va a ocupar una parte importante del fic (se va a ver especialmente a partir de la siguente parte) e incluso mi marido y yo hemos probado las escenas de acción jugándolas como si fuera una partida de rol. ^^ Es muuuuuy divertido llevar a los restrictores y a los hermanos. Siempre he creído que, si la Ward llevara a los lesser como cualquier máster decente llevaría a los malos en una partida, ya no quedaría ni un hermano vivo. Y sin necesidad de armas sofisticadas ni mucho presupuesto, sólo cerebro.

      Así que les voy a hacer sudar. Mucho. ^^

      *risita* Sí, el club de antifans de Marissa es realmente numeroso =.= ¿Qué tendrá esta mujer para que nos caiga tan mal, me pregunto yo?

      Sí, soy de España ¡Saludos, Argentina! *saluda con la mano desde detrás de la pantalla*

      La siguente parte está casi escrita. Le he dado más vueltas que una peonza a las escenas V/Butch *suspiro* pero me niego a volvérmelas a leer otra vez o me volveré loca. Lo que me falta ahora es escribir dos escenas más de «argumento», por así decirlo.

      He dormido una mierda este finde gracias a un virus intestinal de mi hija pero, en cuanto la peque me deje dormir más de tres horas me pongo a acabarlo. ¡No creo que tarde mucho!

      ¡Besotes!

  4. Primero de todo, tengo que decir que si alguna vez publicas o pienses en publicar algo, estaré en primera fila en la libreria para comprarlo.
    Como escritora de facfiction sé lo bueno que sienta y lo que feliz que te deja un comentario sólido, así que te doy la enhorabuena porque eres un escritora fantástica y estructuras los capítulos a la perfeción, son compreensibles. Y lo más importante la lectura engancha, he de decirte que me he leido los tres capitulos de un tiron y estoy desesperada por más.
    Bueno te encontrado un post sobre tu fic por casualiadad en una web de libros y me alegro de haber encontrado al menos un fanfiction de la HDN, ya que son como animales en extición.
    Pues nos vemos en el proximo capítulo ten por seguro que estaré aqui para leerlo.

    • ¡Hola! 😀 Un placer conocerte, creo que somos muchas las que nos damos cabezazos contra la pared por no encontrar fics en castellano de los brothers *se da ella misma unos cuantos coscorrones*, así que supongo que también me puse a escribir éste para autoconsolarme ^^; ¡¡Me alegro de que te esté gustando el fic!! Por Dios que este par de capu… eh, este par de encantadores vampiros son MUY difíciles de llevar, me hacen sudar lo indecible con cada frase.

      ¿Has encontrado mi fic en una web de libros? O.O Eso si que me ha dejado KO ¿Te importaría decirme en cuál, para echarle un ojo? ¡Por curiosidad, más que nada! ^^; Um, ya me gustaría ver algo mío en una librería, pero creo que aún estoy a años luz de eso ¡¡¡Muchas gracias por tomarte la molestia de escribirme! Ahora mismo me pongo a responderte tus otros comentarios y en cuanto tenga un momentín libre *fulmina de reojo a la vida real, que le está respirando en el cogote* me voy a cotillear tu web 🙂 ¡Besotes!

  5. Doble comentrario lo siento, es que se meolvidó decirte que con Gale has acertado de pleno. Amo a Brian Kenney asiq ue Gale entra en el paquete jajaja.
    Y una sugerencia… ya intentaste ves a David Gandy como Vishous???
    Para mi él es la imagen que tengo de mi adorado V *_*

    PD.: Tambien soy del club anti-Marisa, creo que porque ella representa todo el estereotipo de mujer que buscan en la sociedad actual ¬¬ ademas es una sosa ^^.

    • Aaaaaaahhh… más chicas a los pies de Brian Kenney, sí señor. Justo ayer me vi el último capítulo de la quinta temporada de la serie (me compré un paquete con los DVD de todas las temporadas) y me fui a la cama con el corazón roto, te lo juro ¡¡¡POR QUÉ DEMONIOS TIENE QUE TENER UN FINAL TAN TRISTE!!!! Vale, sí, encaja con los personajes, lo admito ¡Pero me partió el alma! *se agarra la caja de kleenex y llora a mares un rato abrazada a una foto de Brian y Justin*

      Esteee… se me ha ido la olla. Gale Harold, sí. Como Butch ¿A que no queda mal del todo? No es 100% como me imagino personalmente al poli, pero tiene un no sé qué que se le acerca mucho ^^ ¿David Gandy? ¡Mierda, no sé quien es! En cuanto llegue a casa pongo en marcha una búsqueda minuciosa (o sea, Google images XD) para conocer al muchacho.

      *te extiende tarjeta VIP del Club de Marissa como Premio Limón a la shellan más sosa (junto con Cormia, pero ése es otro debate)* Totalmente de acuerdo contigo: es una Barbie. Encarna todas las virtudes que se supone que tiene que tener la Mujer 10 (por mucho que al final se rebele un poco contra ese corsé). Parte de la «maduración emocional» de Butch en este fic irá justamente por ahí.

      ¡¡Besotes!!

  6. Jajaja yo tambien vi Queer as Folk completa!!!
    Bueno solo habia un fragmento y la direccion del blog asi entre a mirar XD!!

  7. Mis padres necesitan un reposapies para el salon, esta web tiene unos precios muy buenos pero no me fio demasiado ya que estan demasiado baratos y la verdad es que me da como cosa

  8. Una de las maneras de tener a tus hijos bien entretenidos es comprandoles un walkie talkie. Los he comprado en esta web y estan encantados. estan todo el dia fuera corriendo de un lado para otro con los walkies

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