«Amantes redimidos», parte 2 del capítulo 7, «…y la vivimos a nuestra manera»

Dios, no puedo creerlo, lo acabé 😀 Con esta segunda parte del capi 7 finaliza oficialmente “Amantes redimidos”. Mi propósito con esta parte era, por un lado, acabar de atar la trama por la parte de los restrictores y de Phury para que el fic pueda “conectar” con el canon de “Amante consagrado” (con Cormia en la mansión y el señor D a la busca de Lash, hijo del Omega, con la Sociedad Restrictora casi desmontada). De hecho, reconoceréis algún fragmento de los libros por ahí.

Por otra parte, pretendía mostrar cómo la incorporación de Butch a la guerra, con su habilidad, repercute (o debería repercutir) en las estrategias de batalla de la Hermandad, además de hacer ver cómo pueden trabajar de bien V y Butch juntitos. Gracias a mi maridín, por juntar su cerebro al mío para planear el asalto a la granja de los restrictores^^

Finalmente, quería “abrir una ventanita” a cómo podía ser la vida cotidiana de V y Butch como pareja dentro de la Hermandad, mostrar alguna de esas escenas de vida en común de los chicos. Cierta escena en la cocina, de hecho, está inspirada en uno de los “Fragmentos de vida” que aparecen en la Guía de la Hermandad. En cuanto a *tosecilla* cierta escena que le sigue, quería que tuviera un aire más… ¿romántico?¿íntimo? que otras anteriores^^;

Chic@s, muchas gracias por acompañarme en esta especie de psicoterapia que ha sido escribir la historia de V y de Butch (me estaba guardando estas fotos tan sonrientes para esta última parte^^). Algunos capis se han escrito solos y otros han sido una tortura. Butch tiene una especial facilidad para poner objeciones en CADA maldita escena, y hacer hablar a V sobre sí mismo es como ir al dentista sin anestesia. Sólo espero que hayáis disfrutado y que los personajes os hayan recordado a cómo son los originales.

No pongo el “acabado” en la etiqueta del fic porque aún vendrán dos “bonus chapters”, ya sabéis: dos escenas “MA” escritas en base a las ideas que habéis dejado en el blog (ver el último post del hilo correspondiente para resultado de votos) y en Facebook. No sé si tardaré una semana o varios meses en escribirlas, porque… ahora me pongo a preparar el siguiente fic, QhuinnxBlaylock. Pero, en algún momento, habrá “bonus chapters” ¡¡¡Muchas gracias a tod@s!!!

Os dejo la letra, y el link, a la canción de Metallica que da título a este capítulo 7:

“NOTHING ELSE MATTERS” (“NADA MÁS IMPORTA”)– METALLICA

So close, no matter how far  (Tan cerca, no importa cuán lejos estemos)
Couldn’t be much more from the heart  (No puede ser muy lejos del corazón)
Forever trusting who we are  (Siempre confiando en quienes somos)
and nothing else matters  (Y nada más importa)

Never opened myself this way  (Nunca me había abierto así)
Life is ours, we live it our way (La vida es nuestra, la vivimos a nuestra manera)
All these words I don’t just say  (Con todas estas palabras que no he dicho)
and nothing else matters  (Y nada más importa)

Trust I seek and I find in you  (Buscaba confianza y la encontré en ti)
Every day for us something new  (Cada día es algo nuevo para nosotros)
Open mind for a different view  (Con la mente abierta para una nueva perspectiva)
and nothing else matters  (Y nada más importa)

Never cared for what they do (Nunca me importó lo que hacen los demás)
never cared for what they know  (Nunca me importó lo que saben)
but I know (Sólo lo que yo sé)

Para leer este capi en Fanfiction, pulsa aquí

Para leerlo aquí, en el blog:

CAPÍTULO 7. … Y LA VIVIMOS A NUESTRA MANERA. PARTE 2

-¡RHAGE! ¡Sal de ahí de una jodida vez!- Wrath machacó la puerta de la habitación de Hollywood y Mary como si su puño fuera un ariete- ¡Rhage!

-¡¡¡Ya vaaaaa, maldita sea!!!

El rubio abrió la puerta de golpe, completamente vestido para el combate, con las dagas cruzadas sobre el pecho, acabándose de poner el abrigo de cuero. Tenía el pelo mojado, goteando agua, después de una ducha… otra vez. Wrath rugió.

-Se me están empezando a hinchar las pelotas de tener que ir a buscaros a vuestras madrigueras. Ya he tenido que separar a Phury de sus rojos, así que no tientes mi paciencia.- cruzó los brazos sobre el pecho-. Por si no lo recuerdas, eres un soldado. Y tienes trabajo esta noche.

Rhage se quedó con el abrigo a medio poner y la boca abierta.

-¡Eh, no puedo creerlo! ¿A qué viene el sermón, joder? Butch y Vishous se han encerrado en una habitación y nadie les ha ido a decir…

-Butch y Vishous están en el taller desde hace un buen rato. Preparando el asalto. Por si se te había olvidado. Así que hazte un nudo en la polla y baja para allí cagando leches.- lo miró bajo unas cejas muy juntas-. Tienen un plan, bendito sean sus cerebros, así que largaos ya.

Hollywood masculló algo relacionado con “plan” y “culo”, pero hizo resonar las botas desapareciendo pasillo abajo, hacia el recibidor. Wrath se pasó la mano por el pelo, apartándoselo de la cara. A veces parecía que en vez de guerreros tenía un grupo de boy scouts en plena edad del pavo. Consultó el reloj con grandes números digitales y sonrió.

Tenía algo más de una hora antes de que empezase la fiesta y él tuviera que estar atento a los SMS.

Tiempo suficiente para ir a buscar a su Beth.

OOO

Zsadist contempló a Vishous y a Butch trabajando en el banco del taller, una atestada habitación al lado del garaje, y tuvo la sensación de que las tácticas de la Hermandad iban a experimentar una mejoría con aquellos dos trabajando juntos. Por no hablar de lo que suponía tener a Butch como atajo de los restrictores hacia la nada absoluta. Si tenían que sacarle partido al poli, toda la Hermandad debía variar sus estrategias.

-Buena idea el aceite de coche.- V chocó los nudillos con el irlandés, con el cigarro sujeto en una comisura de la boca.

Butch levantó la botella de cristal rellena con la mezcla de gasolina, vodka -barato- y aceite de motor, estudiándola con ojo experto. Luego empezó a retorcer una mecha de algodón, encajándola en el cuello de la botella, con la parte inferior bien empapada en la mezcla.

-Cuando estaba en la poli tuvimos una época chunga de disturbios contra bandas antisistema.- el poli cogió otra botella y le encajó un embudo-. El aceite hace que esto prenda como la mierda, no hay forma de extinguir el fuego, y el vodka ayuda a detonar. Los cabrones lo usaban mucho.

Z sonrió para sus adentros, apoyado en la pared al lado de la puerta mientras su gemelo contemplaba a los dos Hermanos con cara de haber entrado en una nueva dimensión. Vishous estaba acabando de atornillar con sumo cuidado lo que parecía una seta de plástico marrón, del tamaño de un coco pequeño. Era curioso ver cómo se movían alrededor de la mesa de trabajo, uno apartándose cuando el otro necesitaba coger algo del lado opuesto, sin estorbarse, coordinados.

Como un jodido matrimonio. Con marcas de mordiscos en el cuello.

La puerta se abrió y Rhage entró en tromba en el taller. Afortunadamente, el pulso de V no tembló. Sólo levantó los ojos claros para congelar a Hollywood en el sitio.

-Yo de ti iría con más cuidado con los sobresaltos, hermano. Eso si quieres conservar tus pelotas en su sitio.- bajó la cabeza, acabando de fijar la tapa de la cosa.

Rhage apretó los hombros de los gemelos en un saludo y luego se acercó a la mesa como las polillas a la llama.

-¿Pero qué coño estáis haciendo?

-Cócteles molotov.- Butch empezó a verter gasolina en el embudo de la nueva botella-. Receta de la casa.

-Minas de defragmentación.- Vishous cogió otra de aquellas setas de plástico, desmontada, y empezó a rellenarla con limaduras de hierro de la fragua, restos de metal descartado con puntas afiladas, cristales rotos y clavos oxidados.

A Hollywood se le iluminaron los ojos.

-Mola ¿Pero dónde ha quedado el viejo estilo de darle una patada a la puerta de la granja y entrar a acuchillar?

-Puede que estemos en inferioridad numérica, idiota.- Z resopló.

Butch levantó la vista mientras dejaba la gasolina y cogía el pote de aceite de coche. Otro que llevaba el pelo mojado. Y no es que la ducha hubiera eliminado el olor de marcaje de V en él, según olisqueó Zsadist.

-¿Prefieres arriesgar el pellejo y volver a casa con las costuras abiertas para que tu Mary sufra o intentar equilibrar los números para tener una pelea sin bajas?- el poli era todo discursito profesional de comisario de “Ley y Orden”.

-Hombre, planteado así…- Rhage observó los preparativos- ¿Cuál es el plan?

Vishous empezó a ajustar las piezas de la mina, atornillándolas. Era increíble que se pudieran comprar los componentes de aquella cosa en Internet por menos de dos dólares.

-No podemos entrar en la granja a tu estilo, Hollywood, no sabemos cuántos no-muertos hay dentro. Probablemente nos superan en proporción, así que si sacan partido de la cobertura de muebles, habitaciones y demás nos coserán a tiros.- ajustó el detonador con el mismo mimo con que cogería a un bebé-. Tenemos que hacerles salir de la granja e incapacitarles antes de que tengan tiempo de huir por los campos. Así Butch los podrá aspirar con calma cuando no se puedan mover.

-¿Con cuántos puedes, poli?- Phury hizo la pregunta del millón.

Butch lo miró serio, y a Z no se le escapó la mirada de reojo de V al irlandés. Puede que fuera el plan y que ambos estuvieran de acuerdo, pero a Vishous le repateaba las tripas.

-No lo sé, nunca me he puesto a prueba. Pero si los incapacitamos a todos, podré ir aspirando, parar para que V me limpie y seguir.- se encogió de hombros, mientras acababa de colocar la mecha en el segundo cóctel-. Es mi papel en esta guerra, así que ya va siendo hora de saber qué puedo hacer.

Rhage señaló lo que tenían en la mesa con un dedo.

-¿Y todo esto es para…?

Butch señaló los cócteles molotov preparados.

-Nada como el fuego para hacer salir a las ratas.

Vishous sacó una bobina de alambre del armario y señaló a las minas con un cabeceo.

-Incapacitar a los primeros que salgan corriendo por la puerta.

Rhage empezó a sonreír como un cabrón.

-Vale, ¿y yo qué hago?

Butch frunció los labios con una mueca divertida.

-Es una granja. Habrá furgonetas o vehículos grandes ¿Alguna vez has atropellado a alguien y lo has dejado clavado en el suelo?

Las mejillas de Hollywood empezaron a ponerse tirantes de tanto sonreír.

-Estoy deseando estrenarme.- movió las cejas arriba y abajo para luego girarse a Zsadist- ¿Y tú?

Z se abrió el abrigo de cuero como un jodido exhibicionista para dejar ver las dos pequeñas hachas que llevaba encajadas en el cinturón. Las había cogido de los extintores y había pulido el filo hasta que parecían bisturíes.

-Además de ser el primero en reconocer el terreno, alguien se tiene que ocupar de barrer las piernas de los que intenten escapar.

Los colmillos de Rhage destellaron. Igual que si les hubieran dibujado reflejos de estrellitas.

-Phury será nuestra cobertura.- Butch señaló a su gemelo, que asintió-. Dispara de puta madre y no se puede permitir que le hieran esta noche.

A Zsadist se le borró la mueca de la cara. No se lo podía permitir porque no podía presentarse en el Otro Lado con las tripas fuera.

Al contrario que él, Rhage parecía a punto de estallar de alegría. Se colocó detrás de V y Butch, les pasó los brazos por el cuello y juntó sus cabezas a la fuerza, dándoles dos besos en la coronilla.

-¡Ah, joder, me encanta cuando pensáis a la vez!- les dio una palmada en los hombros, ignorando las miradas asesinas-. Vosotros hacéis los planes y yo pego ¿A que hacemos un buen equipo?

-Suelta…

-… baboso de mierda.- Butch le dio un codazo a Rhage en las costillas que consiguió que el rubio se apartara-. Y te falta esto…

Hollywood atrapó al vuelo algo con un tintineo metálico y Z juraría que se sonrojó como una maldita amapola cuando vio lo que había cogido. Un juego de esposas.

-Eh, chicos, os quiero, ¿sabéis? Pero hay cosas de vuestra, ah… intimidad en las que no hace falta que me incluyáis.

Butch ladró una carcajada por lo bajo, mientras sacaba su propio juego del bolsillo de los pantalones y volteaba las esposas con la facilidad de la práctica. Z reprimió una sonrisa cuando los ojos blancos de V siguieron la trayectoria.

-No seas imbécil, ¿para qué cuernos crees que la poli lleva esposas?

-Em… ¿para inmovilizar a los malos?

-Bingo, genio.- el irlandés jugueteó con los aros metálicos y luego se puso serio-. Hasta ahora, la Hermandad siempre ha usado la táctica, digamos, de “entra-arrolla-mata”, pero si mi mierda tiene que servir para algo, habrá que cambiar eso. Tendremos que procurar que yo aspire a tantos cabronazos como pueda y eso quiere decir poder retener al enemigo un tiempo hasta que me pueda hacer cargo. Así que –abrió una de las esposas- cada uno debería acostumbrarse a llevar al menos un juego de éstas y aprender –Butch enlazó la muñeca derecha de V en un gesto tan rápido que el moreno casi dio un salto cuando la argolla hizo “clic”- a usarlas.- el poli cogió el brazo izquierdo de Vishous, torciéndoselo hasta que sus muñecas quedaron juntas a su espalda. Cerró la otra esposa y lo empujó contra la mesa con una pierna entre sus muslos- ¿Lo ves?

Zsadist no sabría decir a quién sacaría una foto si tuviera una cámara a mano. Si a Rhage, que parecía a punto de levitar sobre las botas; a Vishous, que estaba empezando a exudar ondas de calor mientras apretaba las mandíbulas, inclinado sobre la mesa con las manos a la espalda fulminando al poli, o a su gemelo, que parecía querer abrir un agujero en el suelo y enterrarse en el sótano.

Hollywood carraspeó.

-Creo que lo he pillado.

-Genial. Y ahora, ¿te importa, poli?- V abrió y cerró las manos esposadas con las cejas enarcadas hacia arriba.

Butch cogió unas llaves de encima de la mesita de trabajo y abrió las argollas con la misma facilidad. V se frotó las muñecas, sin quitarle la vista de encima, mientras el poli le tiraba las esposas y las llaves a Rhage. A Z no se le escapó que Vishous se mantenía de espaldas a los demás. Como si estuviera ocultando algo. Grande.

-Voy a ir calentando el coche.- Phury se levantó de la silla y se colgó el macuto con las armas al hombro.

-¿Cuántos vehículos?- Rhage jugaba a gángsters con las esposas, intentando malabarismos.

-Dos. Por si nos joden las ruedas de uno y necesitamos otro para largarnos.- Vishous empezó a guardar las minas, el alambre y los cócteles molotov en una caja metálica. De espaldas-. El Escalade y el Audi de Phury. Id tirando.

Hollywood siguió a Phury feliz como un crío con juguete nuevo y Zsadist salió del taller con una sonrisa torcida de medio lado.

Apostaba sus hachas a que V y Butch iban a tener una conversación interesante.

OOO

-Primero deberíamos hacer reserva de armas y munición. Sin eso no vamos a ningún sitio.

-Con doce hombres tampoco. No sé qué estará pensando el tejano, pero habría que preparar nuevas inducciones y…

El señor D se apoyó en el umbral de madera desconchada de la vieja cocina de la granja, escuchando las conversaciones de sus nuevos muchachos en el comedor. En realidad, estaba bastante de acuerdo con ellos. La experiencia de aquellas semanas le había servido para ver varias cosas claras: los planes de lucha de guerrillas contra la Hermandad estaban bien, pero no servían de nada si no tenían tropas y abastos. Lo cual quería decir pasta y más restrictores.

Lo segundo era fácil de conseguir siempre que se invirtiera tiempo. Quizás había llegado el momento de olvidarse temporalmente de los Hermanos para reagruparse, organizarse y fortalecerse. Empezar a observar en los lugares de reunión de los elementos más conflictivos de la humanidad para seleccionar a los futuros reclutas. Sí, ésa iba a ser la línea de acción.

Porque lo de conseguir dinero que les permitiera comprar un equipo decente para la guerra ya iba a ser más difícil. Ni él lo tenía ni los estratos sociales de donde solían salir los restrictores eran precisamente acomodados. La venta de drogas, sin embargo, podía ser un filón a explotar. El problema era que él, con sus contactos, solía podía moverse en el mercado a pequeña escala. Para subir un peldaño había que conocer a gente de una clase social diferente a la suya.

Necesitaban un líder que supiera moverse entre los ricos y poderosos si es que querían decantar la balanza de la guerra.

Pero no lo tenían.

Sólo estaba él y, francamente, estaba muy pero que muy harto de tener que ser el que le diera al cerebro. Lo bien que viviría -o existiría- si sólo tuviera que decir…

Algo resonó en su cabeza con tanta fuerza que D jadeó y se tuvo que agarrar al linóleo desgastado de la cocina. Algo como las campanas del infierno.

El Omega.

La temperatura corporal del señor D descendió hasta la hipotermia y le recorrió una oleada de náuseas que le hizo doblarse sobre el desagüe roñoso. Una llamada. A él. En una localización cerca de allí.

Ahora.

D se incorporó penosamente cuando el dolor de cabeza remitió, dejándole una sensación sucia y gélida, como de sudor agrio sobre la piel. Mierda para él. Dos veces mierda. Lo que tanto había anhelado hacía un par de noches, llamar la atención del señor oscuro, ahora era una putada de la que daría cualquier cosa por librarse. Demasiado tarde. Uno no desoía una llamada del Omega sin sufrir tales torturas que su ceremonia de inducción parecería un paseo celestial.

Aguardó hasta que estuvo seguro de que tenía bajo control su expresión de pánico, recogió el sombrero de encima de una mesa de madera y abrió la puerta que daba al comedor. Media docena de restrictores desperdigados por la mesa, los sofás hechos trizas y las sillas se giraron hacia él.

-Voy a salir. Tengo una llamada del Omega.- si los restrictores habían dudado sobre si serle leales o no, ahora tenían el estímulo necesario.

Todos se sentaron rectos como varas, igual que si el Señor del Infierno estuviera pasando revista. D se giró hacia J, el no-muerto con más años de permanencia en la Sociedad de los que se habían presentado en la granja. El tipo era como una versión pálida de Clark Gable, un estafador de la época de la Gran Depresión.

-Me llevo tu coche. Es el Lexus, ¿no?

Con todo lo que había ocurrido, no pensaba arriesgarse a coger su viejo Ford. Era posible que la Hermandad tuviera su descripción y le estuvieran buscando. El tipo asintió, torciendo el bigotillo blanco, se metió la mano en el bolsillo de los pantalones de pinzas y le tiró un juego de llaves que D cazó al vuelo.

-Volveré lo antes posible.- se ajustó el sombrero y se subió la cremallera de la chaqueta tejana forrada de lana al salir.

El escalofrío que sintió cuando le golpeó el aire gélido de la noche nevada era sólo un eco de cuando su cuerpo era capaz de sentir el frío. Un acto reflejo.

Nada más.

OOO

En el sótano de la mansión de la Hermandad, Vishous esperó justo hasta que las pisadas de los demás perdieron intensidad al alejarse del taller. Estuvo detrás de Butch, empujándole contra la mesita y aferrándole las muñecas para inmovilizarle las manos sobre el metal, en menos de un segundo.

-La próxima vez que empieces algo… que sea para acabarlo.-empujó de golpe con las caderas contra el culo del poli, haciéndole notar exactamente qué es lo que había empezado.

Butch giró la cabeza por encima del hombro con las cejas enarcadas en expresión inocente.

-¿Qué pasa, V? ¿No te ha gustado colaborar en la clase práctica?

-Mucho. Pero no te quedes en la teoría.- movió las caderas en círculos.

Butch echó la pierna derecha hacia atrás, enredándola en la suya para desestabilizarle, y se zafó de su presa con una carcajada. Movió un dedo de un lado a otro delante de su cara.

-Si seguimos así los demás se irán sin nosotros ¡Y no pienso perderme la acción otra noche!- le miró con las manos en las caderas y levantó una ceja-. Creí que ya habías tenido bastante después de dos horas en ese sofá.

Dios sabía el esfuerzo de voluntad que les había costado salir de ahí. Al menos, para cuando Wrath había perdido la paciencia y les había ido a buscar ya estaban en el taller, duchados y juntando dignamente cerebros para trazar un plan para la noche. Y, quién lo iba a decir, también hacían buena pareja en aquello. Él tenía un don innato para las estrategias de campo y Butch el conocimiento suficiente de tácticas de guerrilla sucia urbana como para hacérselas pasar putas a los restrictores de ahora en adelante.

Siempre que no se excediera inhalando.

Vishous cogió su propio juego de esposas, volteándolas en un dedo antes de metérselas en los pantalones en un “¿te crees que sólo sabes hacerlo tú?”, mientras su interruptor inferior se apagaba para encender el superior.

-No me gusta, poli. Lo de probar cuántos puedes digerir, no me gusta.

La expresión de Butch volvió a ser aquella de ternura que le ponía incómodo como el demonio. Se acercó a él y le cogió la cara con las manos, obligándole a mirarle.

-Tú estarás ahí para limpiarme. Si los inmovilizamos, podré ir aspirando y parando para que me saques la mierda. Es un riesgo controlado. Confío en ti, ¿sabes?- le sacudió-. Tú tendrás que confiar en que sabré encontrar mi límite, V. No pienso hacer locuras. Ahora no.

Vishous apretó los labios un momento, odiando que el Dhestroyer tuviera que ser precisamente su Butch, pero se mordió la lengua antes de decirlo. De no ser por aquel papel predestinado, probablemente el poli ahora no sería un vampiro ni un Hermano y no podrían estar juntos.

-Acepto el “pack” completo de Butch, pero no quiere decir que me guste.- besó al poli un momento, un contacto sorprendentemente casto, teniendo en cuenta todo lo que habían hecho.

-Lo sé. A mí tampoco, créeme.- el poli le soltó para coger su bolsa-. Pero saldrá bien. Si un genio y un poli piensan juntos, ha de salir bien por cojones. Además, tenemos una cita para cuando acabemos con la granja, ¿no?

-Sip.- la perilla se le levantó sola. Dios, no podía creer que fueran a hacer lo que iban a hacer.

Butch echó a andar hacia la puerta, hablando por encima del hombro.

-Y… aún no me has dicho tu regalo de cumpleaños. Así que no pienso morirme esta noche, tenemos demasiadas cosas pendientes.

¿Regalo? Mierda, como si pensar en algo más de lo que ya tenía no fuera tentar a la suerte. Vishous se había encontrado, de golpe, con un regalo más grande que cualquiera que pudiera haber pensado.

Aunque… Miró de reojo el armario donde guardaban el material, las esposas y las cadenas.

Quién sabe, quizás más adelante, cuando su poli estuviera más preparado…

Corta el hilo mental, pedazo de capullo. Restrictores. Granja. Butch probando la potencia de la aspiradora. Cén-tra-te.

Vishous se cargó su macuto y la caja metálica con los explosivos con una sonrisa torcida, intentando hacerse a la idea de que, de ahora en adelante, iba a estar con el corazón en un puño cada vez que salieran a combatir. Salió del taller detrás de Butch meneando la cabeza.

¿Por qué mierda no se habría buscado una pareja que se quedara en retaguardia poniendo vendas en vez de un guerrero de primera fila?

Porque serías incapaz de vivir con una persona así, por eso, le chivó su conciencia.

OOO

Phury detuvo el coche justo detrás del Escalade donde viajaban V, Butch y Rhage, parándose en el arcén de una carretera comarcal llena de baches y estiércol congelado, recordatorio de que habían entrado en el reino de los tractores y las vacas.

Había dejado de nevar, lo cual era una enorme putada. No es que las huellas de unas botas del 45 fueran precisamente discretas sobre nieve virgen. Al menos, el cielo estaba encapotado y sin luna. Distinguió a Butch delante, en el Escalade, encendiendo una linterna, cabizbajo, como si consultara algo. Luego la apagó y las puertas del jeep se abrieron.

-Estamos en el sitio correcto.- murmuró.

-Abajo.- a su lado, Zsadist abrió la puerta del copiloto como si se moviera a más revoluciones de las habituales. Adrenalina, pura y dura.

También era justo lo que él necesitaba para apaciguar el temblor interior que llevaba encima desde que se había ofrecido a sustituir a V en la ceremonia. Una manera muy fina de decir que se había ofrecido a follarse a su Primera Compañera en su lugar. Aquella misma noche. En unas horas.

Notó las palmas de las manos sudadas y se las frotó con los pantalones de cuero antes de salir del coche. Habían aparcado los vehículos algo inclinados en una cuneta de gravilla, justo antes de un camino nevado que se internaba, a la izquierda de la carretera, en unos campos de maíz. Abandonados, a juzgar por las plantas inclinadas y rotas. Las cañas secas eran tan altas que cualquiera de ellos podría caminar por medio sin ser visto, y camuflaban los coches si alguien miraba desde el sendero.

Butch habló en voz baja.

-Según el GPS, el coche del tejano está aparcado a unos 300 metros. El mapa indica una granja, así que ése será el camino de acceso, probablemente.- señaló hacia el sendero entre los maizales.

-Eso significa varios edificios. Casa. Granero. Almacén. Cobertizos.- V susurró mientras se crujía el guante-. Ni sabemos cuántos ni cuántos restrictores. Tampoco si hay guardias fuera. Z, dependemos de ti.

Su gemelo arrugó el labio.

-Descuida. Haré el perímetro, esperadme aquí.

-Zsadist… ten cuidado.- no pudo evitar murmurar.

La cabeza rapada se giró hacia él cuando Z ya se internaba entre las altas cañas. Para sorpresa de Phury, los ojos de Z aún eran amarillos. Normalmente, en cuanto olía acción, la rabia los teñía de negro, pero parecía que su gemelo había encontrado la paz interior necesaria para mantener la cabeza fría.

No había nada como tener un motivo por el que vivir.

OOO

Las dagas negras no hicieron ruido en absoluto cuando Zsadist las desenvainó, acuclillado entre los maizales. Gracias a la aleación de acero ennegrecido que usaba V para forjarlas, tampoco captaban ningún reflejo. Las perfectas compañeras para un espía silencioso.

A pesar de su estatura, Z era capaz de deslizarse como una serpiente, encontrando los huecos para no mover las cañas. Avanzó con sigilo, siempre a dos metros en paralelo del camino, deteniéndose de vez en cuando para escuchar.

Nada.

La noche estaba oscura y silenciosa. Se arriesgó a sacar la cabeza del maizal para explorar el camino que unía la carretera con la granja y frunció el ceño. Había unas profundas marcas de neumáticos en el barro helado, todavía con algunos charquitos de agua, en dirección a la carretera.

Algún coche había abandonado la granja hacía muy poco tiempo. Z arrugó el labio mientras deseó que el jodido tejano de los huevos no hubiera escapado. No importa a cuántos otros mataran, si no podían llevarse la cabeza del jefe, la noche sería una mierda.

Volvió a la cobertura de los campos abandonados, avanzando más rápidamente en paralelo al camino. Al cabo, los maizales empezaron a describir una curva, como si rodearan una edificación. Z se pegó al suelo, arrastrándose hasta el borde del cañaveral sin soltar las dagas de las manos, y atisbó desde detrás de un montículo de tierra congelada.

El sendero se abría en una gran explanada rodeada por los campos abandonados. Una granja o, más bien, el esqueleto desconchado de una granja de dos pisos, con porche de madera, ocupaba gran parte del espacio. A unos diez metros a la derecha se erguía lo que parecía un antiguo granero o establo que todavía conservaba restos de pintura roja.

A la izquierda de la granja, tres vehículos aparcados. Una enorme furgoneta superviviente de los años 60 de un azul oxidado, un Chevrolet salido de un museo… y el Ford al que habían enganchado el GPS.

Oh, y un guarda. Justo al pie de las escaleras que subían hacia el porche, en el círculo de luz que derramaba una bombilla parpadeante. El olor le habría identificado sin necesidad de ver el pelo desteñido.

Z enseñó los colmillos en silencio mientras repasaba la casa. Los cristales debían tener un dedo de roña acumulada pero, aún así, vio luz en lo que debía ser el salón y en una habitación del piso de arriba.

Fijo que no era la señora Mary Sue preparando confitura de manzana.

El hermano culebreó hacia atrás, volviendo a la cobertura de las cañas sin hacer ruido, y se tragó el impulso de saltarle encima a aquel hijo de perra para seguir con su ronda alrededor de la granja. Unos metros más adelante, Z se dio de bruces con un montículo de tierra removida entre los maizales.  Frunció el ceño, poniéndose de cuclillas, mientras medía la elevación.

Unos dos metros de largo por metro de ancho. Justo la dimensión de un cuerpo.

Acababa de encontrar la tumba de Rahg.

Aquella vez costó más contener el rugido. El tejano no había mentido a Qhuinn y a Blay cuando les había dicho que habían enterrado al chico. Acababan de añadir el traslado de un cadáver a la agenda de la noche porque fijo como la mierda que la Hermandad nunca dejaba a uno de los suyos detrás. Aunque fuera fiambre. Para eso llevaban un maldito ataúd en el Escalade.

Zsadist supo que sus ojos habían cambiado de color justo en aquel momento y decidió que había llegado la hora de darse prisa. Porque no podía esperar a rebanar cuellos pálidos.

Completó la vuelta a la explanada, oculto entre las cañas, lo más rápido que se atrevió. Vio más luz en las ventanas de las habitaciones del primer piso que iban a dar a la parte trasera de la granja lo cual, o indicaba que los restrictores tenían miedo a los monstruos de los armarios y necesitaban dejar las luces abiertas o, más bien, que se había reunido un buen número de no-muertos allá dentro.

Había una salida trasera, probablemente la cocina, y una ventana justo al lado. En el flanco izquierdo de la granja, otra ventana en la planta baja.

Ah, y otro guarda, apoyado contra la puerta del establo. Al menos, no se veían luces dentro de aquel cobertizo.

La noche prometía ser tooooooda una diversión.

Zsadist se desmaterializó de vuelta a los coches aparcados en la carretera comarcal deseando que los cerebros de V y Butch trabajaran tan bien en equipo como parecía. Sino, Havers iba a estar muy ocupado rehaciéndoles las costuras después de aquello.

Cuatro pares de ojos se clavaron en él en cuanto tomó forma al lado del Escalade.  Z enfundó las dagas y tendió una mano a Butch.

-Papel. Lápiz.- todos se acuclillaron cuando Z apoyó el bloc de notas del poli en el suelo, dibujando un tosco mapa del sendero, la explanada, la granja, los coches y situando a los dos vigilantes con dos aspas.

-Mierda.- Rhage susurró- ¿Has podido contar cuántos hay dentro?

-Negativo.- Z murmuró mientras dibujaba una cruz en el punto donde estaba la tumba del chico-. Pero pinta toda una convención de no-muertos.

-¿Creéis que podéis adaptar el plan a esto, chicos?- su gemelo se giró hacia Vishous y Butch.

La mano enguantada de V cogió el bloc, girándolo hacia él, y contempló el esquema un segundo antes de volverse hacia el poli.

-¿Butch?

Para tranquilidad de todos, el irlandés sonrió de medio lado, chocando los nudillos con su chico.

-Sip. Vamos a enseñarles a esos hijos de perra lo que pasa cuando la Hermandad se pone a pensar.- le cogió el lápiz a Z, inclinándose sobre el papel-. Bien, este es el plan…

OOO

El restrictor que montaba guardia justo frente a la entrada de la granja suspiró, elevando volutas de vapor, y taconeó con las botas en los escalones, como si las piernas de no-muerto se le estuvieran congelando por el frío.

No se le iban a helar las pelotas por mucho tiempo.

El demonio pálido levantó la mirada un instante cuando el paisaje nocturno onduló, como si alguien hubiera ajustado una campana de cristal alrededor de él. Aquello era todo lo que el hijo de perra iba a poder percibir del mhis que acababa de levantar Vishous. Y todo lo que verían sus compañeros si se asomaban a las ventanas del porche sería la tranquila noche de invierno.

Desde luego, no verían a un gigante rubio materializarse en silencio tras la espalda del centinela. Tampoco cómo el vampiro colocaba ambas manazas sobre la cabeza del restrictor para partirle el cuello con el chasquido de una rama seca.

Rhage arrastró a aquel cabronazo hasta detrás de los coches aparcados, sirviéndoselo en bandeja a Butch, todavía vivo pero incapacitado y bien calladito, con los ojos desorbitados parpadeando y la boca abierta, soltando espumarajos de saliva.

El segundo centinela no tuvo mejor suerte. Zsadist se materializó a su espalda, le tapó la boca con la mano izquierda y le rajó la garganta con la daga que llevaba en la derecha, derramando esputos de sangre negra oleosa. Otro que tampoco iba a poder seguir una carrera como cantante.

Z metió los brazos bajo las axilas del tipejo y lo arrastró hasta el punto de encuentro, detrás de los tres vehículos. Lo dejó caer al lado del otro centinela, se encogió de cuclillas y se preparó para el siguiente asalto, cogiendo los dos cócteles molotov que le tendió V.

Rhage no se quedó a ver el espectáculo de efectos especiales de Butch. Corrió en silencio por detrás de los coches con las ganzúas en las manos, en dirección hacia la furgoneta azul.

Mientras el poli sujetaba al restrictor con el cuello partido contra el suelo, abriendo la boca cerca de la de aquella cosa apestosa para aspirar su maldad, Vishous salió corriendo de entre los coches, agachado, con las minas en las manos y la bobina de alambre colgada del brazo.

Phury metió la mató bajo el Ford, recuperando el GPS enganchado. Después de cómo iban a dejar aquella granja, no querrían que la poli humana que viniera a investigar encontrara una maldita pista de nada. Guardó el cacharro en su chaqueta, sacó sus armas, las amartilló y se acomodó con la espalda contra uno de los coches, asomando la cabeza para espiar lo que estaba haciendo V.

Todos en silencio.

Con los cócteles molotov en las manos, listo para recibir la señal, Zsadist sonrió de oreja a oreja.

Mierda si no parecían un puto pelotón de marines bien disciplinado. Lo que hacía tener a dos cerebros trabajando a la vez.

OOO

Vishous se encogió al lado de los escalones que subían al porche de la granja y sacó la pequeña pala que llevaba preparada. Dando gracias al mhis que era capaz de conjurar, cavó un agujero rápidamente, enterró la primera mina, dejando fuera sólo la arandela metálica, y corrió justo al otro lado de los escalones, repitiendo el proceso con la otra.

Dio un ligero vistazo entre los coches, maldiciendo lo que Butch estaba haciendo en aquel momento. Por mucho que hubieran diseñado el plan con riesgos controlados, ponerse a probar cuántos cabrones podía aspirar le recordaba de forma demasiado nítida la visión que había tenido de sus muertes.

No esta noche. No ahora que estamos juntos. No ahora…

Apretó las mandíbulas, forzándose a centrarse, y se detuvo un momento al oír risas procedentes del interior de la granja. Resonaron pasos fuertes dentro, peligrosamente cerca de la puerta, y V se mantuvo inmóvil. Nadie salió. Masculló un juramento para sí y se descolgó la bobina de alambre, atando cuidadosamente un extremo a la argolla de una de las minas. Después corrió hacia la otra, cortó el alambre y lo ató a aquella.

Los primeros restrictores que salieran corriendo de la granja iban a darse de morros contra al alambre tenso justo al pie de las escaleras y a recibir una bonita ducha de metralla. Que les jodieran.

V se desmaterializó detrás de los coches, justo a tiempo de ver a Butch sentándose en el suelo como si el cuerpo le pesara una tonelada, la piel del color de la cera, las ojeras negras marcadas… Levantó la cabeza hacia él como si fuera la luz del sol.

Cuando Butch extendió la mano, él adelantó la suya, sin guante, entrelazando los dedos. Ninguno habló, había mierda que no se hacía más tolerable por decir “te vas a poner bien”. Vishous clavó los ojos en los de su poli, midiendo cómo la sombra del mal iba retrocediendo, fundida por su luz. Zsadist les echó su gabardina por encima, cubriendo el resplandor, y V oyó el suspiro de Butch cuando el último resto de porquería dejó su cuerpo.

Jodido destino de los cojones.

-Estoy bien.- murmuró su poli.

Vishous estampó la boca contra la suya, manteniéndolos unidos durante un momento. Cuando se separó, Butch sonreía. Se sacudieron de encima la gabardina de Z y V tendió la mano al poli para ayudarle a acuclillarse mientras espiaban el escenario.

El mhis seguía en su sitio, delante de la entrada de la granja, camuflando las minas enterradas al pie de las escaleras. Zsadist estaba arrodillado a su lado, preparado con las botellas incendiarias en las manos y los labios apretados. Rhage estaba sentado dentro de la furgoneta, encogido en el asiento, y Phury alerta con las pistolas en las manos, agachado tras el Ford.

-Que empiece el espectáculo…- susurró V, torciendo la perilla.

OOO

El mundo de los restrictores se reducía últimamente a un montón de edificios de mierda, pensó el señor D mientras subía lo que quedaba de unos escalones hacia una cabaña abandonada a unos diez quilómetros de la granja donde le esperaban sus nuevos chicos. Aquel montón de tablones a la sombra de un bosquecillo era el epicentro de la llamada que había percibido.

La temperatura dentro de la casa parecía ser veinte grados inferior a la del exterior, como si alguien le hubiera dado al mando de un aparato de aire acondicionado hasta el nivel de “Congélate los putos huevos”. El viento penetró en la cabaña, rugiendo y aumentando de potencia hasta que toda la andrajosa construcción gimió.

El Omega.

Lo que apareció en el salón era una niebla negro tinta, fluida y transparente, que se deslizó sobre las tablas sueltas del suelo hasta tomar forma masculina ante D.

-Señor.- saludó, doblándose por la cintura en una reverencia mientras la sangre negra de sus venas cantaba de miedo y adoración.

La voz del Omega resonó como si procediera de una gran distancia, cargada de estática.

-Te nombro Primer Restrictor.

A D se le atragantó el aire en la garganta.

-Gr…

El Omega se precipitó hacia delante, cubriendo el cuerpo de D como una manta de puro dolor. Le empujó de cara contra la pared, haciendo que el sombrero tejano cayera de sus manos, y tomó todo el control.

D nunca habría consentido en lo que ocurrió luego, pero en la Sociedad no existía el concepto de consentimiento. Sólo podías decir un “sí” cuando te abrían las puertas.

Sobre todo lo que venía después, no tenías ningún tipo de control.

OOO

A diez minutos en coche de allí, Zsadist se desmaterializó a la orden de Vishous, tomando forma en la parte de atrás de la granja. Agachado en la grava helada, sacó el encendedor y prendió fuego a las mechas de los cócteles molotov, sonriendo como un auténtico cabrón al ver lo rápido que empezaron a arder. Se levantó y arrojó una de las botellas contra el cristal de la puerta de la cocina con todas sus fuerzas, haciéndolo añicos. En cuanto la botella se rompió, las llamas empezaron a lamer el interior de la granja. Z corrió unos metros y arrojó la otra botella contra la otra ventana que daba a la parte posterior, prendiendo otro infierno.

Tenía que acordarse de felicitar al poli por su receta incendiaria, qué demonios. La porquería se enganchó a la madera, a las cortinas, convirtiendo la parte trasera de la granja en una ratonera en llamas. Los gritos estallaron en el interior a los pocos segundos, acompañados de ruido de muebles y de confusión.

-Salid, salid, pequeños cabronazos…

Zsadist se alejó de las llamas, sacando las dos pequeñas hachas de mano. Los restrictores que quisieran huir de la pira sólo tenían dos opciones: la puerta principal o una ventana lateral, en la parte izquierda de la granja. Dio dos vueltas a las hachas en las manos, plantado a dos metros de la ventana, con el fuego iluminándole como un demonio encarnado.

Los gritos en el interior subieron de volumen, acompañados del estruendo de muchos pares de botas golpeando el suelo.

Las ratas estaban a punto de saltar del barco.

La ventana junto a la que estaba apostado se quebró en esquirlas de cristal cuando alguien arrojó una silla desde dentro. Un restrictor se apoyó en el marco y saltó hacia fuera, buscando escapar del incendio, seguido por otro más.

Z casi les compadeció. Por su color de pelo, con algún rastro oscuro, hacía poco que les habían inducido en la Sociedad.

Pobrecitos…

El primer restrictor que había saltado desde la ventana acababa de estabilizarse sobre el suelo cuando Z se abalanzó sobre él, rompiéndole los tendones de detrás de la rodilla con el hecha derecha. No se molestó con la otra pierna. Aprovechó el ímpetu de la carrera para recibir al segundo no-muerto con otro tajo tras la rodilla cuando el bastardo aún estaba saltando.

Los dos demonios cayeron al suelo de bruces, gritando.

Zsadist giró sobre sí mismo, levantando las hachas al mismo tiempo para destrozar las piernas sanas de los hijos de perra, manchando las hojas de sangre negra.

Echó una breve ojeada a la ventana rota: parecía que nadie más se animaba a salir por ahí, lo que quería decir que sus Hermanos tendrían faena para mermar la oleada que pretendiera escapar en tromba por la puerta.

Contempló a los dos restrictores que se contorsionaban en el suelo con la cabeza inclinada a un lado, las hachas rezumando sangre negruzca, y arrugó el labio en un remedo de sonrisa.

Que no pudiera apuñalarles en el corazón no quería decir que no pudiera asegurarse de incapacitarles realmente.

Como… a trozos.

Los dos chillaron como cerdos cuando levantó los brazos y dejó caer las hachas sobre ellos.

OOO

La puerta de la granja empezaba a parecer una estampida de un estadio de fútbol en pánico.

Butch no sabría contar cuántos restrictores se agolpaban en el umbral, forcejeando por escapar de la muerte en llamas que se extendía por el antiguo edificio de madera, elevándose hacia el cielo en lenguas de fuego chisporroteante.

-Aquí vienen los dos primeros…- murmuró Vishous, agazapado a su lado, cuando dos restrictores consiguieron zafarse del tumulto y bajar las escaleras a trompicones-. Tres, dos, uno…

Los dos tropezaron a la vez con el cable que unía las minas enterradas.

¡¡BANG!!

V y Butch se encogieron por instinto cuando la lluvia de cristales rotos, limaduras de hierro y clavos detonó, destrozando los cuerpos de los dos tipos como en una peli de Vietnam y clavándose en los coches tras los que se refugiaban con un repiqueteo metálico.

-Dos menos.- Butch chocó el puño con V, que se giró hacia Phury.

-¿Tú controlas que no se levanten?- el fragor de las llamas y los gritos de los heridos ahogó su voz.

El Hermano les guiñó un ojo y meneó sus pistolas.

-Cosa mía.

La pareja de demonios que salió de la granja justo después lo hizo como los gatos escaldados: pistolas por delante y con más precaución que los anteriores. Butch intentó ponerse en su pellejo y decidió que tenía que ser desconcertante como la mierda que te estuvieran matando de dos en dos sin ver a tu enemigo. Todo lo que aquellos hijos de perra sabían era que su granja ardía por los cuatro costados, que los centinelas no habían dado ninguna alerta y que los dos que habían salido corriendo por la puerta con el rabo entre las piernas estaban esparciendo las tripas en el suelo.

¿Los restrictores habían visto quién les atacaba?

Nop.

V, Butch y Phury seguían agazapados tras los coches, Rhage estaba encogido dentro de la furgoneta y Zsadist haciendo lo que mejor sabía hacer en la parte posterior de la granja.

Les debía parecer que les atacaban fantasmas.

A Butch se le pintó exactamente la misma sonrisa sádica que a V. Los ojos plateados se giraron hacia él y supo que a su chico que pasaba lo mismo que a él.

Nada como una masacre ordenadamente planificada para ponerte cachondo.

El poli se removió en el sitio cuando los dos restrictores armados bajaron trotando las escaleras, con otros dos saliendo pegados a su culo ¿Es que no podían morirse de una soberana vez para que V y él pudieran ocuparse de lo que pasaba bajo sus braguetas?

Parecía que Rhage les hubiera oído el pensamiento.

El rubio se incorporó en el asiento del furgoneta y arrancó el motor esparciendo gravilla con las ruedas traseras. Butch vio perfectamente la cara de pánico sorprendido de los dos restrictores cuando aquella antigualla con chapa de hierro se les vino encima con un rugido del motor.

Los “thomp” y “crac” de sus cuerpos cuando Rhage los embistió acabaron de poner a Butch duro como una jodida piedra.

Miró a Vishous. Luego a los otros dos no-muertos que se habían quedado parados en lo alto de las escaleras mientras veían a una furgoneta convertir a sus compañeros en mantequilla contra la grava.

V torció la perilla y sacó las Glock. Butch desenfundó sus 40 milímetros con la misma sonrisa de lado.

Había llegado el momento de algo de diversión.

OOO

-¡¡Yu-juuuuuu!!!

Rhage aulló al volante de la furgoneta, con los dos restrictores enganchados en el guardabarros. Frenó, puso la marcha atrás, retrocedió cinco metros, haciendo que los cuerpos cayeran al suelo, y luego metió primera y estampó la bota contra el acelerador.

Aquella vez, la furgoneta saltó como si hubiera encontrado dos baches cuando les pasó por encima.

Saltó del vehículo decidiendo que, cuando todo acabara, iba a besar a V y a Butch hasta ponerlos morados. Sí, señor. Porque, gracias a sus planes, era la jodida primera vez que hacían una incursión a un nido de restrictores sin que les tocaran un maldito pelo.

Plantó las botas al lado de los cuerpos contorsionados de los dos no-muertos heridos. Uno de ellos tenía las piernas bajo las ruedas de la furgoneta. El otro, todas las extremidades torcidas en sentido contrario al natural.

Sonrió mientras sacaba su nuevo juego de esposas.

-No nos han presentado, ¿verdad, cabrones?

OOO

-Los acontecimientos han llegado a un punto clave.- pronunció el Omega, una malévola sombra traslúcida que se envolvió en sus ropajes blancos con gracia felina-. El periodo de incubación ha finalizado, es hora de rasgar el envoltorio.

Como Él había rasgado las ropas del señor D. Y su piel. Y la dignidad que tenía. El restrictor hizo esfuerzos por mantenerse de pie tras aquel rato eterno al particular servicio de Su Oscura Majestad.

-¿En qué os puedo servir?- como si hubiera otra respuesta posible.

-Tu misión es traerme a este macho.- el Omega alzó la mano, con la palma hacia fuera, haciendo aparecer en el aire la imagen de un vampiro joven y rubio.

-¿Dónde puedo encontrarle?

La voz del Omega parecía salida de una peli de ciencia ficción, reverberando con un eco extraño.

-Nació aquí y vive entre los vampiros en Caldwell.- el padre de los restrictores apoyó la mano en la pared y la imagen del civil quedó grabada en el papel floreado-. Este es especial. Encuéntrale. Trámelo vivo. Si alguien le mata, pasarás a ser prescindible para mí.

D contestó lo único que podía, y que parecía que se iba a convertir en su letanía a partir de entonces.

-Sí, señor.

OOO

Vishous no tenía ni idea de cuántos restrictores más podían quedar dentro de la granja en llamas, a parte de los dos que se precipitaban escaleras abajo en aquel momento, con toda la intención de perderse entre los maizales.

Tampoco es que le importara un carajo. Si había sumado bien, Butch había aspirado a dos, tenían a otros ocho incapacitados y aquellos dos que pretendían escapar hacían doce en total. A menos que aquello fuera la Convención Anual de la Sociedad Restrictora, era imposible que quedaran más.

Así que iba a darse el gustazo de rellenarlos de plomo junto a Butch.

¿Quién mierda decía que V no era romántico?

El poli y él se incorporaron a la vez desde detrás del coche, los brazos extendidos con las pistolas por delante, cada uno vaciando sus cargadores sobre uno de los restrictores en huida, caminando lentamente hacia la granja en llamas.

Los restrictores se convulsionaron en el aire mientras los casquillos caían al suelo en una lluvia metálica, V y Butch avanzando a la vez sin que sus brazos se movieran un milímetro con el retroceso de las armas.

Pam. Pam. Pam. Pam.

El puto sonido del triunfo.

Cuando se agotó la última bala de sus cargadores y bajaron las armas humeantes, los restrictores eran un amasijo en el suelo.

V vio por el rabillo del ojo a Phury, pistolas en mano, cosiendo a balazos a los dos que se habían comido las minas. Más allá, Rhage estaba cómodamente apoyado contra el costado de la furgoneta, con dos cuerpos más a sus pies, contemplando las vigas de madera que se desprendían del techo de la granja entre chasquidos. Zsadist apareció en aquel momento, chorreando sangre negra y, arrastrando por las gabardinas lo que parecían dos torsos de restrictor. Sin piernas.

¿Heridos entre la Hermandad? Cero.

¿Bajas entre los restrictores? Todas.

Una ola de adrenalina lamió a V de pies a cabeza. Sin soltar las pistolas, pasó un brazo alrededor de los hombros de Butch, estrellándolo contra él. Sus lenguas se juntaron antes que sus bocas y, cuando lo hicieron, los dos tenían los colmillos totalmente extendidos, arañándose los labios. El techo de la granja se desplomó hacia dentro, levantando una nube de polvo y de fuego hacia el cielo.

No le hicieron ni puto caso.

Las caderas de Butch se apretaron contra las suyas, con la polla tan dura como la de él bajo los pantalones de cuero. V gruñó y sacó la lengua de su boca, hablando contra sus labios.

-¿Alguna… posibilidad… de follarte?

Butch soltó una risa seca.

-¿Después de que aspire? Ni una durante un buen rato.

-Que me jodan.

-Ningún problema.- Butch le metió la lengua en la boca, enrollándola alrededor de uno de sus colmillos-. Siempre que descanse después de aspirar y me duche.

-Eh, dejadlo, ya.- la voz seca de Zsadist a un palmo de ellos les hizo separarse y mirar al Hermano-. El tejano no está.

Bonita manera de bajar una erección.

-¿Cómo que no está?- V enseñó los colmillos-. Su Ford está aquí.

-Pero él no. He repasado los cuerpos.- cabeceó para abarcar la matanza de restrictores-. Vi huellas de un coche en el sendero. Debió pirarse antes de que llegáramos.

-Mierda.- Butch le puso el seguro a las pistolas y las metió en las cartucheras-. Me daré prisa con éstos, a lo mejor podemos echar un vistazo por los alrededores.

-Voy a desenterrar a Rahg.- Zsadist dejó a los dos restrictores que arrastraba a los pies de Butch-. Hollywood, mueve el culo y ayúdame.

-¡Voy!- el rubio trotó hacia ellos y saltó encima de V y Butch- ¡Buen trabajo con vuestros cerebritos, cabrones!

-Suelta, pervertido.- el poli le dio un empujón y luego tomó aire-. Vale, vamos a ello ¿V?

-Detrás de ti.

Hablando de mierda… Ver a su poli inclinándose sobre una hilera de macabros cuerpos degollados, ensangrentados, medio decapitados y destrozados revolvió todos sus instintos de macho vinculado. Vishous se encontró combatiendo el impulso de apartar a Butch cada vez que el irlandés acercaba la boca a uno de aquellos seres y de llevárselo lo más lejos posible a cada momento que su palidez aumentaba un grado y el olor nauseabundo empezaba a brotar de su pareja en vez de su enemigo.

Uno…. Bien.

Dos… Tolerable.

Tres… Casi insoportable.

-Butch, vale, deja que te limpie.- apretó los labios cuando le vino una arcada al respirar el olor del poli.

-No, aún… no… Tengo que… probar… cuántos.- se arrastró sobre manos temblorosas a los cuerpos que Phury había dispuesto a su lado.

La boca del restrictor de turno se abrió y cerró en pánico, incapaz de huir, cuando Butch se puso a horcajadas sobre él.

Vishous se pasó las dos manos por el pelo, maldiciendo en el Idioma Antiguo mientras daba un paso adelante y un paso hacia atrás, con la mano sin guante brillando en la noche.

-Oh… Dios.- el poli acabó de rodillas, con las manos apoyadas en los muslos y la cabeza colgando. Su cuerpo se dobló con un espasmo, a punto de vomitar.

V se dejó caer de rodillas en el suelo a su lado mientras Phury daba un paso atrás, repelido por el aura negra que desprendía su pareja.

-Basta. Cuatro es tu límite.

-No, espera…

-¡Butch!- le sacudió por los hombros, con las mandíbulas encajadas y una vena latiéndole en el cuello- ¿Qué te dije cuando tuve aquella visión? ¡Que no puedes sacrificarte para matar al Omega! ¡Déjalo…!

Los hombros del poli se hundieron arriba y abajo cuando boqueó en busca de aire. La cara que se alzó hacia V fue la de un viejo retorcido de maldad; los ojos inyectados en sangre, las ojeras negras, las mejillas hundidas, el color de un cadáver amortajado. A pesar de todo, V no soltó las manos de sus hombros.

-Tienes… que confiar en mí… V… Por favor…

Vishous lo miró fijamente un momento y luego lo soltó. Bruscamente. Maldita fuera su estampa. Butch torció un intento de sonrisa que aumentó su aire demoníaco. A V le dio escalofríos.

El poli se inclinó sobre su quinto restrictor seguido, inspirando con dolorosa lentitud, bamboleándose con los ojos cerrados, chupando aquella maldad que era anatema para los vampiros, destrozándose por dentro y…

Butch se derrumbó de costado sobre el suelo cuando el restrictor se disolvió en niebla.

-Mierda, estúpidohijodeSatánas…. –la mano derecha de V fue directa al abdomen del poli mientras con la izquierda le remangaba la camiseta-. Por Dios y la Virgen…

La mitad del torso de Butch era de color gris.

Vishous bombeó luz blanca en el poli con tanta potencia que el cuerpo del irlandés dio un salto en el suelo.

-Imbécil, gilipollas de mierda con complejo de héroe de los putos cojones…- apretó las mandíbulas, pegando la mano tatuada al abdomen de Butch mientras le pasaba la izquierda por debajo de la cabeza, sosteniéndolo contra su cuerpo, intentando meterle todo el antídoto luminoso posible sin rematarlo.

Estúpida profecía. Estúpido poli. Y creía que Butch ya se había quitado el complejo de inferioridad que le impulsaba a hacer burradas como esa… Estúpido…

Bombeó pulsaciones de luz durante tanto rato que no supo contarlo, sintiendo que la garganta se le secaba y el corazón le latía más despacio, vaciándose de energía, de vida…. Como en su visión. Los dos apagándose.

La mano del irlandés se cerró sobre la suya y V abrió unos ojos que no sabía que tenía cerrados.

-Todo está bien. No me he… pasado.- Butch sonrió con un temblor-. Podría con otro pero te prometí medirme.

-Cabrón cabeza cuadrada, me vuelves a dar otro susto así y te bañas en lejía para limpiarte. Hijo de puta.- Vishous pestañeó muy rápido.

Sonó un tiro.

Uno de los cuerpos de los restrictores que esperaban para ser “procesados” se sacudió con un estertor cuando Phury, de pie a dos metros de ellos, le metió una bala en el cráneo. El Hermano se giró hacia ellos, serio.

-No es por meter prisas. Pero el maldito incendio se ve a millas a la redonda. Dentro de nada tendremos aquí poli humana, bomberos y ambulancias como para montar un circo.- sacó el cargador de su arma y lo cambió por otro, con la vista fija en los cuerpos-. Z y Rhage han acabado de exhumar el cuerpo del chico.

Vishous se giró hacia Butch.

-Muy bien, ahora lo haremos a mi modo. Tú aspiras y yo te limpio a la vez.

-¿Puede hacerse?

-Ni puta idea ¿No querías experimentar?

Butch se encogió de hombros y se incorporó con esfuerzo para arrodillarse al lado del siguiente restrictor. Un hilillo de sangre oleosa resbalaba por el agujero humeante en su frente, estaba esposado y tenía todos los huesos del cuerpo rotos. A pesar de todo, parpadeaba.

V se inclinó sobre la espalda de Butch, abrazándole con el brazo derecho para poder tener su palma tatuada sobre la cicatriz de su abdomen. Empezó a enviarle luz en cuanto le sintió inhalar, rogando por que el equipo funcionara trabajando a la vez.

Lo hizo.

Sintió la mierda entrando en su central purificadora interior segundos después de que el poli aspirara. Durante el par de minutos que duró el proceso, Vishous limpió a Butch en tiempo real. Cuando el no-muerto se disolvió, el irlandés le sonrió por encima del hombro. No había ni rastro de maldad en él.

-Funcionó ¿Estás bien?

-Ajá. Cansado, pero bien.- torció la perilla. Acababan de encontrar una manera de repartir los perjuicios de la rutina aspiradora-. A por ellos.

Había algo extrañamente íntimo en aquello, decidió mientras sostenía a Butch cada vez que se inclinaba sobre uno de los demonios, con el silencio roto por el crepitar del incendio. No sólo era su cuerpo el que abrazaba al poli, también su… don. Ayudando a su pareja a sobrevivir a aquello sin sufrir daño, V se sentía un poco más en paz con su conciencia, un poco más aliviado de poder cuidar del poli en vez de tener que contemplar cómo se llenaba de mierda. No siempre podrían hacerlo así, los dos a la vez, pero tenían que procurar que fuera la mayoría de las ocasiones.

Las tácticas de la Hermandad iban a cambiar mucho con la incorporación de Butch a la guerra.

El fuego había consumido totalmente la granja y estaba a punto de hacerlo con el establo para cuando acabaron con todos los no-muertos. Una docena de demonios menos que volverían al Omega.

-Hostia, estoy molido.- Butch se apoyó en él para levantarse, resollando.

-Tenemos que largarnos. Ya.- Hollywood había estado a su lado durante aquella última parte, observándoles en silencio, y ahora señalaba con el pulgar hacia el sendero-. Z y Phury ya están en los coches. Y el fuego se va extender a los maizales.

-Vamos.- Vishous le tiró las llaves del Escalade a Rhage-. Dáselas a Phury. Dile que lleve a Butch y el ataúd a casa. Tú, yo y Z vamos a registrar los alrededores, a ver si pillamos al tejano.

-Estoy bien, V.- Butch se esforzó por caminar recto cuando Rhage se desmaterializó.

-No, no lo estás. Estás mejor que si los hubieras aspirado tú solo y te hubiera limpiado después. Pero parece que te haya atropellado un camión. Ya has hecho bastante por esta noche, ¿sí?

-El tejano nos ha jodido la cita escapándose. El muy cabrón.- Butch gruñó, arrastrándose por el camino como si llevara pesos atados a las piernas. Para cuando llegaron junto a los coches, temblaba de cansancio.

-Habrá tiempo, poli.- V le ayudó a subir al asiento del copiloto del Escalade, con Phury al volante,  y cerró la puerta. Torció una sonrisa-. Justamente, ahora lo tenemos.

Butch le puso un dedo en el pecho, sacando el brazo por la ventanilla.

-Ahora no hagas burradas tú ¿Entendido?

-Recibido.

-Vaaaaale yaaaaaaaa. Nos vais a matar de caries con tanta azúcar, por Dios.- Rhage sacaba la cabeza por la ventanilla del Audi-. Si esto va a ser así todas las noches, me pido un bono al dentista.- golpeó la puerta con la mano, metiéndoles prisas.

-Tú nos tienes sin dientes con tu Mary, así que te jodes, Godzilla.- Butch le sacó el dedo del medio por la ventanilla del Escalade mientras Phury lo arrancaba.

V entró en el Audi y se dejó caer junto a Rhage en el asiento del copiloto.

-Haz algo útil y conduce, cabrón.

-Sí, mi Amo.

Vishous lo congeló con la mirada. Hollywood empezó a pelar una piruleta con las dos manos en el volante, dando tumbos por la carretera comarcal. En el asiento trasero, apestando a sangre de restrictor, Zsadist sonreía.

OOO

El señor D se dejó caer en el asiento del Lexus prestado de J con un juramento entre dientes y golpeó el volante de cuero con los puños después de arrojar en el asiento del copiloto el papel de la pared donde había quedado impresa la imagen del hijo vampiro del Omega.

Ni siquiera podía insultar mentalmente a su Creador, no fuera que le oyera.

Y ya había sufrido bastante durante el rato en que el Omega le había usado como su perra particular como para arriesgarse a una segunda ronda de atenciones.

Primer Restrictor…

Dios, tendría que haberse borrado a golpes el deseo de ascender en la Sociedad cuando aún había estado a tiempo. Tendría que haber estado satisfecho con ser un recluta más, un mandado. Alguien que no tenía que pensar ni que tratar con las altas esferas.

Metió la llave en el contacto con una mano que aún temblaba y las ruedas levantaron barro helado cuando D dio marcha atrás para embocar el camino de salida del cuchitril donde había tenido lugar la reunión con el Omega.

Condujo hacia la granja donde le esperaban sus nuevos muchachos como si le persiguiera el diablo, sólo que mucho peor. Llevaba el olor del demonio pegado en la piel. Esperaba que la caldera de mierda de la granja funcionara porque iba a estar dos horas en la ducha.

Veámoslo por el lado positivo. Tu cargo como Primer Restrictor es temporal. Encuentra al tal Lash y podrás dedicarte a decir “sí, señor” el resto de tus días.

Cierto como la mierda. Apretó el acelerador de forma inconsciente, ávido por poner a trabajar a los restrictores aquella misma noche. Lash, su pasaporte hacia el tranquilo puesto de segundo al mando, estaba en algún lugar de Caldwell en aquel momento. E iba a encontrarlo.

Los sentidos de cazador de D resonaron como cascabeles en cuanto llevaba un rato traqueteando por la carretera comarcal. Entrecerró los ojos ¿Aquello que subía en la distancia era humo? Bajó la velocidad, rodando despacio por el sendero de acceso, y puso el seguro de las puertas del coche. Si había atacantes, por Cristo que no pensaba bajarse del vehículo. Daría media vuelta y que les dieran a todos por culo. Como le habían dado a él.

Cuando el camino entre maizales se abrió para dar paso a la explanada donde se levantaban la granja y el granero, la boca de D se abrió por sí sola. Lo único que quedaba en pie era el granero y por poco tiempo. De la granja sólo quedaban los cimientos y los maizales de detrás eran pasto de las llamas. Oyó un “crac” profundo y el esqueleto de bigas de madera del establo que había quedado al descubierto por el incendio se colapsó, cayendo con estrépito en la hoguera.

Imposible que quedara nadie con vida allí dentro.

D parpadeó, con el incendio bailoteando en sus ojos pálidos mientras repasaba frenéticamente el escenario. No quedaba ni rastro de sus chicos, alguien había movido uno de los coches y había una gran trocha abierta en el maizal, a la izquierda de la ex granja, justo hacia el lugar donde habían enterrado a Rahg. Fijo que alguien había exhumado el cuerpo del vampiro.

La Hermandad.

Aquellos cabrones nunca dejaban detrás a uno de su especie, jamás. Ni siquiera si estaba muerto y enterrado.

El señor D soltó el juramento más rabioso que se le ocurrió, volvió a estrellar el puño contra el volante y giró el coche, derrapando, de vuelta al camino, justo cuando las sirenas de los Bomberos aullaban en la lejanía.

Ahora iba a tener que alojarse en aquel agujero de ratas donde le había citado el Omega, para recordar bien lo que le había hecho durante dos horas.

Pero eso sería más tarde. Iba a empezar a buscar a aquel chico.

Prioridad número uno: dejar de ser Primer Restrictor.

OOO

Butch salió de la ducha en su habitación de la Guarida, vestido con ropa limpia, con la bendita sensación de que los restos psicológicos de su menú de restrictores se habían ido por el desagüe, junto con el cansancio físico. La noche había ido bien en un 95% de posibilidades, que llegarían al 100% si los Hermanos encontraban al maldito tejano.

En lo que a él respectaba, había sido un éxito. Ahora conocía los límites de su capacidad –cinco restrictores sin llegar a quebrar su resistencia, seis si era un caso desesperado- y habían descubierto que V y él podían hacer equipo incluso en eso, aspirando y limpiando simultáneamente.

Aquello abría todo un mundo de posibilidades, y no sólo estratégicas. Al menos, habría veces en que Vishous no tendría que limitarse a ver como él se consumía inhalando porquería hasta poder limpiarle. Dios, ver la expresión en su cara mientras aspiraba los primeros cinco no-muertos, uno a uno, había sido una tortura al mismo nivel que meterse esencia de Omega al cuerpo.

¿Los efectos colaterales de la mierda de macho vinculado? No soportabas ver sufrir a tu pareja.

Y lo suyo iba a ser así noche tras noche.

Cuando había sido detective de homicidios también había visto de cerca lo bajo que podía caer la ralea humana. Asesinatos, maltrato infantil, violaciones… todo aquello había formado parte del cóctel que le entraba por las retinas cada día. Entonces, sólo había tenido el Lagavulin para intentar difuminar el horror que se le quedaba enganchado a los recuerdos cuando cerraba los ojos por las noches. Escaso consuelo. Pero tampoco había tenido que sufrir por que alguien querido se dejara los hígados en las calles. Ni porque fueran sus tripas las que acabaran en el cemento y eso jodiera como la mierda a la persona que amaba.

Ahora, las dos cosas habían cambiado.

Tenía algo bueno cuando volvía a casa después de la guerra. Alguien con quien reír, con quien compartir estupideces para aligerar el ánimo, a quien amar y sentir que había algo íntegro y constructivo en su interior al margen del asesino que tenía que ser en las calles. Y también tenía alguien por quien sufrir y por quien cuidarse.

Butch se quedó plantado en el salón de la Guarida, con el súbito impulso de demostrar aquellos sentimientos a Vishous de alguna manera ¿Velitas y cena romántica? Se partió de risa sólo imaginarlo ¿Copiar algún bonito poema y dejarle una tarjetita en la almohada? Dios, V le molería a palos ¿Abrazarle, besarle y hacerle el amor poco a poco?

Quizás, pero Vishous sólo se dejaría si antes Butch conseguía desconcertarle con algo que le dejara fuera de juego, si lograba sortear sus paredes de tipo duro.

Caminó poco a poco hacia la cocina, en busca de algo con lo que entretener el estómago mientras esperaba que sus Hermanos volvieran de la calle.

Entonces se le encendió la lucecita mental. Se le acababa de ocurrir la sorpresa más adecuada para su trayhner.

OOO

Al final de aquella noche, Vishous estaba exhausto, hasta los huevos de gastar la suela de sus botas y de un humor de perros. Nada de lo cual era una buena combinación. Llevaban horas recorriendo todos y cada uno de los nidos de ratas deprimentes de la gran Caldie en busca del maldito tejano. Casas abandonadas, puentes, granjas, locales cerrados, apartamentos apestosos.

¿El resultado? Cero.

Como buscar una aguja en un pajar. Rhage, Zsadist y él habían juntado cerebros sobre mapas de la ciudad y sus alrededores, estudiando posibles escondrijos. Después de trazar círculos alrededor de la granja, por si el tejano se había ocultado en las proximidades, habían ampliado la búsqueda a los rincones típicos de Caldwell, sin encontrar nada. Una cosa era buscar a un puñado de restrictores y otra, a uno solo.

Wrath les haría patear calles durante noches en su busca, estaba claro, pero el instinto le decía a V que sería en vano. La guerra parecía haber alcanzado uno de aquellos valles entre picos de violencia, el receso antes de la siguiente tormenta, durante el cual los dos bandos se reorganizaban. Dado que prácticamente habían extinguido a los restrictores en Caldwell, era de suponer que, aquella vez, el período de calma sería prolongado.

Probablemente deberían estar satisfechos. Los civiles y los nobles podrían dedicarse a sus asuntos y vivir su vida tranquilamente durante una larga temporada, así que la Hermandad había cumplido con su propósito. La lástima era que cazar al Primer Restrictor, después de haberle dejado sin tropa, habría asegurado un período de paz mucho más largo.

-Mierda para nosotros.- masculló mientras se materializaba en la puerta de la Guarida con los demás Hermanos, agotados y rezongando, tomando forma ante la entrada de la mansión.

Todos los Hermanos, menos Phury y Butch.

Al menos, el poli estaba a salvo en la Guarida. Joder, V no se podía creer el nuevo hardware cerebral que le habían instalado junto con los instintos de macho vinculado. Se frotó el pecho mientras tecleaba el código de entrada, con el cielo clareando peligrosamente a su espalda.

Dejar que Butch casi se matara aspirando restrictores, sabiendo cuál iba a ser el final de los dos, había sido lo más duro que había hecho en su vida, más que verle alimentarse de la Elegida. Gracias fueran dadas por haber encontrado aquella forma de aspirar al mismo tiempo que le limpiaba. De alguna manera, tendrían que aprender a convivir con el hecho de que los dos eran guerreros de primera fila, condenados a ver cuerpos mutilados y a sufrir el uno por el otro.

Al menos, tenían el consuelo de tenerse cuando volvían a casa. Muchos soldados recurrían al alcohol para borrarse los fantasmas de la guerra; él ahora tenía a Butch.

Entró en la Guarida con pasos más suaves de lo habitual, perdido en sus pensamientos.

Ojalá pudiera decirle… Sacudió la cabeza. Mierda, no, no había posibilidad de que aquellas estúpidas dos palabras pudieran salir de su garganta, es como si las tuviera ancladas en lo más hondo de su estómago con pesos de cemento.

Pero aquella noche sentía la necesidad de demostrarle a su pareja lo que borboteaba en su interior.

-¿Butch?- tiró la gabardina de cuero sobre el sofá, ojeando el salón- ¿Estás aquí?

El poli no contestó, pero un estrépito metálico en la cocina le hizo girarse. Frunció el ceño. Olía a algo… ¿mantequilla quemada? Dio dos zancadas hacia la puerta cerrada de la cocina y movió el picaporte. Atrancada por dentro con pestillo.

-¿Poli? ¿Qué mierda estás haciendo en la cocina?

-¡Ya va!- la voz de Butch sonaba ahogada, como si estuviera peleándose con algo. Algo grande y con tentáculos-. Un momento, ¿vale? Estoy… -más ruido metálico. Algo cayendo al suelo- ¡Joder! ¡Me cago en la leche!

Empezó a salir humo por la rendija inferior.

Vishous agarró el pomo, sacudiendo la puerta.

-¡Butch, abre de una jodida vez!

-¡QUE NO! ¡Espera!- sonido de agua corriendo, maldiciones en voz baja.

-¡ABRE LA PUERTA O LA TIRO ABAJO!

V soltó el pomo y dio un paso atrás, bien dispuesto a estampar la bota contra la jodida puerta y sacarla de los goznes cuando el poli abrió. Sólo un palmo, lo justo para asomar la cabeza… envuelta en humo y en olor a mantequilla.

-¡Dame un momento, coño!

-¿Pero qué mierda estás haciendo? Te tengo dicho que no te metas en la cocina sin vigilancia.

-Es asunto mío, ¿vale?- Butch empezó a cerrar la puerta, con las cejas juntas sobre la nariz.

-No, no vale.- V empujó con el hombro, abriendo la puerta y metiendo a Butch en la cocina a la vez. Cuando estuvo dentro, manoteó, intentando respirar en mitad de una nube de humo-. Joder, poli, conecta el puto extractor…- forcejeó en el estrecho espacio para pasar más allá de Butch, alargando la mano hacia la campana de la cocina para conectar el extractor de humos. En aquella posición, estuvo a punto de darse de rodillas con la puerta abierta del horno. El origen de la humareda estaba allí dentro- ¿Pero qué cojones estabas cocinando ahí?

-Sal de en medio, yo me ocupo.- más empujones. Butch le apartó de malos modos y alargó las manos hacia lo que fuera que había allí dentro…

-¡¡Ponte guantes, idio…!!

-¡¡LA MADRE QUE ME PARIÓ!!- el poli se metió la mano derecha bajo la axila, doblándose sobre sí mismo, para luego sacarla y soplarse-. Oh, mierda, QUEMA.

-Es un puto horno, ¿qué esperabas?- Vishous volvió a empujarle. Aquello parecía el camarote de los hermanos Marx. Extendió un dedo, señalando la esquina de la cocina más cercana a la puerta-. Ahí. Quieto. No toques nada.

Butch rezongó pero obedeció, alabados fueran los dioses. Cuando el extractor empezó a hacer su trabajo, V parpadeó, contemplando la magnitud del desastre. Los mármoles de la pequeña cocina eran un caos de cáscaras de huevo, harina, menaje de cocina, un libro de recetas empapándose en clara licuada… que resbalaba por los armarios hasta el suelo, formando una especie de cenagal mezclado con azúcar.

-¿Con quién te has peleado? ¿Con un ejército de cocineros? ¿Esto es lo que hacías en vez de descansar?

-Quería que fuera una sorpresa.- murmuró el poli, con el mismo tono que un crío pillado en una travesura por complacer a mamá.

-¿Qué sorpr…? Mierda.- V siguió todos los rastros de la tragedia hasta el horno abierto. Allí, en la bandeja inferior, había un molde redondo, con algo que debía haber sido esponjoso pero de un espeluznante color negro.

La versión de Butch de un bizcocho casero.

Las cejas de V se enarcaron.

-¿Por qué te ha dado por hacer un pastel justo esta puñetera noche?

Butch rezongó, envolviéndose la mano quemada en el único trapo de cocina que quedaba más o menos limpio. Respondió sin mirarle.

-Era para ti. Por tu cumpleaños. No me dijiste lo que querías, así que pensé… Quería que fuera especial, quería hacerlo yo.- se anudó el trapo-. No podía soportar ver tu cara mientras aspiraba, ¿sabes? Sé que lo mío es una mierda y que te jode y… no sé. Es la primera vez que llego a casa y tengo alguien con quien olvidar la porquería que vemos en las calles y quería…. Vale, olvídalo. Mejor le pido a Fritz que te haga un pastel.

Vishous alternó la mirada entre el poli acongojado y la cosa requemada del horno, tragando saliva. Al cabo, apagó el extractor, cogió dos guantes gruesos y sacó el molde con el bizcocho, cerrando la puerta del horno con el pie.

-Te has pasado con la temperatura. No más de 220 grados.- sacó un cuchillo y empezó a rascar la capa quemada de encima del pastel-. Y nada de ponerlo directamente sobre la plancha caliente, tienes que usar una jodida bandeja.- cortó un trozo y le quitó una parte que aún estaba cruda-. Tampoco hace daño usar una batidora para mezclar toda la mierda, ¿sabes? No sé cómo coño has sobrevivido tú solo hasta ahora.

-Comida preparada. Microondas.- Butch torció la boca.

Vishous dejó el único trozo de bizcocho intacto y decentemente cocido en un plato para que se enfriara. Caminó hacia el poli.

-Déjame ver esa mano.

-Está bien.

-Déjame. La jodida. Mano.- frunció el ceño hasta que Butch alargó la mano derecha. Desanudó el trapo con cuidado y enarcó las cejas-. Serás animal… -tenía todos los dedos en carne viva. Vishous cogió el pote de mantequilla.

-¿Qué haces?

-Ponerte mantequilla, va bien para las quemaduras.- se untó los dedos de la mano izquierda y empezó a extender la pasta sobre las yemas de los dedos de Butch, despacio. Algo pareció prender entre ellos, como una chispa. Levantó los ojos hacia los del poli y carraspeó-. No tenías que molestarte.

-Lo sé, pero quería hacerlo.- los ojos del poli empezaron a oscurecerse mientras los dedos largos de V acariciaban los suyos, extendiendo la mantequilla. Abajo. Arriba. Cuando acabó, Butch le contempló fijamente mientras V se lamía sus propios dedos, limpiándolos. Luego el poli cogió el trozo de pastel con la mano sana-. Y quería alimentarte. Sólo espero que no sea venenoso.

Vishous se quedó mirando el trozo de tarta que Butch sostenía delante de él con la garganta cerrada en un espasmo. Ahora el poli sabía el significado que tenía entre los vampiros que alguien alimentara a otro con sus propias manos. Empezó a tener calor.

Abrió la boca y mordió un bocadito del pastel, con un escalofrío.

-Mmm, está bueno.

-Vete a la mierda, no es verdad.

-Sí es verdad. Al menos este trozo te ha quedado bien.- se lamió los labios y partió otro trocito intacto de bizcocho, acercándoselo a Butch.

Dios, aquella mirada en su poli, bien consciente de lo que estaban haciendo.

El irlandés se inclinó sobre su mano, cogiendo el pastel en la boca, rozándole los dedos con los labios.

Vishous cambió el peso de una pierna a la otra. Se crujió el cuello.

-Butch, ah…- notó una gota de sudor resbalando por su espalda-. Yo… –díselo, madito cobarde de mierda, sólo son dos  palabras, no una sentencia de muerte. Díselo-. Ah…

Bajó la vista al suelo. No podía. No importaba todo lo que sintiera por el poli, algo en aquella bola fría y dura que formaba su núcleo de personalidad le impedía ponerlo en palabras. Le hizo sentir una maldita sabandija.

Notó a Butch moverse y sus zapatillas deportivas aparecieron en su campo visual, justo entre sus botas. La mano ancha y caliente del poli se apoyó en su nuca y presionó, obligándole a levantar la cabeza. Butch sonreía.

-Yo también.- murmuró, apoyando la frente contra la suya, con los labios contra los de él-. Yo también…

V tembló de pies a cabeza como una hoja. Su poli, como siempre, entendía.

Le cogió la cara con las manos y el beso que siguió los hirvió a fuego lento por dentro. Despacio. Sentido. Alternado con miradas, manos que subían por los músculos de los brazos, pechos rozándose a cámara lenta. Ingles endureciéndose poco a poco, al ritmo de sus lenguas.

Vishous se separó con un jadeo, las manos en el pelo de Butch, en su cintura.

-Quiero tenerte. Quiero hacerlo… especial.

-¿Y cómo va a ser eso?- las manos de Butch estaban paradas en sus caderas.

Aquella vez, sí pudo mirarle a los ojos.

-No quiero tener sexo contigo. Quiero… hacerte el amor.- su voz salió ronca, rasposa.

Butch lo examinó un momento y V tuvo la sensación de que el irlandés leía perfectamente lo que había en su cabeza. Él no era un hablador. No era capaz de escoger palabras bonitas para decir lo que sentía. Pero podía, y necesitaba, demostrarlo.

-Tú mandas.

En otras circunstancias, escuchar aquello le habría proporcionado un oscuro placer. Ahora sólo sonrió, de verdad.

-No, no mando. De eso se trata. No quiero ni amo ni sumiso esta noche.- V le cogió de la mano, tirando de él para sacarle de la cocina, llevándole hacia su habitación.

Hacía una semana, el estómago se le habría puesto del revés de puros nervios sólo de pensar en lo que iba a hacer. Nada de etiquetas sexuales, ni de papeles asignados, ni de juegos ni de técnicas amatorias. Nada de kamasutras complicados.

Sólo ellos dos.

Llegaron a su habitación besándose, quitándose con calma sensual las dagas, las camisetas, los cinturones. Varias pequeñas velas negras titilaron y prendieron a su orden, iluminando a duras penas. Las manos de Butch acariciaron sus pectorales, su abdomen, dejando un suave rastro de mantequilla. Le besó poco a poco, ahora un pezón, luego otro, mientras le desabrochaba el pantalón. La boca del irlandés bajó por su vientre al arrodillarse para quitarle el cuero, descubriéndolo como a un regalo.

El poli lo recorrió con la vista cuando estuvo totalmente desnudo, deleitándose, antes de acercarse despacio, empujando su pene erecto contra su abdomen cuando sus cuerpos se juntaron, subiendo las manos por su espalda.

Sus bocas siguieron juntas hasta que V caminó hacia delante, haciendo que Butch tocara la cama y se dejara caer en el colchón. Vishous dejó de besarle el tiempo suficiente para quitarle la camiseta, los tejanos, las bambas. Ni a él le dio vergüenza lamer a su amante con los ojos ni a Butch ser contemplado, desnudo en sus sábanas.

Rodaron por la cama con suavidad, probando el sabor salado de sus pieles, moviendo las caderas con un lento vaivén, dándose placer mutuamente con el roce de sus cuerpos sin dejar de mirarse a los ojos.

Ninguno dijo una palabra.

¿Para qué?

Butch se arqueó en la cama como un león perezoso cuando V lo preparó con su boca y con sus manos, dejándose hacer con total abandono, los gemidos roncos sustituyendo, por una vez, a las maldiciones y los juramentos.

Vishous se tomó su tiempo. Nada de dolor ni de mordiscos. Sólo sus dedos y su lengua, poco a poco. Sonriendo cuando Butch se corrió ante su cara, acompañándole en su orgasmo sin dejar de mirarle.

Quería que su poli supiera, que entendiera lo que intentaba decir sin hablar.

Butch alargó una mano, tirando de él hasta ponérselo encima, entre las piernas, y le guió hasta su entrada. Sin complejos. Tampoco los tuvo él. Se mantuvo con los brazos apoyados en el colchón, a ambos lados de la cabeza de Butch, y el cuerpo separado de él mientras le penetraba. Centímetro a centímetro, estudiando su expresión, cómo pasaba del ligero dolor inicial al ajuste y a la bienvenida.

Cuando estuvo dentro, aprisionado por el calor estrecho del poli, se dejó caer con suavidad, metiendo los brazos bajo el cuerpo de Butch y apoyando la cabeza contra su hombro. No se movió hasta que notó los brazos de su amante ciñéndole, apretándole contra él.

V se movió en ondas profundas y lentas, sin soltar a Butch, la erección del poli atrapada entre sus cuerpos, ondulando. Recorrió su cuello con los labios, los hombros, cerrando los ojos.

No dejó de moverse cuando el orgasmo extendió el brillo blanco por todo su cuerpo en un estallido. Siguió haciéndole el amor a Butch hasta que el poli empezó a arquearse bajo él, apretándole las nalgas con las manos, exponiendo la garganta, con la boca entreabierta y los colmillos extendidos.

Supo lo que Butch quería sin necesidad de que lo dijera.

Hundió los colmillos en su garganta en un solo movimiento profundo y, un segundo después, los largos caninos de Butch perforaron su vena.

El gruñido animal que escapó de sus gargantas marcó el inicio de la cuenta atrás.

Vishous bombeó contra Butch como una fiera poseída, la presa en su cuello inamovible. El poli movió las caderas, saliendo a su encuentro, magullando su espalda y su culo, dejando inmóviles aquellas dos agujas de placer al rojo hundidas en su garganta.

El olor de marcaje de ambos les bañó al mismo tiempo que el semen tibio de Butch mojaba sus vientres y que V se licuaba dentro de él en pulsaciones.

Arrancar los colmillos de sus cuellos les llevó un esfuerzo de voluntad ¿Soltar su abrazo? Ni lo pensaron.

Vishous permaneció como estaba, derrumbado entre los brazos del poli, abrazándole, jadeando contra su piel sudada. Sonriendo. Un rato después, Butch le empujó, sacándoselo del cuerpo, y tironeó de las sábanas para cubrirles. De algún modo, V se acostó instintivamente de lado y Butch se acopló a su espalda, pegándoselo al cuerpo.

Uno sabía que había encontrado a su auténtica alma gemela cuando las máscaras sólo se usaban como un juego.

¿El resto del tiempo? Podías ser tú mismo con, al menos, una persona en todo el universo. O, más bien, podías intentar descubrir nuevos “tú mismo” junto a esa persona.

OOO

-Ese chaval nos causará problemas.

Wrath gruñó y se pasó la mano por el pelo en cuanto entró en la sala de billar. Beth, inclinada sobre el tapete verde con un taco en las manos, se incorporó y se puso de puntillas para besarle en los labios.

-¿Quién?

-Lash. Es la enésima pelea que paro entre John Matthew, Qhuinn y él.- el rey la rodeó con sus brazos y se inclinó sobre su cuello, respirando el aroma de su hembra.

-Acaban de pasar la transición. Tú mismo dijiste que los machos son bombas de hormonas con patas hasta pasado cierto tiempo.- Beth sonrió, forcejeando para apoyar el taco en la mesa sin liberarse de la presa de su hellren.

-Quizás, pero hay algo en ese chico… -Wrath chasqueó la lengua-. Mierda, no sé. No tengo las visiones de V, pero algo me dice que esta calma no va a durar.

Beth perdió la sonrisa.

-Wrath, ¿qué tienen que ver la guerra con los restrictores y ese recluta?

-Nada, leelan, nada. Es sólo…- sus cejas formaron una uve sobre su nariz-. Es sólo que tengo la impresión de que, esta vez, cuando todo estalle por los aires de nuevo, los problemas nos van a venir de casa.

-Espero que te equivoques. Ahora que hemos recuperado la paz en la Guarida nos merecemos un tiempo de descanso antes de volver a vivir con el corazón en un puño ¿No crees?

Antes de que el rey pudiera contestar, la puerta de la salita se abrió de golpe.

-¡Eh, estáis ahí!

-En carne y hueso, Hollywood ¿Tienes algo en contra de llamar a las malditas puertas?

El rubio se encogió de hombros sin perder la sonrisa relampagueante.

-Lo siento, pero tenemos planes.- meneó lo que parecía una funda de DVD-. Has dicho que hoy estamos todos fuera de rotación, mi rey ¿Os apuntáis?

-¿Dónde es la sesión de cine?- Beth entrecerró los ojos, intentando distinguir el título de la película entre los manoteos de Rhage.

-En la Guarida.

-¿Saben V y Butch que pensáis invadirles?- Wrath levantó una ceja.

-Nop.- Hollywood bufó.

-Bien.- los colmillos blancos del rey asomaron de entre una sonrisa de brujo de cuento y cambió miradas con su shellan-. Entonces nos apuntamos.

OOO

-Deberíamos hacer palomitas, tío. Las semifinales lo merecen.

-Levanta tu culo del sofá, maldito poli perezoso.-V torció la perilla sin moverse un ápice de cómo estaba, repantingado en una esquina del sofá de cuero de la Guarida, la pierna izquierda doblada y la derecha apoyada en el suelo, estirando el brazo derecho para dejar el cigarro en el cenicero de la mesita de centro. Tenía el brazo izquierdo alrededor del pecho de Butch, con el poli recostado sobre él, cambiando de canal con el mando de la tele en la mano.

-Yo me he levantado a por las bebidas. A ti te toca el pica-pica.

-Pero te he ayudado con el traslado. Eso te deja a ti para meter las jodidas palomitas en el microondas.

-Sólo has llevado mi maldito cepillo de dientes de mi habitación a la tuya.

Butch gruñó, removiéndose encima de él. Aquella noche, por fin, habían acabado de adecuar la Guarida a su nueva condición. No más dos habitaciones separadas. Habían decidido utilizar el cuarto de V, el más grande, como dormitorio común, dejando el de Butch como guardarropía de reserva. Lo cual implicaba que su ropa ahora tenía un rinconcito en el armario de la habitación común, comprimida por los trapos “de temporada” del poli, mientras que el antiguo cuarto de Butch acumulaba las colecciones de “fuera de temporada”.

Ahora había dos cepillos de dientes en su baño. Dos maquinillas de afeitar. Dos aftershave. Dos desodorantes. Dos juegos de toallas.

Una vida.

La puerta corredera de la Guarida se abrió con un “pip” y un “fiss”, bajándole de la nube rosa.

-Eh, no hay luz roja encendida. No están jugando a papás y a mamás.

Rhage apareció trotando por la puerta, dio dos zancadas, saltó y se tiró de lado sobre el sofá. A huevo. Casi 120 kilos de vampiro.

-¡¡HIJODEPERRA!!

-¡¡CABRÓNDEMIERDA!!

Butch y Vishous estuvieron a punto de vomitar hasta la primera papilla y de darse con los huesos en el suelo. Para cuando el barullo de cuerpos se aclaró, tenían a Rhage sentado en medio de los dos con una enorme sonrisa en la cara.

-¿A que estáis contentos de verme?

-Dime, poli, ¿cuándo cojones hemos adoptado un perro faldero?- V le dio un empujón al rubio, obligándolo a levantarse del sofá.

Rhage se irguió en toda su estatura, apartándose el pelo de los ojos mientras sacaba una funda de DVD del bolsillo trasero de los tejanos.

-Adivinad qué os he traído.-canturreó.

-Una bolsa de palomitas antes de que te largues de aquí.- Butch le tiró un cojín-. Son las putas semifinales, por amor del cielo ¿Lo captas?- Rhage parpadeó- ¿Te suenan de algo los Red Sox? ¿Y los White Sox?- Rhage enarcó una ceja y Butch bufó-. Tierra, tenemos un problema, ¿en qué mierda de mundo vives? Es la semifinal de la liga. Boston contra Chicago…

-Vamos darles una paliza a esos hijos de perra…

El poli pasó un brazo por detrás de la espalda de Rhage para chocar nudillos con V. Hollywood pareció caer de la parra mientras miraba en derredor para apreciar los añadidos a la decoración: una bufanda roja alrededor de la tele de plasma. Un póster con dos calcetines rojos en la pared, sobre el futbolín. La foto de un tipo con el uniforme blanco y negro de los de Chicago en el centro de la diana… con un dardo clavado. Un par de botellas de Lag y de Goose preparadas encima de la mesa con dos vasos altos y una cubitera con hielo.

-Aaaaah, coño, estabais preparando una fiesta de pijamas sólo para tíos.- Rhage ignoró por completo sus bufidos-. Tengo justo lo que necesitamos.

-¿Necesitamos? ¡¿Quién coño te ha invitado…?!- Vishous sopesó seriamente apagar el cigarro en el brazo de Hollywood.

-¿Es aquí la sesión de cine?- Zsadist apareció por la puerta de la Guarida con una lata de cacahuetes en la mano, llevándose uno a la boca mientras contemplaba la decoración-. Acojonantemente acogedor.

-¿Hay sitio para todos?- Phury llevaba un plato en la mano y hacía equilibrios con una torre de sándwiches.

La madre que los parió. A todos. Del primero al último. Vishous cruzó una mirada con Butch. Coño, aquella iba a ser su primera noche libre en una semana. Una jodida semana desde que todo, por fin, aleluya, gloria a Dios y a los santos, había encajado en el sitio debido. La primera noche libre desde que estaban juntos, que habían pensado pasar como les saliera jodidamente de los huevos, muchas gracias, es decir, amorrados a la botella y al partido gritando como dos gilipollas para luego follar como malnacidos si su equipo ganaba o destrozar máquinas de gimnasio si perdía .

¿Era tan complicado poder disfrutar de una noche entera así, al margen de las horas que habían robado al patrullaje el resto de la semana?

Al parecer, pensó mientras Butch gemía al ver aparecer a Wrath y a Beth, sí lo era. Sobre todo cuando vivías en una maldita casa llena de gente ociosa y cotilla como viejas gallinas cluecas.

-Nada, hombre… -el poli gesticuló alrededor mientras Phury se sentaba en un sillón, apartando revistas,  y Wrath tanteaba para ver si otro estaba despejado- …poneos cómodos, como en vuestra casa.

-Ya pensábamos.- el rey se dejó caer como si la cosa fuera su segundo puto trono y alargó los brazos hacia Beth-. Ven, leelan. Hemos pensado que os podíamos hacer compañía. La cosa está tan tranquila en las calles después de vuestro trabajo en la granja que todos descansamos hoy.

Mierda. V aún tendría que lamentar que la Hermandad fuera tan eficiente en su trabajo.

-¿Y las demás chicas?- Butch suspiró, enderezándose en su esquina del sofá, al parecer resignado a ver el partido en diferido.

-Han decidido ver “Sexo en Nueva York” en la habitación de Bella.- la reina se acomodó sobre las piernas de Wrath, el brazo grueso del rey alrededor de su cintura-. A mí me va más la acción.

Vishous levantó los brazos en alto, rindiéndose, mientras la Hermandad en pleno ocupaba el salón ¿Lo malo de tener familia? Que se te apalancaba en casa justo cuando no querías que lo hiciera.

-¿Qué mierda de peli habéis traído? ¿”Lassie vuelve a casa”?- apagó el cigarro en el cenicero.

Rhage hizo todo un show meneando la funda del DVD.

-Nop, “300”. Algo de unos esportanos o así. Sangre, acción y guerra.

Phury rió, la primera risa que V le oía en la semana que su Primera Compañera, Cormia, llevaba pululando por la mansión como un fantasma.

–Espartanos. Unos tipejos que ya gritaban “¡Auuuu!” y peleaban a manos desnudas milenios antes de que tú nacieras.

-¿No jodas? Me caen bien esos tíos.- Rhage le tiró la funda mientras plantaba el culo en una esquina del sofá grande- ¿Ves como tengo buen olfato para las pelis?

-Voy a preparar palomitas.- Zsadist se giró hacia la cocina.

Vishous estuvo a punto de desmaterializarse en sus prisas para interceptar al Hermano justo en el umbral.

-Ni se te ocurra. Ya tengo bastante con evitar que el poli entre en la cocina.

-¡Te he oído, cabrón!

-Más te vale. Lo que haces con el horno es asesinato.- V gritó hacia el salón.

-La… santa…hostia.

La exclamación de Rhage y los “joder”, “hostia” y “oh, vaya” que le hicieron de coro lo frenaron en su camino a la cocina. Yup, había olvidado que llevaba una camiseta de tirantes que dejaba asomar lo que llevaba en la espalda desde hacía seis días exactamente. Hablando de viejas cotillas…

Hollywood se levantó del sofá como si tuviera una palanca en el culo, tirándose encima de él y forcejeando para quitarle la camiseta.

-¡Quiero verlo! ¡Mierda, quítate la jod…!

-Sácame las manazas de encima o te parto la boca.- Vishous se agachó y giró para alejarse del gigante, encontrándose con todos los pares de ojos de la sala fijos en él y las bocas abiertas como bobos. Butch sólo sonreía. Mierda, odiaba que todo el mundo le observara. Al final juró por lo bajo, se remangó la camiseta hasta la nuca con un gesto brusco y luego se giró para que la concurrencia lo viera- ¿Satisfechos?

Un nuevo tatuaje cruzaba su espalda. El nombre de su pareja en las adornadas letras negras del inglés antiguo.

“Butch”.

El salón estalló en vítores, patadas y silbidos suficientes como para destrozar el tímpano de un sordo. Phury empezó a estirar de Butch para que el poli se levantara.

-¿Y tú llevas algo?

El irlandés cruzó miradas con V un momento, con una sonrisa torcida, y luego se giró de espaldas a sus hermanos, quitándose el jersey.

“Vishous”.

Siete letras tatuadas en el Idioma Antiguo de hombro a hombro.

Los dos se encogieron cuando la Guarida pareció menearse como una nave a punto de despegar por la fuerza de los gritos, pero la jodida sonrisita seguía pegada en la cara de V cuando se bajó la camiseta.

-¿Por qué no pedisteis una ceremonia como la nuestra?-Beth señaló a Wrath y a ella- ¿Con vuestros nombres grabados en vez de tatuados?

Los gritos bajaron de volumen de golpe para acabar confundiéndose con carraspeos y tosecillas. Al final, fue el rey quien habló.

-Esa ceremonia es para machos y hembras. Según la Antigua Ley, no puede autorizarse para… er, vampiros del mismo sexo. La Virgen Escribana lo habría considerado…um, sacrilegio.

-Menudo montón de mierda.- Zsadist sonreía de pie al lado de V.

Butch se encogió de hombros.

-No pensábamos pedirle permiso.

-¡Pero no nos invitasteis!-vale, Rhage hizo un puchero. De verdad.

-Habríais estado gritando y sacando fotos todo el rato como un montón de marujas.- V se apoyó contra la puerta de la cocina, torciendo la perilla.

-¡Ahí está la gracia, joder!

-¿Dónde os los hicisteis?-la sonrisa de Phury tenía un punto de nostalgia- ¿Y por qué Butch y no Dhestroyer?

-El mío me lo hizo V.-su poli le señaló con la barbilla-. Y las letras del de V las delineó un tatuador de la calle Trade, R.I.P. Luego me dejó hacer el relleno.

Mejor no dar detalles de lo que Butch le había hecho al salir de la tienda, justo en el callejón de detrás. Ni de cómo había acabado la sesión de tatuaje del poli en el mismo sofá en que estaba sentado ahora.

Phury seguía esperando parte de la respuesta y Vishous se encogió de hombros en un gesto de estudiada neutralidad.

-Para mí es Butch. Siempre.

Los mataría. Uno a uno. El coro de “ooohs” y “aaah, qué mono” que estalló iba a provocarle pesadillas y acidez de estómago durante días.

V le guiñó un ojo al poli y enseñó el dedo del medio a los demás antes de desaparecer en la cocina, abriendo los armarios hasta dar con la provisión de sobres de palomitas para preparar en el microondas.

Mientras trasteaba con los sobres y los botones, con las pullas y los cojines volando de música de fondo, pensó, no por primera vez, que la vida, quizás, no fuera tan jodida.

Que, a veces, llegar a donde quieres estar sólo cuesta más a unas personas que a otras.

Nunca sería un tipo abierto, los demás nunca tendrían con él la complicidad que tenían con Butch, pero mierda, aquellos capullos que estaban en su salón eran lo más parecido a una familia que tenía. La que él había escogido. Después de sentirse como un esclavo de su pasado y de las etiquetas que le habían impuesto durante toda su existencia, ahora por fin se sentía libre. Libre de su padre muerto, de su madre dictadora, de considerar que sus gustos eran una perversión porque ahora lo escogía por placer, no por rabia. Libre para tener la pareja que amaba y la clase de vida que quería.

Era curioso que unos tatuajes hubieran marcado el inicio de mucha mierda y otro tatuaje marcara el principio de su libertad.

Encendió el botón del microondas con una sonrisa en la cara.

-Nunca te había visto esa expresión.

Vishous se giró hacia Zsadist, apoyado contra el umbral de la puerta de la cocina, los brazos cruzados sobre el pecho. Había una ligera sonrisa relajada en su cara y los ojos amarillos tenían una inusual mirada cálida. En aquel momento, Z era el vivo reflejo de Phury.

-Yo tampoco la tuya.- V torció la boca mientras sacaba cuencos. Z no dijo nada y los dos compartieron un rato de silencio con el ronroneo del microondas y las risas del salón de fondo-. Butch me dijo que hablaste con él. Cuando nosotros… nos peleamos.- V miró de reojo al Hermano; seguía con la misma expresión de inocente placidez. El cabrón-. Gracias.

Ahora Zsadist sonrió. Una de aquellas sonrisas raras que su cicatriz no desmerecía en absoluto.

-Alguien tenía que hacerlo.

Vishous echó un vistazo a la bolsa inflada que daba vueltas en el microondas, hablando sin mirar a Zsadist.

-Dime una cosa ¿Alguna vez desaparece del todo?- le espió fugazmente de reojo y se llevó una mano a la sien-. La mierda que llevamos dentro ¿Alguna vez se borra?

Z lo miró en silencio un momento y luego jugueteó con la punta de sus botas en el suelo. Meneó la cabeza.

-No. Al menos, en mi caso no. Siempre habrá algo… algo que puede hacer que salte.- se pasó una mano por la cabeza rapada-. Si le pasara algo a Bella… con el embarazo. Supongo que yo volvería al agujero oscuro.- se encogió de hombros- ¿Pero sabes cuál es la diferencia?- le miró a los ojos-. Que ahora sabemos que hay otra vida. Que no todo tiene que ser como hemos vivido. Nos hemos hecho más fuertes. Ellos– señaló hacia el comedor, donde estaba Butch, y hacia la mansión, donde estaba Bella- nos han hecho más fuertes. Así que ahora podemos vivir con lo que nos hicieron.

El microondas dejó de girar con un “clinc” y, al cabo de un par de segundos, V apartó la mirada de Z y empezó a servir palomitas calientes en cuencos. Zsadist volvió al salón, acomodándose sobre cojines en el suelo, como solía hacer. Vishous apartó las piernas de Rhage con un pie para hacerse sitio en el sofá, al lado de Butch, y dejó los cuencos en la mesa.

-Tened, plaga de langostas. Ya podéis meter los morros en palomitas.

-Dale al “play”, Phury.- Rhage se hizo con uno de los bols y estiró las piernas, apoyando las botas en la mesita de centro.

-Vamos.

Vishous culebreó en el sofá hasta poder tumbarse entre las piernas de Butch, la espalda contra su pecho. En el mismo momento en que los brazos del poli le rodearon, supo que no acabaría de ver la maldita película. Cada vez que estaban así, todo él, su cuerpo y su mente, se aflojaban.

-¿Estás bien?- susurró Butch en su oído.

-En la puta gloria.- Y no mentía. V remoloneó sobre Butch, buscando la pose más cómoda. No pasó de la segunda escena. En cuanto la mano del poli jugueteó con su pelo, los ojos se le cerraron-. En la… puta… gloria…

Y en paz.

OOO

Butch se abstrajo de la peli más o menos en la escena siguiente, dejándose acunar por las voces familiares de sus hermanos alrededor comentando la jugada. Sus hermanos de verdad. Sus dedos se hundían en el sedoso pelo negro tinta de su pareja, el olor a tabaco y a cuero se pegaba a su propia piel y todo estaba… bien. Con sentido.

A Vishous se le escapó un suspiro de bienestar contra su pecho y Butch sonrió. Su chico debía estar especialmente relajado aquella noche, porque no se prodigaba mucho en aquellas escenas tiernas con los demás alrededor. No es que V se avergonzara de lo suyo, es que era así.

Aquellos primeros días juntos habían sido una constante lucha contra la incredulidad, especialmente por parte de Vishous. Butch solía sorprenderle mirándole desde detrás de los monitores de los Cuatro Juguetes con un cigarro en la mano y una media sonrisa. Cuando le preguntaba “¿qué miras?”, invariablemente respondía “a mi pareja”, como si estuviera grabándose esa definición en su diccionario particular. Butch le arrancaba la misma elevación de perilla y la misma mirada perpleja cada vez que le besaba por sorpresa.

Como si V aún no pudiera creerse que era feliz. O aún estuviera dando gracias.

El sexo era igual de… primario. Posesivo. Animal.

Al menos, cuando se ponían a ello durante la noche. Cuando Vishous le despertaba durante el día para hacerle el amor, o para que se lo hiciera a él, siempre tenía aquel tinte de incredulidad que necesitaba de confirmación. Aquel aferrarse con fuerza el uno al otro. Butch había asimilado que estaban juntos de una respiración a la siguiente, con la fuerza de la convicción, pero V parecía que aún caminaba en un sueño.

Afortunadamente, tenía mucho tiempo por delante para hacerle ver que todo era real.

Si alguien le hubiera dicho que aquel sería su futuro mientras esnifaba mierda en los suburbios de Boston, le habría llamado chiflado.

Pero, si alguien le recordara ahora que aquel yonki perdedor había sido él, Butch habría dicho “lo sé”.

Simplemente, no tenía nada de lo que avergonzarse. Ni de lo que había vivido, ni de lo que había hecho, ni de sus logros o fracasos, ni de amar al macho que tenía dormido entre los brazos. Algunas cosas simplemente había llegado a asumirlas como parte del proceso de ser quien era; de otras, estaba orgulloso.

Como de lo que llevaba tatuado en la espalda.

¿A quién cojones le importaba que V y él no se hubieran podido emparejar según la costumbre de su raza?

Total, ¿cuándo habían hecho las cosas según la costumbre?

Ellos escogían su camino y cómo vivirlo.

La misma noche que V le había tatuado su nombre en la espalda, él había decidido que ya no se grabaría más líneas para recordar cada año que pasara de la muerte de Janie. Había llegado la hora de vivir el presente y el futuro, en vez de chapotear en el pasado.

La mirada de Butch tropezó con la botella de Lagavulin intocada encima de la mesita de centro y sus labios se curvaron en una sonrisa privada mientras ceñía los brazos alrededor de Vishous.

Su macho era benditamente parecido a un buen whisky de malta envejecido en barrica.

Fuerte. Con carácter. Sin necesidad de mezclas ni aditivos. Un licor que bajaba por la garganta dejándote el calor en el cuerpo y el buen gusto en el paladar para afrontar los inevitables malos momentos de la vida.

Haciéndote fiel a una sola marca para lo que te quedaba de existencia.

Amén.